El descendido Tigre venció a Boca y se consagró campeón de la Copa de la Superliga

Tigre se consagró hoy por primera vez como campeón de la máxima categoría del fútbol argentino al obtener la edición inaugural de la Copa de la Superliga tras vencer en la final a Boca por 2 a 0, en el estadio Mario Kempes, de Córdoba, con goles de Federico González y Lucas Janson, de tiro penal, ambos en el primer tiempo.

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A pesar de haber perdido la categoría, Tigre vive un momento mágico: el equipo de Néstor Gorosito le ganó 2-0 a Boca y se consagró campeón de la Copa de la Superliga, el primer título de sus 116 años de historia. Federico González y Lucas Janson, de penal, convirtieron los goles para el «Matador».
El vencedor fue mejor en el primer tiempo, aprovechando al máximo la ráfaga en la que convirtió los dos tantos. En la mayor parte de la segunda etapa, resistió los embates del «Xeneize», que sin ideas pero con mucho empuje, generó varias situaciones de gol. Pero la falta de puntería (sobre todo de Benedetto) y algunas intervenciones de Marinelli no le permitieron acercarse a Boca. Y propiciaron el gran grito de Tigre.
Fue un premio para Tigre, que había redondeado una gran campaña en la Superliga, con momentos de muy buen juego, pero los promedios lo condenaron. Sin embargo, el plantel, con puntos altísimos en cuanto a rendimiento (Menossi, Montillo, Diego Morales, Federico González, entre otros) no acusó el golpe. Trasladó su estilo a la Copa de la Superliga y terminó imponiéndose ante un Boca que, más allá de las oportunidades que dilapidó, mantiene su deuda en cuanto a volumen de juego. El bonus track para los de Victoria: jugarán la Copa Libertadores 2020.
El primer tiempo comenzó friccionado y cerrado, consecuencia de la intensidad que le imprimieron ambos equipos al juego. Tigre apostó a una presión extendida, que forzó a Boca a saltear el mediocampo y unir la salida (en general, de Izquierdoz) con alguno de los delanteros que bajaba a pivotear de espaldas.

Sin embargo, en un par de acciones ofensivas, el pressing del «Matador» mostró grietas en el bloque. Y, a partir de transiciones veloces, el «Xeneize» llegó a fondo en dos oportunidades. Primero, a los 15, luego de una asistencia de Zárate que Benedetto, mano a mano con Marinelli, definió al palo. Después, a los 17, con el remate cruzado de Villa que Marinelli envió al córner.

El elenco de Gorosito manejaba la pelota sin profundidad, ante un Boca que cerraba líneas y aguardaba para hacer pesar su jerarquía ofensiva. Hasta, que a los 23 minutos, Federico González enganchó y sorprendió con el remate al arco al primer palo, que se le escurrió a Andrada: 1-0.
Casi inmediatamente llegó el segundo golpe del «Matador»: Janson se escapó en soledad (no hubo fuera de juego en la previa) y el propio ex Lanús terminó tomándolo a la altura del cuello. Néstor Pitana no dudó y sancionó penal. Y el propio Janson, con un remate bajo (que también se le escapó por debajo del cuerpo a Andrada), marcó el 2-0.

En el segundo tiempo, Boca mostró dificultades en la elaboración de juego, sobre todo por la falta de un hombre con características de enlace, capaz de entrar en pared o filtrando alguna pelota entre líneas. Fue Carlos Tevez el que retrocedió a armar; sin embargo, generó más inquietud a través de arrestos individuales. Tigre, en cambio, buscó mover la pelota, para desgastar al adversario.
Alfaro apeló a imponerse por potencia y peso ofensivo. Por eso incluyó un doble 9 y modificó el esquema, con tres en el fondo y carrileros. Con ese plan, consiguió arrinconar al «Matador». Boca tuvo tres ocasiones clarísimas: primero, a los 18 minutos, Benedetto capturó un centro desde la derecha y ensayó una palomita que se marchó a milímetros del palo izquierdo de Marinelli. Un minuto después, remató desde fuera del área y el arquero llegó a desviar. Y a los 31, estrelló un cabezazo en el travesaño.
Pero Tigre resistió. Y se quedó con la primera estrella de su carrera. Boca cerró el primer semestre con un título (la Supercopa Argentina) y la clasificación a octavos de final de la Copa Libertadores. Pero dejó pasar una chance inmejorable de consolidar la era Alfaro con otra vuelta olímpica. Y dejó a la luz que sin «Bebelo» Reynoso, su organizador de juego, lesionado, deberá tener un plan B armado cuando los caminos al gol se le cierren en los duelos decisivos, como la final que perdió.

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