Leo Fariña, ¿un visionario?

El billete de 100 pesos comenzó a circular el 6 de enero de 1992. En los últimos años, gracias al exponencial aumento del circulante, la pérdida de poder adquisitivo del peso y la falta de billetes de mayor denominación, la base monetaria de nuestro país aumentó de modo considerable; efectos económicos y sociales del fenómeno.

Florencia Carbone

Al final, Leonardo Fariña, ex esposo de la modelo Karina Jelinek, actualmente detenido acusado por evasión de impuestos, fue un visionario: además de su valor nominal, los billetes tienen peso propio y eso, en un contexto inflacionario se vuelve aún más relevante (ver “Los que están felices”).

Durante una supuesta cámara oculta en la que mantenía una charla con el periodista Jorge Lanata, y mientras hacía alarde sus contactos y conocimientos financieros, Fariña inmortalizó algunas frases como que las coimas se pagan en euros porque al tener un billete de mayor denominación que el dólar norteamericano (500 en el primer caso, 100 en el segundo), una suma superior de dinero tiene menor volumen y peso.

“Un millón de dólares pesa un 1 kilo 100”, dijo entonces. Sin embargo, algunos expertos se encargaron de verificar la cifra y corrigieron el dato: Según información de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo, 1 millón de dólares (100 fajos de 100 billetes de US$100) pesa exactamente 10 kilos, es decir, casi nueve veces más de lo que dijo Fariña (cada billete pesa 1 gramo). Luego llegó la balanza precisa para los Euros: un millón en billetes de 500 Euros (20 fajos de 100 billetes) pesa 2,2 kilogramos.

Tal vez en aquél momento otro dato que desconocía Fariña es que hay en el mundo otros billetes de mayor poder adquisitivo que el de 500 Euros. Un reciente estudio de Carta Financiera reveló que el billete de mayor poder adquisitivo del mundo es el de 10.000 dólares de Singapur, que equivale a unos 7.500 dólares norteamericanos, y el segundo, el de 1.000 Francos Suizos, que equivale a US$1.700.
Tras un relevamiento de monedas de 180 países, la Consultora que dirige Miguel Angel Boggiano elaboró un ranking en el que los billetes se ordenaron de mayor a menor según su poder adquisitivo (ver tablas).

En el podio de los que más valen se ubican Singapur, Suiza y la Unión Europea con su famoso billete de 500 Euros.

El que está al fondo de la tabla (el billete de menor poder adquisitivo) es el venezolano de 100 Bolívares, equivalente apenas a 0,17 centavos de dólar estadounidense.

¿Y por casa cómo andamos? Nuestro billete de mayor denominación (el de 100 pesos) ocupa la 18ª posición empezando desde abajo.
Durante una entrevista en Trade Radio, Boggiano explicó cómo influye en la economía de un país tener billetes de mayor denominación (y poder adquisitivo).

-Hace tiempo que diferentes sectores reclaman la creación de un billete argentino de mayor denominación. Los opositores dicen que el Gobierno se niega a hacerlo porque implicaría reconocer la inflación (por la pérdida de poder adquisitivo del de 100 pesos). ¿Qué impacto tiene en la economía contar con billetes de más poder adquisitivo?

-Claramente lo que hace es facilitar la operatoria. Cuando tenés un billete con un poder adquisitivo tan bajo ocurren, principalmente, dos cosas: 1) Se vuelve más difícil la transaccionalidad. Se incrementa de modo exponencial el transporte de un montón de billetes con todos los riesgos (y costos) que eso acarrea. 2) Hay un costo propio de la impresión de esos billetes que es enorme. Se estima que en la Argentina el costo de imprimir los billetes hoy ronda los 1.000 millones de pesos, cuando hace 6 años esa cifra era de 80 millones.

-Uno de los sectores que encabeza ese pedido es el bancario…

-Sí, a ellos se les genera un gran problema de seguridad y económico: en la actualidad, la frecuencia de recarga de los cajeros se incrementó entre tres y cuatro veces (eso implica pagar a la empresa transportadora de caudales más viajes y tener personal destinado al control de las máquinas). Más allá de que los cajeros no están preparados para los volúmenes actuales (es habitual que un letrero advierta que no pueden colocarse más de 40 o 50 billetes por sobre, lo que acarrea gasto de tiempo y papel extra en el fraccionamiento de cada operación). Hay decenas de inconvenientes, incluso sé que algunas empresas han tenido que ensanchar los camiones de caudales y hacerles modificaciones porque no podían cumplir a horario con el abastecimiento de ciertos puntos.

-¿Cuáles son los motivos por los que un Gobierno, teniendo a la vista las ventajas que acarrearía contar con billetes de mayor denominación no lo concrete?

-Es una treta un poco grotesca para tratar de esconder la inflación, cuando todo el mundo sabe que el billete de 100 pesos hoy vale muchísimo menos que antes. No hay otra explicación. Tenemos un Gobierno que ha falseado las estadísticas del Indec en toda las líneas -no es sólo la inflación-. Salió un artículo periodístico hace poco mostrando cómo se inflaron en US$2.000 millones las exportaciones para que la balanza comercial diera positiva. Lamentablemente no nos debería sorprender, es la necedad de gente que piensa que así tiene más argumentos para poder seguir mintiendo y decir que no hay inflación.

-¿Cuál fue el billete de mayor denominación histórica en el mundo y en la Argentina?

-El de mayor denominación del mundo fue el de Zimbawe, que abandonó su propia moneda en 2009. Lo digo en cantidad de ceros porque es más fácil: 100 y después ¡doce ceros más! Un billete de cien trillones americanos. Cuando Rhodesia pasa a ser Zimbawe abandona la convertibilidad de uno a uno con el dólar estadounidense. El descalabro monetario fue total, tal es así que es el único país del mundo que no tiene moneda de curso legal desde entonces. Hay países como Ecuador y Panamá que han adoptado el dólar pero en Zimbawe directamente cada uno usa el billete que se le da la gana: circulan en paralelo dólar, libra, yuan, rupia, euros, yen. Es un caos. Uno paga algo en yen y tal vez el vuelto te lo dan en euros.
El de mayor denominación nuestro fue el de un millón de pesos. Era chico pero me lo acuerdo (dice riendo), uno rosado con la cara de San Martín. De ahí para acá perdimos siete ceros.

-¿Es correcto incluir en la herencia que recibirá el próximo gobierno la tarea de imprimir un billete de mayor denominación?

-¡Sin dudas! Hoy lo que tendría más sentido sería un billete de mil pesos. Eso nos pondría en un poder adquisitivo frente al dólar de hoy de unos US$70. En el mundo el promedio del billete de mayor denominación es de US$55. Si buscáramos la mediana de los 180 países en lugar del promedio, la cifra nos daría US$30 de poder adquisitivo, con lo que un billete de 500 pesos, en ese caso, sería suficiente.

El diario La Nación publicó que según el último informe de circulación monetaria del Banco Central del 13 de febrero, 66,5% de los billetes que circulan en la economía argentina son de 100 pesos. “La inflación y el aumento de emisión han hecho que su participación sea récord en la historia del peso”, agrega. De acuerdo con el análisis del medio, en doce años nuestro billete de mayor denominación perdió aproximadamente 90% de su poder adquisitivo.

Frente a los datos de la realidad queda en claro que en los últimos años, gracias al exponencial aumento del circulante, la pérdida de poder adquisitivo del peso y la falta de billetes de mayor denominación, la base monetaria de nuestro país (como se denomina al volumen de moneda que hay en la calle y en los bancos) tuvo un importante crecimiento físico. Las consecuencias están a la vista. Las soluciones, por ahora, no.
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