Meritocracia, ¿si o no?

La meritocracia es un modelo basado en el mérito, esto es, las posiciones jerarquizadas son conquistadas con base al merecimiento, en virtud, del talento, la educación, competencias o aptitud para un determinado puesto de trabajo.
Ahora bien, la sociedad meritocracia suele integrar el concepto de talento con esfuerzo, ahí encontramos un punto de inicio a una definición anterior muy generalista.
Si nos vamos al plano educativo, quiero comenzar con una frase de un joven madrileño llamado Francisco Tomas y Valiente “la calidad educativa no puede reducirse a la excelencia académica, la calidad educativa necesita de otro componente que es la equidad”.
¿Que expresa este joven madrileño? Que los sistemas educativos no deben basarse en una visión unidimensional, y que la inteligencia debe visualizarse en funciones creativas, reflexivas, emociónales y de relación con los pares y con el contexto. Lo anteriormente descripto enmarca la necesidad que el sistema educativo comience a dar prioridad a las capacidades blandas del individuo, entre otros conceptos.
La inteligencia no debe ser cuantificada en forma de calificación, porque si no la escuela solo cumple la función de clasificar, seleccionar y por ende estandarizar, sí de criterios de evaluación hablamos.
Equidad y meritocracia, en la educación, nunca se llevaron bien, pero no es una cuestión de valores, el propio estado con sus políticas educativas produce dicho problema.
Tranquilamente equidad y meritocracia pueden ir de la mano, pero para ello debemos innovar principalmente en la pedagogía, buscando que el éxito sea alcanzado por todos o por la inmensa mayoría de los estudiantes.

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Cuando el gobierno nacional, plantea la no meritocracia en la sociedad argentina, lo que hace es aumentar considerablemente las desigualdades ya existentes entre pobres y ricos. El pase actual de la educación a la virtualidad, es un ámbito que demuestra como las desigualdades crecen a pasos agigantados.
Según Robinson “para quienes viven en la pobreza, la educación se está convirtiendo cada vez más en una carrera de obstáculos y no en una recta lisa y nivelada”. Las escuelas, para Robinson, no son a menudo, caminos que te llevan al éxito, sino callejones educativos sin salida.
Para ello, la educación pública, en este caso, siempre tiene que velar por el interés general, es por ello que en la educación, quien tiene más dificultades de acceder, es la persona que más debe ser ayudada.
El filósofo Jhon Rowls sostuvo que “la voluntad para hacer un esfuerzo, para intentarlo, y por lo tanto ser merecedor del éxito en el sentido ordinario, depende de la felicidad de la familia y de la circunstancias sociales”.
Desde mi punto de vista, nadie puede atribuirse mérito alguno, porque tuvo la suerte de nacer en una familia con un buen pasar económico y que además dicha familia apoya las iniciativas de su hijo para alcanzar las metas, no quiero confundirlos, lo que describí anteriormente, es algo grandioso como sociedad y que se valora notablemente, pero no es un mérito para ese hijo.
El sistema de herencia pecuniaria, educacional y genética, augura para sus descendientes un puesto en la sociedad, NO LOGRADO NI MERECIDO. Un claro ejemplo de lo anterior, se da en la política nacional, donde en la actualidad personas ocupan lugares estratégicos en el poder legislativo o ejecutivo por el solo hecho de ser hijos de ex Presidentes de la Nación o ex gobernadores, que en muchos casos fueron o son investigados por hechos de corrupción.
El esfuerzo individual no alcanza para obtener todos nuestros logros, éstos dependen a su vez de otros factores completamente ajenos a nuestra voluntad.
Por eso me pregunto… ¿la sociedad argentina premia a la educación?
Para contestar esta pregunta, primero debemos contextualizar y mencionar, que el 50% o más de los niños, nacen en contextos sociales muy vulnerables. Es por ello que en la Argentina el concepto meritocratico está muy distorsionado, y es de muy difícil aplicación.
Hagamos un ejercicio y ejemplifiquemos con una carrera de 100 metros llanos en Atletismo, el punto de largada será nuestro contexto y el seno familiar en que cada atleta se encuentra, los 100 metros a desarrollar serán, el esfuerzo, las facilidades y las dificultades que cada atleta va a encontrar, y que debe sortear para llegar a su meta, en la largada vamos a encontrar 8 atletas que provienen en igual porcentaje de familias pobres y ricas, ¿imaginen quienes van a estar en el podio de esa carrera, al finalizar la misma?
Es por ello, que debemos avanzar en la formación de estructuras educativas más meritocraticas, debemos potenciar en proponer un diseño institucional y de incentivos que premie el mérito y el esfuerzo independientemente del sector social donde cada persona haya nacido.
La calidad del sistema educativo tiene grandes falencias, y se debe mirar, para comenzar a solucionarla en los siguientes aspectos: infraestructura, capacitación específica de docentes, mejores sueldos docentes, sindicalistas probos y que pongan por delante el bien común antes que su bien personal, modificaciones de los diseños curriculares, innovación educativa, etc. Estos son factores internos, pero ignoramos además los factores externos; por ejemplo, haciéndonos preguntas tales como, ¿formarse es redituable para las personas? ¿Argentina premia la educación y el conocimiento?
En la actualidad, dichas preguntas son difíciles de responder, y a su vez se visibiliza cada vez más, las generaciones ignoradas por la Argentina, que salen en busca de oportunidades de trabajo y no la encuentran o encuentran trabajo, en un porcentaje menor, en funciones que no se formaron, hasta pronto.

Prof. PEDRO DEMARCHI.

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