La imagen de la Virgen de los Dolores que derramó sangre en la Parroquia Santa Teresita de Paraná siguió, con el paso de las horas, concitando la presencia de miles de fieles que se acercaron en las últimas horas, al templo ubicado en calles Saraví y 3 de Febrero.
Largas colas de fieles se forman en horarios nocturnos, cuando la mayoría de las personas terminan de desarrollar sus actividades y compromisos laborales. Durante el día, a la permanente asistencia de creyentes, se suman las visitas de los alumnos de la escuela que funciona en esa parroquia.
Si bien se trata de una parroquia que habitualmente cuenta con gran afluencia, la conmoción suscitada luego de lo sucedido el miércoles por la noche, alteró la habitual fisonomía del lugar, con colas de personas que se desparraman por el interior del templo pugnando por ingresar a la capilla del Santísimo, donde fue alojada la imagen de la Virgen, para su veneración.
Por esa razón, se amplió el horario para poder acceder al templo. Y se informó oficialmente que este fin de semana se incrementarán las celebraciones litúrgicas: para hoy están previstas a las 17 y 19, en tanto que para mañana se programaron cuatro misas: a las 8, 10, 19 y 20.15.
Comunicado
En el marco del impacto creado socialmente por el hecho, el Arzobispado de Paraná confirmó –tal como informó UNO ayer, a través de los dichos del cura párroco Diego Rausch– que se harán las investigaciones correspondientes, y profundizó la lectura de lo que puede representar lo sucedido, como mensaje para la grey católica.
«Habiendo tomado conocimiento de que una imagen de la Santísima Virgen presentó en su rostro signos de una sustancia que, aparentemente, es sangre, el párroco del lugar informó al arzobispo de este hecho», indica la primera nota, en su primer tramo.
«¿Qué lectura debemos hacer del mismo? Es algo materialmente constatable, está allí, es visible; el fruto que dé será obra del Espíritu Santo en cada uno. La Iglesia como Madre nos da su consejo de no sacar de ello interpretación alguna», planteó la institución local presidida por monseñor Juan Alberto Puiggari.
Prefiriendo ser cautos, el Arzobispado remarcó: «¿Dios quiere decirnos algo a través de esto? No más de lo que ya nos ha dicho en su Hijo Jesús, por lo que un primer fruto de este hecho es volver a escuchar a Dios donde Él nos espera: su Palabra en la Iglesia».
Y en esa postura, vuelve a poner énfasis: «¿La Virgen quiere decirnos algo con sus lágrimas? No más de lo que ya nos dejó cuando lloró ante su Hijo en la cruz, en el Calvario. Unida a Él ofrece el sacrificio de su corazón traspasado ‘por una espada’, la del amor por los hombres, invitándonos a reconocer la infinita Misericordia de Dios que no se deja ganar por la multitud de nuestros pecados. Nos invita a volver a la fuente de esa Misericordia de la que el pecado nos quiere alejar pero no puede, porque Dios no se resigna a perder a sus hijos y redobla su búsqueda».
A raíz de esa lectura del fenómeno, la institución eclesial local mostró una extrema cautela ante la conmoción y movimiento de miles de fieles de Paraná, que se acercaron y seguirán acercándose en las próximas horas hasta el templo. «Este debe ser un claro camino de discernimiento necesario para que, a su debido tiempo, se llegue a conclusiones ciertas», arrojó.
Y precisamente, al hacer referencia a la investigación que se encarará sobre el hecho, apuntó: «Cualquiera sea el resultado de tal investigación, debemos utilizar este tiempo para renovar nuestra fe y devoción a nuestra Madre Santísima, como camino que nos lleva a Jesucristo, y para ayudarnos a conmovernos y a responder, con solícita caridad fraterna, a las lágrimas que brotan del corazón de los hermanos que sufren en su cuerpo y en su alma».
Y concluye: «Conforme se vaya haciendo la investigación correspondiente, se darán a conocer las conclusiones».