Estaba internada en el hospital Español con un delicado cuadro de salud. Fue sex symbol de los ‘80, trabajó con los más grandes de su época hasta que perdió fama, dinero y tuvo que reinventarse.
Camila Perissé murió el mediodía del martes en el hospital Español. Tenía 70 años y la noticia fue confirmada a Teleshow por Matías Garcete, abogado de la actriz de su marido, Julio Chino Fernández. Fue una de las figuras más destacadas del cine y el teatro de los años ‘80, luchó contra las adicciones y logró rehacer su vida. En los últimos cinco años, tuvo complicaciones con su salud y peleó por su vida con internaciones en Mar del Plata y Buenos Aires, hasta que su cuerpo dijo basta.
“Recién me entero, estoy yendo al hospital para encontrarme con el marido. Por el momento no sabemos si va a haber velatorio, es algo que voy a hablar con el Chino”, señaló el letrado, que días atrás había encendido las alarmas al revelar el cuatro crítico de Camila.
El Chino Fernández, fue quien acompañó cada uno de estos momentos y estuvo a su lado hasta el final. Se conocieron en un bar que tenía él, de profesión cantante de tangos, en uno de los momentos más duros de la actriz. Atrás había quedado la fama y las tapas de revistas que la volvieron el deseo de los hombres de una generación. Había caído en el consumo de drogas y no podía salir, hasta que el hombre le tendió la mano y emprendieron un camino juntos.
Camila Porro, tal su nombre verdadero, nació en Mar del Plata el 1° de enero de 1954 y a los seis años se mudó con su familia a Capital Federal. Durante su infancia, combinó los estudios académicos con las primeras señales artísticas, y a los 15 años se recibió de Profesora de Danzas Nativas.
Estudió teatro con Carlos Gandolfo, también con Agustín Alezzo y Hedi Crilla, los profesores más prestigiosos de ese momento y debutó en el escenario con Despertar de Primavera. La gran popularidad le llegó con la televisión, como la partenaire de uno de los cómicos más importantes de la época: Tato Bores, con quien estuvo en los ciclos Tato vs. Tato, Extra Tato y Tato Diet. Fue derecho a las tapas de revistas y se convirtió en el sex symbol de una generación, pero enseguida comenzaron los problemas. La droga, la depresión, el olvido.
Probó suerte en Nueva York y en Madrid, encontrando su lugar en el ambiente más under, lejos de los puntos de rating y de los puestos de diarios, postales de otro tiempo y otro mundo. Su última aparición pública antes de ser noticia por su enfermedad fue en 2019, en Quién quiere ser millonario, donde reveló el cambio que había experimentado en su vida.
Y habló del show en el que había encontrado la plenitud, y para el que se proponía utilizar el dinero que se ganó en el programa: “El Chino y yo tenemos un espectáculo muy lindo que ese llama ‘Los maestros’, él canta tangos y yo recito y cuento historias de mi vida. Hace un año que no laburamos. Tenemos muchos proyectos. Los vamos a usar para eso. Ya no estamos en edad. No va a haber un productor que me diga lo que tenga que hacer. Es para la autogestión”.