Un «adiós ecológico»: crece la cremación de mascotas con agua

La «acuamación», un proceso que ayuda al medio ambiente y permite un adiós «más en paz», suma adeptos en todo el mundo. En qué consiste y cómo funciona este método.

mascota

El último adiós a una mascota nunca es agradable. La despedida de un animal fiel puede ser muy dolorosa, y hacer el proceso de cremación es, para algunos, una experiencia espantosa. Por eso, una nueva forma de despedir a los animales está tomando cada vez más popularidad: la acuamación. Con agua en vez de fuego y con más respeto por el medio ambiente, el proceso apunta a lograr un adiós «más ecológico» y menos triste que los funerales tradicionales.

“Tuve una mascota a la que cremé en el pasado y no me gustó, el proceso fue muy rápido, no tuve tiempo de asimilarlo. Además, trato de ser respetuosa con el medio ambiente en mi vida diaria en general”, confesó a EFE Santhiya, una mujer india de 31 años que perdió recientemente a “Carpet”, un caniche toy de 17 años.

Por eso, Santhiya recurrió a la «acuamación», un método que recrea de modo acelerado la descomposición de un cuerpo con la ayuda de hidróxido de potasio y agua a temperatura elevada (unos 150 grados). Llamado técnicamente hidrólisis alcalina, el proceso deja al animal en una cámara metálica con el hidróxido de potasio y el agua.

Con el paso de las horas, los enlaces entre las sustancias químicas del cuerpo se rompen en un proceso denominado hidrólisis y la materia orgánica acaba licuándose. Todo salvo los huesos, que más tarde se procesan y reducen a polvo. Una vez preparados, los restos se depositan en una urna y entregan a la familia del fallecido.

Un adiós ecológico

Al no requerir combustión, expertos aseguraron que la acuamación reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en aproximadamente un 35%, además de requerir alrededor de un 90% de energía menos que la cremación por ignición, que tarda entre 2 y 4 horas.

Pero no solo es la parte ecológica lo que lo hace popular, sino también la emocional. Santhiya dijo que el proceso le hace sentirse “más en paz, y es bueno con el medio ambiente”.

Porque, mientras la incineración de su anterior mascota le resultó fugaz e impersonal, el adiós a “Carpet” fue lo contrario: se trató de una ceremoniosa y larga despedida, que empezó con la perrita yaciendo en su colchón en un altillo decorado con flores de una cálida sala velatoria de la funeraria, rodeada por Santhiya y sus familiares.

Durante el comienzo de la despedida, los singapurenses administran leche en el hocico de la caniche fallecida. ¿Por qué? “En la cultura india creemos que así se cierra el ciclo de la vida, yéndonos con el mismo alimento que recibimos al llegar al mundo”, contó Santhiya a EFE.  Luego, pasan unas horas con ella, antes de que comience la acuamación.

El potencial de la acuamación

Todo esto hizo que el «adiós ecológico» tome cada vez más protagonismo. Yang Loo, fundador de “The Green Mortician”, el único establecimiento de su tipo en Singapur, confesó que está gratamente sorprendido. “La gente está muy receptiva”, afirmó el joven de 28 años. “A mucha gente no le gusta la idea del fuego, es deprimente. Hemos tenido ya como 40 clientes, y organizamos también un pequeño funeral para ellos”, agregó.

En Singapur, la acuamación es el doble de atractiva: al ser una isla de unos 5.5 millones de habitantes sin apenas espacio sin urbanizar, las cremaciones son casi una obligación, al no haber metros cuadrados para ampliar los cementerios. Pero al otro lado del mundo también hay oportunidades: en Canadá, la cremación aumentó aproximadamente un 25% en los últimos 20 años. Allí existe Eirene Cremations, fiel defensor de la acuamación, y en Estados Unidos lo acompaña la Asociación de Cremación de América del Norte (CANA).

Hay dos obstáculos muy importantes. El primero es el costo: Loo dijo a EFE que cobra más o menos lo que costaría una cremación tradicional para mascotas, entre unos 400 y 800 dólares, dependiendo del tamaño del animal, habiendo cremado desde pájaros y hámsters hasta perros y gatos. Sin embargo, la maquinaria necesaria para poder reutilizar el agua del proceso cuesta 150.000 dólares. No tenerla hace que se necesiten 800 litros de agua por cada vez que se hace el proceso (que crema a varios animales a la vez).

Por otro lado, existe la barrera de la regulación. Aunque países como Reino Unido, Canadá u Holanda fueron legalizando la acuamación con el paso de los años, todavía quedan muchos países que no permiten el proceso, haciendo más difícil la acuamación de animales. Los humanos son los siguientes, pero para eso todavía queda mucho rato.

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