Fueron absueltos los tres acusados del golpe al Banco Macro de la sucursal Congreso. Fue el robo de más de 30 millones de dólares donde saquearon 99 cajas de seguridad. El dinero nunca fue recuperado y ahora el caso quedó impune.
Un exsubcomisario de la Policía Federal (PFA), su chofer y el encargado de un edificio fueron absueltos en el juicio al que habían llegado acusados como presuntos coautores del denominado «Robo del Milenio», con lo que quedó impune el hecho en el que hace 13 años una banda de boqueteros saqueó 99 cajas de seguridad de la sucursal Congreso del Banco Macro y se llevó un botín de entre 25 y 30 millones de dólares jamás recuperados, informaron hoy fuentes judiciales.
El caso tuvo en 2010 su repercusión porque, emulando a los autores del denominado «Robo del Siglo» al Banco Río de Acassuso ocurrido en 2006, en este hecho los ladrones también dejaron escrita una frase burlona para los investigadores en la que se jactaban de haber superado aquel atraco bancario: «No será el del siglo, pero es el del milenium» (sic).
El veredicto absolutorio fue dado a conocer el viernes pasado por el juez Carlos Rengel Mirat, del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 26 de la Capital Federal, quien llevó adelante este debate oral desde el 17 de febrero pasado.
Tres eran los imputados que habían llegado en libertad a este juicio, pero ninguno de ellos era alguno de los ladrones -nunca identificados- que estuvieron dentro del banco.
Se trata del exsubcomisario de la PFA Marcelo Amarilla, en aquel momento segundo jefe de la por entonces comisaría 5ta. de Congreso; su chofer y también policía, el excabo Omar Mikic; y Rolando Pedro Quiroga Pardo, quien aún hoy sigue siendo el encargado del Instituto Argentino de Seguridad e Higiene, edificio lindero desde donde los boqueteros ingresaron al banco.
La fiscal del juicio Diana Goral y la auxiliar fiscal Marina Narváez, quienes representaron al Ministerio Público Fiscal en el debate, habían acusado en su alegato a los tres como coautores de un «robo agravado por haber sido cometido en poblado y en banda».
Según las fuentes judiciales consultadas, para los expolicías Amarilla y Mikic la fiscalía había pedido una condena de ocho años de cárcel y para el portero Quiroga Pardo, seis años; mientras que la querella del Banco Macro había solicitado una pena de cuatro años para los dos expolicías y de tres años en suspenso para el encargado.
Si bien los fundamentos recién se darán a conocer el próximo viernes, el abogado defensor de Amarilla, Leonardo Rombolá, aseguró a Télam que «en el juicio quedó demostrado que los tres imputados que llegaron a juicio eran inocentes y que no había prueba que los comprometa».
«Al igual que le pasó años más tarde con el caso de la muerte del fiscal Alberto Nisman, esta fue una pésima investigación de la exfiscal de instrucción Viviana Fein» (actualmente jubilada), agregó el letrado.
La hipótesis que intentó probar la fiscalía en el debate es que los policías Amarilla y Mikic «liberaron la zona» y le dieron cobertura a la banda desde el exterior, a partir de la prueba clave de la causa, que eran los videos de cámaras de seguridad que los filmaron durante la madrugada del robo y la mañana y la tarde siguientes en un garaje situado en la calle Sarmiento y Riobamba.
En el caso del portero Quiroga Pardo, se le imputó haber «facilitado el acceso» de la banda al edificio donde trabajaba para que hagan el boquete y luego fingir que había sido tomado como rehén junto a su hijo -que también estuvo imputado en la causa pero luego quedó sobreseído- y a un joven en situación de calle al que los ladrones, cuando huyeron, le arrojaron un fajo con unos 5.000 dólares que quedaron tirados en una escalera.
Según el requerimiento de elevación a juicio -al que tuvo acceso Télam-, el hecho se inició cerca de las 22 del sábado 6 de marzo de 2010 en la sucursal del Banco Macro de la avenida Callao 264, a poco más de dos cuadras del Congreso de la Nación, y terminó a las 7.17 del domingo 7, cuando se activó la alarma.
Unas 256 cajas de seguridad fueron violentadas, pero solo 99 cofres fueron saqueados por los delincuentes, que se apoderaron de dinero en efectivo, joyas, lingotes de oro, documentos y otros valores.
Teniendo en cuenta no solo el efectivo, sino también el valor de las joyas y otros objetos, el botín fue calculado por la Justicia en entre 25 y 30 millones de dólares, de los cuales nunca se recuperó nada.
Para la fiscalía, algunos integrantes de la banda ingresaron primero a la sede del Instituto de Seguridad e Higiene, sito en Callao 262, donde trabaja como encargado Quiroga Pardo, y de ahí se dirigieron a la sala de docentes del primer piso, desde donde realizaron un primer boquete en el suelo, perforando el techo de la planta baja de la sucursal bancaria.
La banda contaba con al menos un integrante especialista en alarmas que logró «puentear» los dispositivos para que no se activaran e inutilizar la sirena.
Luego, con los rostros cubiertos con pasamontañas y desviando el enfoque de las cámaras de seguridad, se trasladaron al subsuelo del banco.
Allí, luego de sortear algunas puertas, hicieron otro boquete que les permitió el ingreso a la bóveda, donde violentaron las cajas de seguridad y huyeron con el botín.
Los tres acusados del juicio siempre negaron su participación en el hecho.
Por un lado, Amarilla y Mikic explicaron que esa noche fueron primero a cenar junto a sus esposas a una pizzería y luego a un pool de Congreso porque como policías de la zona no les cobraban; y que estuvieron de madrugada en el garaje porque la esposa del cabo se sintió mal y la llevaron a que se recueste en el auto.
En los videos se observaba que los dos policías manipulan una bolsa que, según la fiscalía, podían contener parte del botín, pero ambos acusados siempre dijeron que se trataba de una bolsita de un supermercado chino con una leche chocolatada.
En cuanto al encargado del edificio, Quiroga Pardo, quien aún hoy sigue trabajando en el mismo sitio, siempre declaró que nunca estuvo relacionado al robo y que fue víctima de la banda y tomado de rehén, cuando bajó a abrirle al repartidor de una pizza que había pedido.
Rombolá contó que en sus últimas palabras Amarilla, quien por este hecho perdió su carrera en la PFA y fue pasado a disponibilidad, dijo le habían “arruinado la vida» y remarcó que hasta un especialista en seguridad bancaria que declaró en el juicio afirmó «este robo no se pudo haber hecho sin alguien desde adentro que aportara información».
Fuente: (Télam)