Hace unos siete años, Salomón se vio envuelto en un caso de abuso sexual, cuando aún era menor de edad. En ese entonces, con sólo 13 años, lo acusaron de violar a una niña de su edad, nieta de una amiga de su familia.
Sebastián David Salomón Pisciotta, acusado de violar y asesinar a Daiana Aballay (24) el domingo en la localidad Las Heras, nació un 5 de setiembre del 2000 y vivió toda su infancia en el distrito de El Algarrobal, en Las Heras. Fue uno de los dos hijos que su madre tuvo con su segunda pareja y el sexto de siete hermanos que son en total.
Allegados a su familia relataron que desde pequeño tenía actitudes agresivas y evidenciaba sus problemas psiquiátricos. Solía protagonizar peleas con parientes que tenían su edad, durante las visitas a sus casas, y siempre se destacó por tener «cara enojada o de malo», refirieron.
También aseguraron que, desde entrada la adolescencia, comenzó con un fanatismo u obsesión por las armas blancas: «Siempre andaba con un machete, alguna navaja y hasta supo tener nunchakus, esos que usan los chinos», reveló uno de los entrevistados por el diario El Sol, que al igual que el resto prefirió reservar su identidad.
Pero su madre siempre le dio la contención apropiada, trabajó para que nunca le faltara nada y hasta supo ser «sobreprotectora» a la hora de criarlo.
Junto a los dos hermanos con los que siempre vivió y creció -una joven de unos 24 años y un adolescente de 17- salían poco a la calle y pasaban la mayor del parte del tiempo dentro de su casa, bajo la estricta tutela de su progenitora.
Quienes conocen el seno familiar del confeso femicida, creen que Salomón aprovechó la ausencia de su madre el domingo al mediodía -la mujer estaba trabajando- para llevar adelante el violento ataque contra su vecina.
Incluso, antes del femicidio vecinos del barrio Espejo -donde vivía desde hace unos 10 años- lo habían visto portando por la calle un machete, tal como lo describieron sus conocidos.
Aparentemente, fue ese arma la utilizó cuando cruzó a través de las medianeras de las dos casas que lo separaban con el domicilio de la víctima. Con ese mismo machete amenazó a la joven madre y la sometió sexualmente frente a su hijo, mientras le iba quitando la vida con cada corte que le producía en el cuerpo.
Cuando Aballay y su hijo comenzaron a pedir ayuda, Salomón actuó con mayor violencia: le produjo a la chica profundos cortes en la cabeza, los pechos, las extremidades y en la espalda, dejándola al borde de la muerte, que iba a encontrar sólo algunas horas después en el Hospital Central.
Tras el ataque, el acusado huyó de la escena por donde ingresó, a través de los techos. Antes, pasó por un corralón ubicado en la misma cuadra y bajo una camioneta ocultó el arma homicida, llena de sangre y pelos de la víctima, que quedaron por las cuchilladas que le propinó en el cuero cabelludo.
Luego se dio a la fuga hacia la zona de El Algarrobal, ese sector que lo vio crecer, probablemente para pedir ayuda a sus hermanas mayores, que aún residen allí.
Pero policías lo interceptaron en el cruce de calle General Paz y Callejón Barrionuevo. No fue difícil identificarlo, ya que iba con su ropa repleta de sangre y rasguños en el rostro, que le había dejado la víctima en su intento por defenderse.
De su bolsillo, los efectivos le sacaron un encendedor, también ensangrentado, y una navaja de unos ocho centímetros. Acorralado por los uniformados y por las pruebas que lo comprometían, les confesó de manera espontánea que había atacado a la joven y fue detenido.
Sangre y mechones de pelo de la víctima en la escena del crimen
Tras su captura, Salomón fue sometido a peritajes psiquiátricos, a través de los que intentan determinar si es imputable o no.
Previo a recibir los resultados de esos exámenes, la fiscal Andrea Lazo lo imputó por homicidio criminis causa en concurso ideal con homicidio agravado por ser contexto de violencia de género (femicidio) en concurso real con abuso sexual con acceso carnal, calificación que prevé como única pena la prisión perpetua.
El antecedente de abuso
Hace unos siete años, Salomón se vio envuelto en un caso de abuso sexual, cuando aún era menor de edad.
En ese entonces, con sólo 13 años, lo acusaron de violar a una niña de su edad, nieta de una amiga de su familia.
Según relataron los allegados al femicida, por aquel entonces Salomón ya vivía en el barrio Espejo, pero el hecho ocurrió cuando, junto a su madre y sus hermanos, fueron a visitar unos parientes que vivían detrás del cementerio Los Apóstoles, en El Algarrobal.
La situación provocó la bronca de los vecinos, que buscaron venganza y prendieron fuego la casa de los familiares de Salomón, pese a que nada tenían que ver con el ataque sexual.
Policías intervinieron y llevaron al señalado autor a una comisaría de la zona, para luego trasladarlo a un hogar de la Dinaf, en Rodeo de la Cruz.
Finalmente, Salomón quedó bajo la tutela de su madre, tras constatar que la mujer tenía los recursos para contenerlo.
Fuente: El Sol de Mendoza