Desmintió haber encubierto al detenido ex secretario de Obras Públicas y sostuvo que ignoraba el contenido de los bolsos que ayudó a ingresar al monasterio de General Rodríguez la madrugada del 14 de junio pasado.
También alegó que no sabía que hubiera sido funcionario público y que sólo lo conocía por su nombre de pila, y que concurrió a la puerta por indicación de la madre Alba, superiora del lugar.
La religiosa, de 78 años, cuyo verdadero nombre es Celia Inés Aparicio, declaró hoy en los tribunales de Comodoro Py ante el juez federal Daniel Rafecas por espacio de casi tres horas.
Antes de ingresar al despacho conversó un par de horas con su defensora oficial, Perla Martínez de Buck, quien redactó un escrito que presentó en el juzgado, donde negó todo encubrimiento de López, la figura penal por la que está sospechada.
Ante Rafecas, Aparicio aceptó responder preguntas y reiteró que no encubrió al ex secretario de Obras Públicas del kirchnerismo, ya que ignoraba que los bolsos que ayudó a ingresar a la casa de las religiosas en la madrugada del pasado 14 de junio contenían casi nueve millones de dólares.
«Pensé que contenían alimentos y cuando me enteré de que había tanta plata me agarraba la cabeza», le dijo textualmente a Rafecas.
Adujo que para ella López era «simplemente José» y que ignoraba que hubiera sido funcionario público pero que sabían que iría esa noche para realizar un «retiro».
También dijo que concurrió a la puerta siguiendo la instrucciones de la madre superiora, una explicación que ya habían dado a Rafecas las otras dos religiosas orantes, María y Marcela, que permanecen en el convento que aseguraron que Alba les había advertido que esa noche iría José.
Alba Martínez, a quien todas debían obediencia, es una anciana de 92 años a la que aún no le tomaron declaración por su avanzada edad pero en una primera revisión médica le diagnosticaron una «disminución cognitiva», aunque se esperan exámenes complementarios para determinar si es declarada inimputable.
La religiosa Inés, que es maestra jubilada, permaneció todo el tiempo custodiada en los tribunales, ya que manifestó su deseo de evitar que se le tomen fotografías dado que arribó vestida con su hábito religioso.