Harald Helfgott es una de las mentes más brillantes de Perú. Pudo descifrar uno de los problemas más antiguos planteado por Christian Goldbach. Ya de niño mostraba grandes capacidades para el mundo de las matemáticas
Harald Helfgott es, sin duda, una de las personas más brillantes de Perú. Su mente es capaz de resolver planteos matemáticos que salen del común de la gente. Y lo hace desde que tiene uso de razón. Cuando apenas ingresó al colegio sus preguntas eran las de un alumno en etapa secundaria.
Es por eso que no sorprendió a nadie que decidiera dedicar su vida a las matemáticas y que ingresara como becado a la Universidad de Brandeis en los Estados Unidos y consiguiera luego un doctorado en Princeton y otro en Yale. Luego emigraría a Francia donde se convertiría en investigador del centro Nacional de la Investigación Científica.
La carta que el prusiano Christian Goldbach le envió en 1742 a su colega suizo Leonhard Euler. En ella plantea sus dos conjeturas sobre números primos, pares e impares.
Pero lo novedoso de la vida de Helfgott es que resolvió un enigma que tenía 271 años, conocida como Conjetura débil de Goldbach, por su autor, el matemático Christian Goldbach. «¿Es cierto que todo número impar mayor que cinco puede expresarse como la suma de tres números primos?». Resolver este problema matemático le proporcionó al prestigioso peruano ganar la cátedra Humboldt, que le otorga además casi cuatro millones de dólares en beneficios.
En realidad, el enunciado era más amplio y tenía una primera parte considerada «fuerte» por los investigadores. Decía que todo número par mayor que dos puede escribirse como la suma de dos números primos. «El trabajo serio para comprobar la conjetura débil comenzó a principios del siglo XX. Antes, nadie sabía por dónde empezar», señaló Helfgott a BBC. Y fue él mismo quien encaró el histórico enigma de 1742 en 2005. Se convirtió en su principal obsesión. El matemático peruano se despertaba muy temprano por la mañana para resolver otros problemas hechos por colegas y tratar de conseguir una solución que abarcara, además, el «infinito».
El 2012 fue el año más duro. Hasta llegó a desconectarse de internet para que nada le provocara distracción alguna. Un año y medio después, en junio de 2013, halló la respuesta que cambiaría su vida y la de muchos matemáticos. La conjetura «débil» de Goldbach era cierta. Y este año presentó dos escritos que respaldan su investigación.
«Más bien las ideas o herramientas aplicadas para hallar la demostración son las que serán útiles para la teoría de números o en algunos casos fuera de ella», expresó el matemático, quien gracias a este logro recorre el mundo explicando la teoría de Goldbach. Por el momento, no tiene pensado dedicar el resto de su vida a la conjetura «fuerte». Ese trabajo lo deja en manos de otros colegas.
Fuente: elonce.com