El hombre, de 75 años, mandaba cartas al Yacht Club Argentino, que nunca expulsó al represor de su lista de socios.
«Por la presente quedan todos ustedes advertidos que si en las próximas dos ediciones de las news-letters (sic) del club y bajo el título de ‘Se inició la poda anual de nuestras maníficas (sic) especies en San Fernando’, se nos hace saber de la expulsión del asesino convicto Alfredo Astiz de nuestra gloriosa institución, procederemos a la voladura de embarcaciones matriculadas en el Y.C.A. donde quiera que sean encontradas dentro o fuera de sus amarras por miembros de nuestros comandos especiales».
El texto, impreso en computadora, en letras mayúsculas y con varios errores de tipeo, llegó a la sede del Yacht Club Argentino de Puerto Madero con una firma evidentemente falsa: Pedro Edgardo Giachino, nombre del primer argentino caído en la Guerra de Malvinas.
Esta fue la última carta que llegó al YCA. Fueron varias. Durante meses. Hasta que el 15 de mayo las autoridades del club hicieron la denuncia penal. Y este lunes, tras varios días de investigación, la Policía de la Ciudad detuvo finalmente a un jubilado, socio de la institución, como presunto autor de las amenazas.
El hombre fue atrapado en su casa de Vicente López. Tiene 76 años y es un artista plástico y empresario jubilado, que vive solo. Los investigadores consultaron a su familia por su estado de salud. Su ex esposa dijo que está bien, pero creen que el hombre podría tener problemas. Y confirmó que «hace unos años» (antes de que el genocida fuese a prisión, donde está desde 2003, alojado en el penal de Ezeiza, por delitos de lesa humanidad) lo vieron a Astiz en el restaurante del club, se levantaron y se fueron, indignados.
«El hombre, entendemos, pide la expulsión de Astiz y amenaza con poner bombas si no lo hacen», explicó una fuente judicial y argumentó: «Si fuera una amenaza para sostener que Astiz siga siendo socio sería difícil que lo llame ‘asesino convicto'».
Desde el gobierno porteño comunicaron la detención al revés, con la interpretación literal de la carta. Como si el hombre defendiera al socio Astiz. La duda se develará probablemente con el correr de la causa.
Lo concreto es que el jubilado quedó imputado por coacción agravada, un delito que podría costarle una pena de entre tres y seis años de prisión. Fue hallado y capturado como resultado de una investigación llevada a cabo por la División Delitos Informáticos Complejos de la Policía porteña.
La historia comenzó meses atrás. Un remitente anónimo enviaba cartas intimidatorias a la sede del club, desde donde finalmente radicaron una denuncia en Prefectura Naval Argentina el pasado 15 de mayo. En el texto de una de las cartas amenazaba «con la voladura de embarcaciones matriculadas en el Yacht Club Argentino donde quieran que se encontraban» si la institución expulsaba al represor de la ESMA Alfredo Astiz como socio.
Antes de caer preso por sus crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar, Astiz frecuentaba las diferentes sedes del Yacht Club Argentino, cuya conducción es civil, pero tiene una larga tradición y muchos integrantes de la Armada Naval, cuyos integrantes son socios de la institución automáticamente.
En febrero de 2002 fue protagonista de un episodio cargado de tensión en la sede Mar del Plata cuando una visitante del lugar lo reconoció y le dijo: «¿Usted es Astiz?, asesino, torturador». Y el ex integrante del Grupo de Tareas de la ESMA le repreguntó: «¿Usted es socia?».
«Asesino, violador, torturador, te infiltraste en las Madres, secuestraste a Azucena Villaflor, a las monjas francesas». Astiz, con el cinismo que lo ha caracterizado en cada aparición pública, sin perturbaciones en su rostro de ángel maldito, le respondió: «Qué bien informada que está».
El episodio terminó con la mujer fuera del club y con Astiz bebiendo café en el buffet. Un directivo, que fue cuestionado por la situación, respondió que «Astiz goza de los derechos de cualquier socio, estoy orgulloso de que este socio distinguido pertenezca a la institución».
La causa de las amenazas recayó en la Fiscalía Criminal y Correccional N° 55 a cargo de César Augusto Troncoso, quien encomendó a la Dirección de Prevención e Investigación de Delitos Tecnológico de la Policía de la Ciudad investigar por el autor de las amenazas.
Los policías establecieron en poco tiempo que una de las cartas había sido enviada desde una oficina de correo de la empresa Andreani en Vicente López. Con ese dato, llegaron a las imágenes de las cámaras de seguridad de la sucursal de esa ciudad bonaerense, que captaron el momento de la entrega de una de las cartas.
En los videos se ve a un hombre vestido de negro, con gorro, bufanda y guantes, bien preparado para que no se distinga su identidad. Sin embargo, a través de las imágenes registradas por los domos del municipio de Vicente López los investigadores pudieron reconstruir el camino que realizó el sospechoso hasta una Renault Duster, y también el momento en que se quitaba las prendas negras mientras caminaba.
Con esos datos identificaron la patente de la Duster, cuyo titular era este hombre. Durante ocho días, personal de Prefectura Naval lo vigiló. Pero no encontró movimientos sospechosos.
Mediante tecnología para el mejoramiento de imágenes finalmente se logró identificar la patente del vehículo y, así, a su titular. Luego, tras constatar que su fisonomía coincidía con la de la persona en los videos y conocer otros detalles comprometedores que lo ligaban al hecho, se confirmó que el hombre era socio del Yacht Club. «Desde los 14 años, y estaba a meses de convertirse en vitalicio», comentaron fuentes del caso a Infobae.
El juez Alejandro Litvack ordenó el allanamiento de su casa, que se concretó este lunes, durante cinco horas, en un operativo simultáneo entre Cibercrimen y Explosivos de la Policía de la Ciudad. Los agentes detuvieron al hombre, quien no se resistió pero aseguró que no tenía idea de qué le estaban hablando.
No obstante, en el allanamiento se encontró una impresora, notebook, iPad y papeles con la misma tipografía de las cartas de las amenazas.
«Se lo ve entero, lúcido, pero no sabemos si tiene algún tipo de demencia, por eso lo vamos a revisar, seguramente algún problema tiene», comentó uno de los investigadores. El fiscal Troncoso tiene previsto tomarle declaración indagatoria el martes. Y si sus abogados piden la excarcelación, el jubilado volverá a su casa al menos hasta el juicio. Seguramente sea expulsado del Yatch Club. Antes que Astiz, el «socio distinguido».