Diabetes: en 2035 habrá un 50% más de enfermos en todo el mundo

Es posible controlarla y prevenir complicaciones, pero sólo el 30% de los pacientes tratados logra mantener en forma sostenida los niveles normales de glucosa en sangre

Foto: LA NACION / Federación Internacional de Diabetes / Novonordisk

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NUEVA ORLEÁNS.- El atlas de la diabetes es cada vez más grande, y la OMS dedicó este año su Día Mundial de la Salud a esta enfermedad. En todo el globo, 387 millones de personas conviven hoy con esta afección, y se espera que para 2035 la cifra aumente a 592 millones (más del 50%), de los cuales la mitad nunca será diagnosticada. En el país, 1 de cada 10 adultos padece la enfermedad. En el 95% de los casos se trata del tipo 2, asociada principalmente a los estilos de vida que predominan en las grandes ciudades: alimentación inadecuada, exceso de peso y sedentarismo.

Las estadísticas actuales revelan que sólo 3 de cada 10 pacientes tratados y con adherencia a las distintas terapias logran controlar los niveles adecuados de glucosa en sangre, es decir, por debajo del 7%. «Pero si tenemos en cuenta que casi el 50% de los pacientes en todo el mundo no fue diagnosticado, la situación es mucho más complicada -señala el médico danés Mads Krogsgaard Thomsen, director ejecutivo de Investigación y Desarrollo de la farmacéutica Novo Nordisk-. Sin diagnóstico no hay tratamiento y sin tratamiento comienzan las progresivas complicaciones de la enfermedad, como los problemas vasculares, renales, oculares y en los pies.»

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Un estudio realizado hace casi dos décadas en 13 países europeos reveló que el 58% de los pacientes con diabetes tipo 2 tenía miedo de comenzar a inyectarse insulina. «Y siguen con ese mismo miedo, y los médicos continúan con esa misma inercia, y hasta muchas veces se refieren a la posibilidad de comenzar a usar esta hormona en tono de amenaza: «Si no sigue la dieta y no cumple con las indicaciones, le voy a tener que indicar insulina». Esto es terrible porque, curiosamente, como la diabetes es evolutiva pueden pasar muchos años sin que los pacientes adviertan los daños causados por la enfermedad. Y cuando la insulina llega, o cuando sí está indicada pero tampoco se hacen los ajustes necesarios en las dosis, las complicaciones ya están muy avanzadas -dice la endocrinóloga Rosario Arachavaleta Granel, profesora de la Universidad Autónoma de Guadalajara, en México-. Hay mitos que persisten, y los pacientes creen aún que si utilizan insulina van a quedarse ciegos.»

Entre otros riesgos asociados, la diabetes no controlada aumenta de dos a cuatro veces el riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular y duplica las probabilidades de tener un accidente cardiovascular (ACV). Como advierte el médico danés Krogsgaard Thomsen, está demostrado que por cada punto de hemoglobina glicosilada (A1c) por encima de 7%, las complicaciones cardiovasculares se incrementan un 25%. Y en este sentido, hace referencia al nuevo estudio Leader presentado en este congreso y publicado en The New England Journal of Medicine, donde se demostraron los beneficios del tratamiento con la droga liraglutide, que logró reducir los eventos cardiovasculares y la muerte en adultos con diabetes tipo 2.

«Se redujeron en un 13% los riesgos cardiovasculares, como el infarto de miocardio y ataques cerebrovasculares, más conocidas como stroke, entre otros episodios no fatales. Otro de los desenlaces secundarios se vio en la menor cantidad de pacientes que murieron por una causa cardiovascular. En el grupo tratado con liraglutide se redujeron en un 22% los desenlaces fatales», agregó la doctora Yan Cai, directora médica de Novo Nordisk.

Para los expertos, los pacientes con más probabilidades de tener éxito son aquellos que están informados sobre cómo controlar sus niveles de glucosa, los que logran hacerse cargo de su tratamiento y del automonitoreo de la glucemia.

El doctor Diego Wappner es especialista en medicina interna y magíster en diabetes. En su consultorio trata a muchos pacientes diabéticos, y, desde su experiencia cotidiana con ellos, opina: «Creo que con la diabetes se plantea una problemática propia de otras enfermedades crónicas en las cuales la participación activa del individuo en su cuidado tiene un rol fundamental. Los cambios en los hábitos alimentarios, la realización de actividad física en forma sistemática y la adherencia al tratamiento farmacológico, sumado a que la mayoría de los pacientes diabéticos tienen otras comorbilidades, suelen generar, sobre todo en el inicio, sentimientos negativos, como rabia y frustración. El proceso de aprendizaje suele ser largo y difícil, y lograr en todos los pacientes el automonitoreo glucémico sigue siendo uno de los desafíos pendientes». Fuente La Nacion

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