Carmelitas descalzas, monjas contemplativas

Quiénes somos y qué hacemos las carmelitas descalzas
Queridos hermanos, con ocasión de las noticias de nuestras hermanas de Nogoyá, me pidieron que comparta algo sobre quiénes somos y cómo vivimos las carmelitas descalzas.

Desde la promulgación de la “Constitución apostólica sobre la vida contemplativa femenina” del Papa Francisco, la Iglesia no nos llama ya “monjas de clausura” sino “monjas contemplativas”. Este cambio de lenguaje es algo muy lindo, porque el Papa no nos identifica con los muros del edificio sino con las hermanas que allí vivimos y la misión que se nos confía.

Somos comunidades contemplativas:

– Vivimos del encuentro con Jesús. Por eso dedicamos mucho tiempo a la oración, al trabajo silencioso y al servicio fraterno dentro del monasterio.

– En comunidad con las hermanas, con quienes nos apoyamos, nos alentamos, buscamos juntas lo que Dios quiere de nosotras.

– Con una misión peculiar: estar profundamente unidas a todos ustedes, no sólo rezando por todos, sino viviendo en nuestra carne los gozos y esperanzas, las fatigas y fracasos del mundo de hoy. Somos testigos de que somos amados incondicionalmente por Dios y de que esto nos compromete.

“Sólo el amor es el que da valor a todas las cosas” (Santa Teresa)

“Entendamos, hijas mías, que la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y mientras con más perfección guardáremos estos dos mandamientos, seremos más perfectas. Toda nuestra Regla y Constituciones no sirven de otra cosa sino de medios para guardar esto con más perfección.”

Como saben los que aman de veras, no hay amor que no conlleve renuncia, salida de sí, don de sí mismo. Jesús, el «Capitán del amor» como lo llamaba Teresa, es la referencia por excelencia de la primacía del amor y sus consecuencias.

Para Teresa la vida de las hermanas se construye desde estos tres ejes fundamentales:

– el amor, como ley primera de toda la vida y opciones;

– la verdad como camino;

– la libertad como dignidad de hijos.

La verdad las hará libres para amar. Aquí concentra su propuesta a las monjas que pretendemos vivir para Dios y para los hermanos, “dándonos del todo al Todo”. Lo propone sin rigorismos, pero con radicalidad y atendiendo a los procesos de cada una. Desde estos cauces nos parece que hay que discernir la ascética teresiana.

El Evangelio nos pone frente a opciones que no se improvisan. Buscar la paz y la justicia no se improvisa. Llegar a ser misericordiosos no se improvisa. Sabemos por experiencia cuánto nos cuesta. Y la ascesis es eso: entrenar el corazón para que pueda responder amando. Por eso es imprescindible.

Sin duda los aspectos prácticos fueron también tratados por Teresa con sus hermanas. Son “aterrizajes” en su tiempo y su lugar que nos invitan a “aterrizar” en nuestros respectivos tiempos y lugares. Es lo que nos ayudó a hacer el Concilio Vaticano II. Formas y costumbres que respondían a la sensibilidad del siglo XVI, no dicen nada o son incomprensibles a la sensibilidad del tiempo en que vivimos. Algunas prácticas penitenciales hoy nos resultan chocantes. Pero nunca fueron instrumentos de tortura, ni fueron vividas así por quienes las usaron. Las más sabias tradiciones espirituales las consideraron con recelo por el peligro de soberbia que entrañaban y por ello estuvieron siempre sujetas al discernimiento de la obediencia. Hace años que fueron cayendo en desuso en la mayoría de las formas de vida consagrada. En el “aterrizaje” de hoy, el Papa nos pide que busquemos los medios que nos ayuden a una vida más profética y creíble.

Las carmelitas descalzas, como hijas de Teresa, sabemos que “la verdad padece mas no perece”. Acompañamos a nuestras hermanas y estamos ciertas de que pondrán a disposición de los referentes judiciales los elementos necesarios para la investigación que se ha emprendido a raíz de las denuncias presentadas.

Nos unimos a la oración y la preocupación manifestada por el Obispo, y a toda la Iglesia para que salga a la luz la Verdad que nos hace libres para amar.

En el amor del que nos amó primero, Hna. María Mónica de Jesús OCD, Asociación Carmelitas Descalzas Nuestra Señora de Luján.+

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