«Abrir los talleres al trabajo digno» es la consigna con la que costureros, vecinos y organizaciones sociales nucleados en la Asamblea Textil de Flores convocan para mañana a un acto frente al taller donde el 27 abril murieron dos niños y se alza como una alternativa entre quienes reclaman cierres compulsivos y los que desean que todo continúe como está.
Desde el primer momento planteamos que no queríamos los allanamientos que realiza la policía, con sus formas, con sus malos tratos y que dejan a los costureros en la calle sin darle alternativas, pero tampoco podíamos permitir que todo siga como si nada», describió Juan Vázquez, miembro de Simbiosis Cultural, un colectivo de ex trabajadores de talleres textiles.
Y continuó: «Se fue construyendo entonces esta idea de ‘abrir el taller’, como forma de conocerlo, saber qué les pasa a los costureros, también a los talleristas, conocer las necesidades de todos y convertirlos en espacios de trabajo digno».
La propuesta terminó de tomar forma al calor de las asambleas convocadas tras el incendio en Páez 2796 todos los sábados en la Cazona de Flores, un espacio ubicado en Morón 2453 donde funcionan varios colectivos, entre ellos Simbiosis.
Costureros, vecinos, educadores y miembros de organizaciones políticas y sindicales confluyeron en ese lugar y conformaron lo que se denominó como Asamblea Textil de Flores y que hoy continúa funcionando, aunque con menos cantidad de participantes que en los últimos días de abril.
«Hacia adentro de la comunidad boliviana la respuesta fue diversa, y es bueno aquí aclarar que no existe una ‘comunidad’ entendida como grupo homogéneo, sino que existen múltiples realidades: hay bolivianos trabajadores, hay dueños de empresas, de medios, etc.», indicó Vázquez.
Añadió que «en ese contexto algunas organizaciones de bolivianos no se acercaron a la Asamblea Textil de Flores y han trabajado desde sus propios espacios, como la Asamblea Abierta de la Colectividad Boliviana», y también hay actores más institucionales, como la CONAMYPE BO-AR (Confederación Nacional de Micro y Pequeña Empresa de Bolivianos en Argentina) con quienes no hemos tenido contacto aún».
En relación a los controles, durante estos dos meses Vázquez describió que «se han realizado allanamientos aislados, pero hay talleres y fábricas protegidos que son las que producen para las grandes marcas que nadie ha ido a inspeccionar».
«Sí sucedieron algunos hechos, como por ejemplo, a una compañera de Simbiosis que hace unos días le cayeron de la AFIP que le querían hacer un allanamiento porque ‘a su casa entraban y salían personas de rasgos andinos'», sostuvo.
Por su parte, la antropóloga Lucía Groisman describió que «si bien la disputa en torno al trabajo en el rubro de la confección ya tiene historia en la Ciudad de Buenos Aires, tras la última tragedia, la Asamblea Textil de Flores conjuntamente a los medios de comunicación instalaron un debate social sin precedentes».
«Emergieron públicamente voces de actores que hasta entonces no se habían pronunciado en torno a esta temática, como los educativos, y el punto de vista de algunos de los trabajadores migrantes limítrofes que fueron -con algunas excepciones recientes- históricamente invisibilizados en su carácter de agentes políticos con propuestas de cambio», sostuvo la especialista.
Groisman, que trabaja desde hace más de un año «sobre la transmisión intergeneracional de saberes políticos en organizaciones de migrantes y en escuelas», mencionó que «la consigna de abrir el taller resiste a la categoría de esclavo postulándose como en defensa de trabajadores costureros».
«Se trata, además, de una posición que es sugerente, en el sentido de que da espacios políticos formativos, analíticos y propositivos en articulación con diversos tipo de organizaciones y sectores de distintas nacionalidades, identificando relaciones de clases enfrentadas presentes en los talleres», analizó la investigadora.
Y añadió que «desde la Asamblea también se oponen a identificar al taller textil como ‘un problema de bolivianos’, primero por la heterogeneidad de situaciones materiales y afectivas que hay entre los migrantes y luego porque el taller se encontraría integrado a cadenas de producción y circulación de ropa de Buenos Aires, que involucran no solo a los trabajadores migrantes —aunque sean los más afectados—, sino a un conjunto amplio de actores como las grandes marcas, los estados (locales, nacionales), los talleres tercerizados, los intermediarios y los consumidores».
La convocatoria para la movilización de mañana es a las 16 en la Plaza del Periodista, ubicada en Paz y Terrada, frente al taller donde hace dos meses murieron Rolando y Rodrigo, víctimas de un incendio en el taller textil donde trabajaban sus padres.
Fuente: Télam