Cómo es el casco inventado por argentinos que podría reemplazar a los respiradores en casos de COVID-19

Este equipo, que permite ampliar la capacidad hospitalaria para tratar pacientes con COVID-19, fue creado luego de que contrajera el virus uno de los socios de la empresa. Todo sobre el casco aprobado por la ANMAT que ya han exportado a países de Latinoamérica .

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La empresa argentina Ecleris, especializada en equipamiento médico, desarrolló un sistema de ventilación no invasiva para pacientes de COVID-19 que puede reemplazar en muchos casos el uso de respiradores mecánicos, uno de los insumos más críticos a la hora de enfrentar la pandemia.

Los cascos para ventilación no invasiva fueron desarrollados por ingenieros de la propia compañía, en colaboración con equipos médicos de los Hospitales Fernández (CABA) y Zonal General de Agudos. Su utilización ya fue aprobada por la autoridad sanitaria, la ANMAT, y están comenzando conversaciones con distintas organizaciones públicas y privadas para su uso en centros de salud de todo el país, mientras comenzaron la exportación a otros países de América Latina.

“Los cascos son similares a una escafandra, transparentes, y permiten inyectar el oxígeno con una presión superior, lo que genera un efecto benéfico en los alvéolos pulmonares, que en muchos casos colapsan por el efecto del COVID-19. Además, evitan la dispersión del virus a través del aire expirado por el paciente, ya que cuentan con un filtro viral y bacteriológico. Con otros sistemas de oxigenación esa dispersión existe, y es causa de muchos casos de enfermedad en médicos y enfermeros”, explicó Marcos Ledesma, médico y uno de los fundadores de la compañía que desarrolló el equipamiento.
Según la experiencia internacional, los cascos permiten evitar entre 30% y 60% de los entubamientos de los pacientes, liberando así el uso de respiradores mecánicos, uno de los insumos más críticos en esta pandemia. Además, el costo de los cascos y sus descartables por paciente es muy bajo (cuesta aproximadamente 60 mil pesos, 20 o 40 veces menos que un respirador) comparado con el costo de los respiradores y del material que se utiliza diariamente en un paciente en terapia intensiva intubado.

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“Fueron tres meses de trabajo muy intenso hasta lograr que los cascos estén desarrollados y en producción, con certificado aprobatorio de la ANMAT, la máxima autoridad sanitaria del país. Después de haber hecho experiencia clínica en el Fernández empezamos a recibir llamados de entidades públicas y privadas por los procesos de adquisición. En la Argentina, estamos en el momento crítico donde se pueden comprometer la cantidad de camas de terapia intensiva y este equipo puede aliviar el flujo de pacientes que las necesitan”, aseveró Ledesma en diálogo con Infobae.

En el desarrollo de estos cascos se mezcló la experiencia de 20 años de la compañía en fabricación de equipamiento médico con una situación fortuita personal. “Uno de los socios de la empresa contrajo el virus justo al inicio de la cuarentena, por circulación local, no había viajado ni tenido contacto con viajeros -contó Ledesma-. Empezó con dificultad respiratoria a los 4 días de comenzados los síntomas, fue hospitalizado, recibió diferentes formas de suministro de oxígeno que no dieron resultado: bigotera, mascarilla, alto flujo nasal”.

Y continuó: “En esos primeros días de internación, mientras recibía oxígeno, estuvimos en contacto telefónico y me preguntaba por los cascos que había visto se utilizaron en Italia durante el pico de la pandemia, que brindaban mejor calidad de ventilación que los sistemas que estaban usando sus médicos. Averiguamos y no se encontraban disponibles en la Argentina. Ni tampoco en la mayoría de los países del mundo. La fábrica de estos cascos estaba en Italia y toda su producción había sido adquirida por el gobierno italiano”.

El socio de Ledesma finalmente fue intubado, las mascarillas no fueron suficientes para su deficiencia respiratoria. “Pasó más de dos semanas en coma farmacológico conectado a un respirador y según los reportes médicos estuvo muy cerca de morir. Así, mientras mi socio entraba en coma y comenzaba una difícil lucha por la vida, el grupo de ingenieros que nos acompaña en Ecleris comenzó a desarrollar un casco como esos que sabíamos que se habían usado en Italia”.

Basados en la experiencia que recogieron de especialistas como el profesor Stefano Nava, jefe del área Respiratoria y Cuidados Críticos del Hospital Sant’ Orsola en Bolonia en el norte de Italia y también de Paolo Pelosi de la Universidad de Génova, a la hora de explorar tecnología para desarrollar los cascos, partieron de la utilizada en las cámaras hiperbáricas, que se usan para oxigenoterapia.

“Al mismo tiempo que los ingenieros trabajaban en el desarrollo, la biocompatibilidad de los materiales a utilizar, los diferentes análisis y tests que debíamos preparar para poder utilizar el producto en pacientes y que el mismo sea aprobado por el Ministerio de Salud; la Unidad de Soporte No Invasivo del Hospital Fernández nos brindó toda su colaboración médica. En ese equipo incluso hay especialistas que tuvieron oportunidad de trabajar con los cascos de ventilación no invasiva en Italia, en plena pandemia. También hicimos pruebas junto al equipo del Hospital Zonal General de Agudos de Ezeiza, que nos permitieron ajustar más el uso del equipo”, aseguró el experto.
Un alto porcentaje de los pacientes afectados por COVID-19 que se hospitalizan necesitan recibir oxígeno. El objetivo médico es darles el soporte ventilatorio que requiere cada uno de ellos dada su condición y los recursos disponibles en el lugar. Entre el 10 y 20% de ellos requerirán algún tipo de ventilación mecánica (respiradores). Pero los pacientes primero necesitan oxígeno antes que asistencia respiratoria mecánica.

Los respiradores mecánicos son uno de los insumos más escasos de la infraestructura sanitaria para enfrentar esta pandemia. Y además requieren de personal altamente capacitado para intubar a los pacientes, lo que genera más limitaciones en esa tecnología. “Manejar un respirador y una cama de terapia intensiva es como manejar un avión -sostuvo el especialista- y en Argentina no tenemos los suficientes pilotos. El entrenamiento para el uso de estos dispositivos es sencillo y puede ser realizado rápidamente”.

Otro problema relacionado a los respiradores es que los pacientes intubados normalmente precisan de largos períodos de intubación, muchas veces 2 a 3 semanas, o incluso más, por lo que la cantidad de respiradores disponibles es difícil que alcance para atender a todos los que los precisan durante los picos de la infección.

Esas restricciones son las que plantearon el desafío de encontrar sistemas intermedios entre la ventilación por mascarilla o bigotera, que no sean invasivos pero permitan una mayor oxigenación. Por último, la idea de contar con equipos de protección adecuados para todo el personal sanitario, y así evitar el contagio de esta población, también fue clave para el desarrollo del equipo.

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