Tras el hallazgo de dos brazos flotando por parte de pescadores, aparecieron nuevas partes del cuerpo de una mujer en la provincia de Santa Fe y la sociedad está conmocionada.
Se trata de una mujer de alrededor de 40 años, posiblemente de clase media, saludable, que podría no ser residente de Rosario y por la que nadie se acercó a reclamar en el Instituto Médico Legal (IML). «Tenemos un cuerpo que esta casi completo. Ya se realizaron radiografías, pericia odontológica y se pudieron tomar las huellas dactiloscópicas. Es factible que en las próximas horas se pueda realizar la consulta con el Renaper (Registro Nacional de las Personas) para establecer la identificación. Llama mucho la atención que nadie se haya acercado al IML a reclamar por él. Puede que la mujer no sea de Rosario o de la zona», explicó Alicia Cadierno, directora del IML, respecto al cuerpo de una mujer desmembrado cuyos restos comenzaron a aparecer la tarde del lunes sobre las márgenes del arroyo Saladillo.
«El rostro estaba perfectamente conservado. Tenemos elementos suficientes para una identificación certera. Aparentemente el desmembramiento del cuerpo fue hecho post mórtem y se utilizó un elemento de corte plano que podría ser una amoladora», indicó la especialista forense.
Según pudo establecerse el fiscal Adrián Spelta, quien lleva adelante la investigación, trabajó hasta el momento sobre al menos seis denuncias de búsqueda de paradero, dentro de lo más cercano a la edad y características del cuerpo encontrado: cinco en el departamento Rosario y uno en Cañada de Gómez. Todos fueron descartados.
El lunes dos pescadores que estaban en uno de los márgenes del Parque Regional Sur, a la altura de Centenario y avenida Argentina, «pescaron» un brazo humano. En principio los pescadores pensaron que se trataba del brazo de un maniquí. Al otro día encontraron el otro brazo, las dos piernas y la cabeza a la altura de calles Cervantes y Sargento Cabral, a metros del cruce de avenida Circunvalación y a unos 500 metros de la desembocadura en el Paraná. Y por último el torso cortado en dos partes a la altura de Cambeira y Tolstoi. Las partes del cuerpo estaban dentro de bolsas de consorcio en el agua y estaban separados por entre 100 y 200 metros unos de otros. El torso fue lo que apareció arroyo arriba.
Todas esas partes fueron a una de las cinco mesas de Morgagni, por el anatomista italiano considerado padre de la patología (1682-1771), que tiene el IML. En la mesa de autopsias se fue armando un complejo puzzle anatómico.
Cadierno es una forense con 30 años de recorrido en el duro oficio de descifrar los datos que brindan cuerpos a los que la muerte les llegó de una manera poco clara. Hoy le toca ser directora del IML y está asombrada por los niveles de violencia que se están observando en la ciudad. «Mi experiencia me permite pensar que este tipo de casos se van a repetir», explicó. Entre cientos de necropsias participó en la de Adolfo Godoy, asesinado con tres disparos tras una discusión 3 de agosto de 2003 que mantuvo con su mujer: María del Carmen Rómbola, apellido por el que se reconoce el caso. Un expediente que fue capítulo del ciclo «Mujeres Asesinas» y es uno de los casos recordados de un cuerpo descuartizado. Tras el asesinato Rómbola y un amigo, Andrés Daniel Piccoto, desmembraron el cuerpo de Godoy en 19 pedazos, lo sumergieron en un tacho con cal y lo enterraron en una huerta comunitaria. Rómbola fue condenada a 12 años de cárcel y Picotto a una pena de 3 años de prisión en suspenso por encubrimiento, ya que en trozar un cuerpo muerto no representa delito.
«Tenemos un cadáver desmembrado. Segmentado. Que fue fragmentado posiblemente con una amoladora con la intensión de desechar el cadáver con facilidad. No hace falta que haya sido un cirujano utilizando una sierra Stryker para realizar esos cortes. Como son cortes netos se puede pensar en maniobras quirúrgicas. Pero no. Se uso un elemento de corte plano, muy factiblemente una amoladora», clarificó la forense. «El desmembramiento impresiona como post mórtem, aunque la definición absoluta lo va a dar el informe de anatomía patológica. Establecer la causa de muerte va a llevar un tiempo porque necesitamos adaptar, rearmar el cadáver, y verificar la presencia de lesiones que pueden ser imperceptibles», indicó.
«La dificultad en establecer la causa de muerte está en obtener la mayor cantidad de tejidos blandos completos. Vamos a abocarnos en trabajar sobre el cuello ya que en principio no habría heridas de arma de fuego o de arma blanca», explicó. «Tampoco se observan lesiones contusas. El estudio del cuello va a ser definitorio para conocer si hubo sofocación», agregó. El cuerpo llevaba en el agua entre 3 y 5 días al momento del hallazgo.
«El cuerpo de la mujer cuya identidad es un enigma no tiene tatuajes, cicatrices o marcas particulares. Las facciones de su rostro estaban conservadas. En sus manos tenia anillos metálicos. «Ayer por la tarde (por el martes), gracias al trabajo de la forense María Susana Soplan, logró impresiones dactilares eficientes como para una identificación», contó Cadierno. Esas muestras fueron remitidas al Renaper para buscar identificación de la mujer desmembrada. Las partes del cuerpo fueron fotografiadas, les realizaron radiografías y una pericial odontológica. Entre los arreglos tenia coronas acrílicas. «Llama la atención que nadie reclame por ella», sentenció la directora del IML.
El descuartizamiento de un «cuerpo víctima de homicidio» provoca un profundo malestar social, pero jurídicamente trozar «un cuerpo muerto» no representa delito. Claramente si el desmebramiento es post mortem. Descuartizar un cadáver no es un agravante para un homicidio, aunque puede ser considerado al momento al definir el monto de la pena en un potencial juicio.
Fuente: La Capital