El fiscal de Nogoyá Federico Uriburu investiga una nueva pista en el caso de la desaparición de la familia Gil, ocurrida en enero de 2002. Aunque el funcionario judicial fue muy cauto a la hora de brindar información a los medios indicó que apareció un testigo que no había hablado antes por miedo a represalias del dueño de la estancia La Candearia, donde trabajaba Rubén «Mencho» Gil.
En declaraciones al programa «Tal como es» que conduce Johnny Villarruel en AM 1660 Radio Ciudad de Nogoyá, el fiscal aseguró que el lunes 23 se realizó una inspección ocular en un lugar de la estancia señalado por un nuevo testigo que se había presentado «casi en forma espontánea».
El caso de a desaparición fue denunciado por la madre de Norma Margarita Gallego, esposa de Gil, a través de su abogado Mariano Navarro. El caso, investigado en un primer momento por la doctora Ana María Contín, se remonta a enero de 2002 fecha en la que se vio por última vez a la familia (integrada por Gil, de 56 años, su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, sus hijos María Ofelia, de 12, Osvaldo José, de 9, Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2), en un velatorio, en la ciudad de Viale.
Este lunes el fiscal y el juez Gustavo Acosta concurrieron a la estancia La Candelaria siguiendo la nueva pista surgida hace pocos días en Nogoyá. «Se trata de una persona que habría llegado casi espontáneamente. Nos dijo que ahora venía a contar lo que sabía porque la muerte de Goette lo liberó del miedo con el que vivía por las posibles represalias del dueño de la finca», ido el fiscal.
“Nos hemos trasladado hasta la estancia, con el juez Gustavo Acosta, la madre de Margarita Gallego y una comisión especial para ingresar en este lugar y hacer algunas verificaciones que tenemos desde el testimonio recibido», relató el fiscal. Luego de esperar casi una hora y media llegó a la puerta de la estancia un familiar de Goette alertado por vecinos que le advirtieron de la presencia de funcionarios judiciales y policiales.
«Una vez en el interior del lugar, nos dirigimos específicamente a los lugares señalados en el testimonio recibido y nos ubicamos de acuerdo a algunas señales que nos había indicado el testigo en sus dichos. Encontramos los lugares y cerca de allí hay un arroyo. Por supuesto que nada hace ver que pueda haber algo allí, pero también hay que tener en cuenta que pasaron 15 años», prosiguió.
«Nos ha resultado más que creíble el testimonio de esta persona de quien reservamos la identidad. Es que unos de los inconvenientes que hemos tenido en la investigación es el silencio de muchos por temor al dueño de la estancia», afirmó el fiscal en refeerencia a Göethe que murió en junio de 2016.
«Cuando llegó esta persona a hablar con nosotros, nos relató que sabía algunas cosas y que no había querido hablar por miedo a la represalia de Goette, pero como estaba muerto se había animado a dejarnos su testimonio».
Por último, Uriburu aseguró que «esperan la llegada de expertos en el tema de terrenos, ya que cerca del lugar donde estuvimos hay un arroyo y luego comenzaremos con nuevas excavaciones»
Un pozo
Extraoficialmente se supo que este nuevo testigo habría marcado el lugar donde el dueño de la estancia había ordenado a Gil cavar profundos pozos y donde se sospecha podrían estar enterrados los restos de la familia.
Durante estos años nunca aparecieron vestigios de que la familia estuviera con vida. No hay registros migratorios, laborales, escolares ni eleccionarios que marquen una mudanza y la causa sigue caratulada como averiguación de paradero.