El Papa pidió «Nunca más» por las victimas armenias

El papa Francisco oró en silencio ante el memorial que recuerda a las víctimas del genocidio armenio de comienzos del siglo XX, y conversó con algunos descendientes de armenios refugiados por el Vaticano por aquel entonces.

Francisco, de viaje apostólico a Armenia hasta mañana, llegó al complejo conmemorativo junto al patriarca de la Iglesia Apostólica armenia, Karekin II, y ambos fueron recibidos por el presidente de la República, Serge Sargsián.

Tras recorrer a pie unos cien metros, el Papa depositó a los pies del memorial una corona de flores blancas y amarillas, los colores del Vaticano, con una banda que rezaba «en honor de los mártires».

Fue entonces cuando Francisco permaneció algunos minutos rezando en silencio y sumido en el recogimiento.

Después el papa y Karekin II accedieron al monumento, de planta circular, y se situaron frente a la llama perenne que conmemora a las víctimas del «genocidio» y depositaron algunas flores más ante el fuego.

Ambos líderes religiosos pronunciaron sendas oraciones de intercesión ante la llama y posteriormente asistieron a un concierto de «duduk», un instrumento de viento tradicional del país.

El papa también firmó en el libro de honor del complejo, en el que escribió: «Aquí rezo, con dolor en el corazón, para que nunca más se den tragedias como esta, para que la humanidad no olvide y sepa vencer el mal con el bien».

«Que Dios conceda al amado pueblo armenio y al mundo entero paz y consolación. Que Dios custodie la memoria del pueblo armenio. La memoria no debe ser aguada ni olvidada: la memoria es fuente de paz y de futuro», agregó Francisco de su puño y letra.

Después Bergoglio recibió a una decena de descendientes de los 400 niños que el Vaticano refugió por aquellos años en la residencia pontificia de Castelgandolfo, al sur de Roma, por voluntad del papa Benedicto XV.

Pudo verse a Francisco conversando con ellos durante algunos instantes y les hizo entrega de un rosario.

Francisco abandonó el lugar para poner rumbo a la norteña Gyumri, donde pasará esta segunda de jornada para oficiar una misa y mantener un contacto con la comunidad católica.

Inaugurado en 1967, el memorial se sitúa en lo alto de una colina de la capital armenia, Ereván, y se compone de tres partes: el mausoleo, una alta columna puntiaguda de basalto y el Muro de la Memoria, donde están inscritos los nombres de las víctimas.

El mausoleo está delimitado por doce grandes losas de cemento en cuyo centro arde la llama perenne y el lugar cuenta también con un museo sobre el genocidio, instituido en 1995 para conmemorar el octogésimo aniversario de las masacres.

Todo el espacio tiene por objetivo recordar al millón y medio de armenios que, según las estimaciones, perecieron en el marco de las deportaciones orquestadas por los otomanos desde 1915 para expulsar a las poblaciones armenias presentes en la Anatolia.

Pese a que Armenia se bate para que el mundo reconozca estos trágicos eventos como un genocidio, únicamente una treintena de países lo ha hecho. Esto provoca la protesta de Turquía, heredera del extinto Imperio Otomano, ya que considera estos hechos una consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

El papa Francisco no solo empleó el controvertido término «genocidio» en una misa del año pasado, provocando una crisis diplomática con los turcos, sino que ayer en Ereván volvió a hacerlo y culpó además a las grandes potencias de mirar hacia otro lado.

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