Keila, abogada a los 20 años y con la ilusión de ser jueza

 

Keila Verónica Nazar tiene apenas 20 años y ya es abogada. Hizo en tiempo relámpago la carrera. Quiere ser jueza. Presentó su primer escrito en tribunales. Y también da clases en la Facultad de Derecho de Buenos Aires.

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“Hace un año que estoy dando clases en la UBA –cuenta-. Empecé como ayudan y me dejaron a cargo las comisiones, corrijo exámenes y doy clases. Los chicos me tienen un gran respeto…”.

Keila es hija del veterinario Juan José Nazar y de Verónica “La Turca”. Siempre vivió en Buenos Aires, estudió allá, fue abanderada y se recibió casi con 10. “En realidad quería ser jueza, y lo dije desde chica. Cuando crecí me dijeron no, primero tenés que ser abogada. Más que nada para defender a la gente de las injusticias, ante una situación complicada del país. Desde que nací mi papá está enfrentando juicios familiares. Incluso mi primer escrito lo presenté acá en los tribunales como abogada de mi papá”.

Keila se recibió en apenas dos años en la Universidad de la Empresa. “No hice ninguna materia libre. Todas las cursé, ocho horas diarias y dos finales por día. Me apasionó y terminé con casi 10 y la medalla de oro que es la máxima distinción en el ámbito académico. Estoy feliz porque con mis alumnos me llevo muy bien. Les gustan las clases y trato de acompañarnos en la previa de los exámenes. El año pasado me fui a hacer un curso intensivo a Estados Unidos, en la Universidad de Columbia. Conocí la Corte Suprema y me quedé impresionada con el juicio por jurados”. A la joven abogada le gusta el Derecho Penal aunque hará Familia y Sucesiones. “El primer escrito lo presenté por lo de mi familia”, avisa firme. ¿Y la vida personal? “Está lo profesional donde superé los 50 cursos. Hago cuando congreso aparece. Ojo que tengo mis hobbies. Toco la guitarra, soy cinturón negro de taekwondo, bailo danzas árabes y me encanta el campo. Vengo y me relajo”.

Sobre la profesión, Keila también se arriesga a dar una opinión. “Es como todo, hay colegas que hacen su profesión por amor. Uno cuando hace el juramento ético promete no defender casos que vayan en contra de tu conciencia, y sino que Dios y la Patria te lo demanden. La verdad que yo coincido bastante con eso. Si el caso es justo y honesto por supuesto que lo voy a defender, pero lo contrario no porque sería ir en contra del valor de la justicia que es darle a cada uno lo que le corresponde. Sé que tiene que haber gente para defender todos los casos pero es decisión de cada uno el momento”.

La tesis final de Keila fue sobre la justicia y la corrupción pública. “Hice un análisis de los casos de Comodoro Py. Entre todos tenemos que velar porque la justicia funcione, porque es la última instancia. Si hay alguna irregularidad hay que denunciarlo. Entiendo que la sociedad no confía pero estoy convencida que se puede mejorar. Tiene que haber abogados justos que defiendan causas justas”. La joven profesional el agradeció especialmente a sus padres y sobre todo a su madre que ha tenido mucho que ver con su carrera.

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