Desde 1983 hasta la fecha el peronismo sólo perdió en Entre Ríos cuando hubo un solo competidor enfrente. El piso electoral del PJ siempre estuvo por encima del 40% y Sergio Montiel, al cabo el único que le pudo ganar, tuvo que polarizar la elección para poder hacerlo.
Más allá de la coyuntura y el efecto arrastre devaluado por la ausencia de Sergio Urribarri en la fórmula presidencial, la posibilidad de una única opción opositora desvela los ánimos del oficialismo. El anuncio iba a ser la semana que pasó, aunque ahora se pospuso para mañana aunque tiene altas probabilidades de concretarse: una gran interna opositora que alumbre una fórmula para la gobernación. Si el fantasma de la polarización a nivel nacional se sigue acentuando, un correlato entrerriano será mucho más sencillo. Crecen pues las chances de dar un batacazo y arrebatarle al oficialismo la Provincia de Entre Ríos, razonan.
El gobernador Sergio Urribarri no tiene un pelo de tonto y no está dispuesto a resignar la provincia sólo para satisfacer las ansias de amplitud y democracia interna que declama más de un candidato que jamás la practicó. La lógica es sencilla: una sola fórmula para evitar las fugas, una sola lista de diputados provinciales y juego abierto allí donde los dirigentes locales insisten en no ponerse de acuerdo. Asegurarse Paraná, Concordia y Concepción del Uruguay allana cualquier camino y evita mayores riesgos. El mismo encabezando la lista asegura el apellido Urribarri y lo que este pueda traccionar para arriba y para abajo.
Es cierto que una multiplicidad de fórmulas hubiera sido contraproducente. El experimento de la Ciudad de Buenos Aires caló hondo en el kirchnerismo y nadie quiere volver a repetirlo. Pero también es cierto que dos fórmulas hubieran potenciado más la interna del Frente para la Victoria. La hubieran hecho más atractiva, ante la disputa que se avecina en la oposición. No es la primera vez que el peronismo elije con el dedo y no hay consecuencias. Es un movimiento político acostumbrado al verticalismo que no suele pasar facturas. El lunes pasado, cuando la ola se venía y los teléfonos ardían, varios insinuaron rebeldía pero la aplacaron rápidamente. Tampoco son pocos los que dicen que ‘abajo’ nada quedó bien y será difícil enfocarlos a todos. Pero el peronismo sabe bien lo que es la supervivencia del poder y cómo conservarlo.
El desafío pues aumenta para la oposición. Nunca le pudo ganar una elección al PJ entrerriano si no fue abroquelada en un solo candidato montado en una ola nacional, como pasó en 1.999. Hubo victorias de medio mandato en las que no estaban en juego los cargos ejecutivos. Urribarri, terminado su sueño presidencial, volvió a tomarse fuerte del bastón de mando, escuchó los ruidos que venían de Concordia, y cortó por lo sano. El desafío ahora es terminar de acomodar la tropa, evitar los descontentos y esperar hasta dónde llega la movida opositora. Señores radicales, PRO, Frente Renovador, Coalición Cívica, GEN y Socialistas: ustedes tienen la palabra.