Ocurrió en el siglo XVIII, más concretamente en 1712. Aquel año, un país europeo decidió instaurar un doble año bisiesto por lo que además del 29 de febrero también hubo un 30 de febrero.
Este 29 de febrero de 2024 nos recuerda que, cada cuatro años (con algunas excepciones), añadimos un día al final de febrero a nuestro calendario de 365 días, en lo que llamamos un año bisiesto.
Es un ajuste al cual nos hemos acostumbrado. Los que nacieron en esa fecha solo pueden celebrar un verdadero cumpleaños cada cuatro años.
Sin embargo, una sola vez en la historia, existió un 30 de febrero. Sí, y no es mito.
En el año 1712, Suecia marcó un doble año bisiesto con el 30 de febrero incluido en su calendario. ¿Se imaginan los que nacieron en esa fecha? Jamás pudieron celebrar un cumpleaños de verdad.
Aquel año del siglo XVIII, Suecia decidió instaurar un doble año bisiesto por lo que además del 29 de febrero también hubo un 30 de febrero. Solo pasó entonces y, a partir del año siguiente, volvieron a la normalidad. Pero, ¿sabes por qué se decidió que aquel año tendría 367 días?
La Tierra tarda 365 días y 6 horas en completar su giro alrededor del Sol. Por eso, el emperador Julio César introdujo hace 2000 años un calendario casi idéntico al que hoy utilizamos y al que le otorgaron su nombre, el calendario juliano. Sin embargo, después de 15 siglos, el Papa Gregorio XIII hizo caso de los astrónomos que descubrieron que el año solar es 11 minutos más corto de lo que se pensaba.
Esos 11 minutos anuales habían provocado, a lo largo de 1.500 años de uso del calendario juliano, que se hubiera producido un desfase en el tiempo. Eso afectaba a la Iglesia y al comienzo del periodo de Pascua, que coincidía con el equinoccio de marzo, que se había trasladado varios días, por lo que decidió corregir la diferencia. Los países que estaban aliados con la Iglesia Católica instauraron el cambio en 1582, saltando 10 días en el calendario, del 5 al 14 de octubre.
Los protestantes como el Reino Unido y sus colonias se hicieron de rogar, pero dos siglos más tarde también adoptaron el cambio, pasando en el calendario de 1752 del día 2 al 14 de septiembre. Pero Suecia decidió ir a su ritmo y decidió recortar los días gradualmente: en vez de saltarse 10 días en el calendario, eliminaría los años bisiestos durante cuatro décadas para ponerse al mismo nivel que el resto de países.
Comenzaron su proyecto en el año 1700 que, pese a ser bisiesto, en Suecia solo tuvo 28 días. Iban a hacer lo mismo en las décadas siguientes, pero estalló la guerra y se olvidaron del calendario. Diez años después, el emperador Carlos XII vio que no seguían el calendario juliano ni el gregoriano así que decidió volver al que siempre había seguido su país. Y como le faltaba el bisiesto que no habían incluido en 1700, decidió que 1712 tendría dos bisiestos: el 29 y el 30 de febrero. Quienes nacieron aquel día nunca pudieron celebrar su cumpleaños.
Medio siglo después, en 1753, Suecia se incorporaba al resto de países que seguían el calendario gregoriano y se saltaba del tirón 10 días. No es Suecia el único lugar donde se celebró un 30 de febrero: la Unión Soviética cambió su calendario durante la revolución introduciendo doce meses de 30 días de duración en 1930 y 1931, dejando los otros cinco o seis días de cada año como festivos y sin pertenecer a ningún mes. Sin embargo, su experimento no tuvo éxito y en 1932 volvía a utilizar el calendario gregoriano como el resto del mundo.