«Me tiré arriba de la tumba de Carlos, para sentir su calorcito, y no paré de llorar», reveló la hermana del soldado entrerriana caído en Malvinas. «Ver la cruz blanca y el mármol con el nombre de él, fue algo inexplicable», dijo.
Elsa Mosto contó lo que vivió en su viaje a Malvinas, para encontrarse por primera vez con la tumba de su hermano Carlos.
«Lo único que pretendía era llegar directo a la tumba donde está Carlitos, por lo que sentía que iba corriendo. Cuando pude ver la cruz blanca y el mármol con el nombre de él, fue algo inexplicable» contó Elsa Mosto al arribo desde Malvinas.
«No puedo explicar con palabras lo que sentí, pero algo estoy segura, que de ahora en más, todos los que vengamos de la familia, sabremos a qué lugar deberemos ir para encontrar a Carlitos».
También Elsa, comparó lo que se vivió por estas horas en Malvinas, respecto a lo que fue el primer viaje que habían realizado: «Fue completamente distinto, porque la primera vez, fue todo dolor con un regreso muy triste, y ahora fue de muchísima paz».
Contó también Elsa la ansiedad que tenían en el arribo al cementerio: «estábamos todos desesperados en bajar del micro para ir a las tumbas y no desaprovechar un minuto. Se respiró mucha paz y nuestros héroes nos ayudaron desde arriba porque fue un día muy agradable en cuanto al clima».
Narró como fue el encuentro con su hermano: «Yo tenía el lugar en la cabeza a donde estaba Carlos. Nos dieron un plano pero no fue necesario. Cuando llegué me tiré arriba de la tumba de Carlos, para sentir su calorcito, y no paré de llorar».
«Luego cuando me desahogué, le dejé el abrazo de su familia, de sus amigos y el abrazo de toda la ciudad de Gualeguaychú. Esto se lo expresé, durante todo el momento que estuvimos allí».
Elsa contó emocionada sobre el encuentro que tuvo con el coronel inglés Geoffrey Cardozo, quién tuvo la dura misión encomendada, de recoger los cuerpos en el campo de batalla, y darles digna sepultura en el cementerio: «Me acerqué y le agradecí por lo que hizo, y él me expresó que «mientras ustedes están en el continente estos niños son míos, pero ahora que están acá son de ustedes».
«La paz que encontramos en el cementerio la trajimos en nuestro corazón», manifestó la mujer, quien agregó que a pesar del dolor, hoy pueden respirar profundo con una sensación de alivio. «Llevé un banderín de los Boy Scout, que lleva su nombre , y un echarpe de nuestra madre que la atamos en la cruz, para que se quedara por siempre junto a él», completó en declaraciones.