El celular esconde quién sos. O lo revela. El teléfono es el más delator de los dispositivos para un criminal. Hasta para un pedófilo. Aquel que desde la práctica eleva su habilidad en informática para ocultarse mientras cumple su deseo. Uno atroz.
Tarde o temprano, como explican los expertos consultados por Clarín, es probable que caiga por el aparato que lleva en su bolsillo. Eso le pasó a Ricardo Russo. El pediatra del Hospital Garrahan está bajo prisión preventiva por “tenencia con fines de distribución, facilitación y producción” de material de abuso sexual de niños y niñas. Según determinó la Justicia -primero por la geolocalización de las fotos y luego por un software- con su iPhone les sacó nueve fotografías a dos nenas en su consultorio del hospital pediátrico. “Hay cosas que no podés imaginar. Eso es lo que les hacen a los chicos y tenemos que verlo para agarrarlos y que no vuelvan a tocar ninguno más”, dice Enrique del Carril, director del Cuerpo de Investigaciones Judiciales del Ministerio Fiscal.
Así como a partir de la mega operación internacional “Luz de infancia III” dio con el ex jefe de Inmunología y Reumatología del Garrahan, explica que Argentina es uno de los países del mundo que más tráfico de pornografía infantil genera, con 185 videos por día.
Hacer, tener y distribuir este material es un delito contra la integridad sexual tipificado en el Código Penal. En 2018, fue un tráfico total de 66.000 videos. Desde la ONG Grooming Argentina, lo confirman: “Argentina se encuentra entre los 10 países con más tráfico de pornografía infantil”, asegura su presidente, Hernán Navarro.
Dentro de esos números hay hábitos digitales que se repiten y forman nodos. Las redes de pedofilia en Argentina son “comunidades” de usuarios donde reina el trueque de fotos, los chats atroces y si no se tiene acceso a niños en el círculo íntimo o en situaciones como las que según la Justicia Ricardo Russo fotografió a sus pacientes, se los capta a través del grooming. En otros, muchos casos, las imágenes las tomaron los propios padres de las víctimas, en uno de los riesgos más claros del sharenting: un informe oficial australiano detectó en 2015 que el 50 por ciento de las imágenes que circulaban en sitios pedófilos habían salido de los posteos “inocentes” de las familias, publicó el diario Clarín.
Facebook, Instagram, Gmail y WhatsApp -no así Telegram- firmaron un acuerdo con la ONG estadounidense National Center of Missing and Exploited Children (NCMEC) para alertar sobre contenido subido o compartido compatible con pedofilia. Primero avisan a Homeland Security de los Estados Unidos y ellos luego comunican a las autoridades específicas de cada estado.
En nuestro país, al Ministerio Público Fiscal de la Ciudad. Precisamente, a Daniela Dupuy, la fiscal especializada en delitos informáticos, quien lleva ahora el caso de Russo. “El que consume pornografía infantil no se conforma con pocas imágenes, cada vez quiere más. La oferta implica que haya que producir más para que el que quiera tener tenga cada vez más. La tenencia y la producción está directamente relacionado con el abuso sexual infantil”, dijo el viernes Dupuy.
Del Carril, que acaba de volver de una capacitación de esa ONG en Estados Unidos, asegura que nuestro país sigue de cerca a Estados Unidos y Brasil en los lugares del planeta donde más se visualiza este tipo de archivos. “Cuando comenzamos el convenio, en 2013, nos llegaban 35 casos a la semana”, explicó. El promedio interanual de visualizaciones de pornografía infantil viene subiendo significativamente, y llega a 185 casos por día, contabilizó Del Carril a la agencia EFE.
Cerca del 90 por ciento de los pedófilos son hombres. Del Carril explicó a este diario que mientras en el mundo “hay hasta suscripciones, o pagos con criptomonedas, en Argentina no abunda el interés económico. Es un trueque de fotos”.
¿Si es tan oculto, cómo hacen los pedófilos para encontrarse en internet? “Así como vos encontrás tus grupos de interés en las redes sociales, ellos también. Pero la clave es la deep web, el inframundo de internet donde hay listados de usuarios”, detalla. “En lo más profundo de esa internet directamente podés encontrar producciones cinematográficas de chicos sometidos de esta manera. En Argentina es más casero, con el celular. Sin decorados”, amplía.
Entre los algoritmos estadounidenses que activan las alertas, Del Carril detalla que hay “imágenes viralizadas, idílicas desde lo sexual, muy conocidas entre los pedófilos” que están cargadas en los sistemas para su fácil detección. El material inédito, el de estas producciones caseras, se detecta desde algoritmos similares a los que usa, por ejemplo, Instagram para censurar desnudos. Los pedófilos en Argentina también chatean entre sí por WhatsApp, contando experiencias o posibles lugares de encuentros de chicos siendo prostituidos. “Los comentarios son atroces y son los que luego entran en las causas en su contra al momento de enfrentar a un juez”, sigue el experto.
La investigación en la que el pediatra quedó implicado comenzó en febrero de 2018 con el operativo “Luz de Infancia II”, en el que participaron 26 países y fue coordinado por Estados Unidos con el objetivo de desbaratar redes de producción y distribución de pornografía infantil.
Es la tercera fase del operativo y por eso esta vez se llama “Luz de Infancia III”. Las direcciones IP sospechosas de procedencia argentina habían compartido 890.000 archivos con contenido de abuso sexual infantil a través de softwares P2P. En esas redes las computadoras de todos los miembros funcionan sin roles fijos, como una serie de nodos. Es decir, pueden actuar de modo simultáneo o alternativo como receptores de contenidos y/o proveedores de materiales respecto a los demás nodos de la red. Las redes P2P permiten el intercambio directo de información, en cualquier formato, entre todas las máquinas interconectadas. A través de ellas, entre febrero y agosto de 2018, Russo “facilitó” para su descarga “270 videos con contenido pornográfico”.