Las alzas serán variadas debido a los distintos esquemas de facturación. Quieren que entren en vigor el 1 de marzo, pero podrían postergarse hasta abril. Las nuevas facturas serán bimensuales, con un talón de pago mensual.
En los últimos 10 días, el Gobierno empezó a acelerar los pasos que llevarán a un aumento en las tarifas de gas. Si se cumplen los requisitos tecnológicos y burocráticos asociados al cambio en la modalidad de las boletas, las subas regirán desde el 1° de marzo. De lo contrario, la llegada de los aumentos se demorará hasta el primer día de abril. Así lo confirmaron al diario La Nación fuentes públicas y privadas al tanto de las negociaciones.
El actual esquema tarifario incluye muchos modos de calcular el precio del gas para el usuario, lo que determinaría que las alzas tuvieran muy diferente impacto. La gama de aumentos empezaría en 40% y podría alcanzar el 300%, siempre según el tipo de tarifa, la carga actual de subsidios que serán eventualmente quitados y los beneficios sociales que decidan mantener para sectores más desfavorecidos.
La semana pasada, funcionarios del Enargas, el ente que regula el sector, se comunicaron con las principales distribuidoras del país para ordenarles que les imprimieran mayor velocidad a los procedimientos técnicos e informáticos necesarios para aplicar el nuevo mecanismo de facturación. Las nuevas facturas serán bimensuales, con un talón de pago mensual. Para las empresas, implica un cambio importante en las liquidaciones.
Además, el Gobierno les pidió a las distribuidoras y a las transportadoras de gas TGS y TGN que firmen documentos que habían acordado con el kirchnerismo, pero cuyo trámite nunca avanzó. La aprobación final, de todos modos, dependerá del clima social y de los tiempos políticos.
También están definidos los grandes números del aumento. Los consumidores residenciales pagarán en promedio $ 70,50 por millón de BTU (la unidad de medida) por el gas mayorista (que en el lenguaje petrolero se denomina «boca de pozo»), 124% por encima del precio actual. En dólares, pasará de poco más de US$ 2 a US$ 4,70.
El impacto de ese aumento en la factura puede ser muy variable y recién se verá cuando el Enargas publique los nuevos cuadros tarifarios. Sucede que en el país hay alrededor de 1300 tarifas distintas de gas para usuarios residenciales que registrarán un ajuste distinto según diversas variables, entre ellas, si reciben subsidios o no. En algunos casos los aumentos superarán el 300%, pero en otros rondarán el 40%. Algunos especulan incluso que las boletas más altas podrían bajar o no sufrir aumentos. Y habría premios al ahorro.
Junto con las subas a hogares y comercios habrá ajustes en el precio del gas que pagan las industrias, las estaciones de GNC y las generadoras de electricidad. Las bocas de expendio, por caso, pagarán poco más de $ 52,50, que representa un incremento del 41 por ciento. Mientras que el valor para usinas casi se duplicará, hasta los $ 78. Ese ítem lleva un asterisco: hay versiones según las cuales la generación eléctrica no pagará el aumento ahora, dado que eso volvería a presionar sobre los costos de un sector que acaba de recibir un ajuste en sus ingresos. Una de las alternativas es que Cammesa, la compañía que administra al sector, se haga cargo del incremento por unos meses. Esa versión no fue confirmada por fuentes oficiales.
A los precios del gas en boca de pozo se sumarán ajustes en el transporte y la distribución. Las subas superarán el 300% en algunos casos, pero su impacto en la factura será menor porque ambos ítems tienen menos incidencia que el precio mayorista del gas.
La intención del Gobierno es que después de los aumentos las compañías estén en equilibrio, algo que hoy no ocurre. En ese momento comenzarán a exigirles inversiones en el mantenimiento, la mejora del servicio y la ampliación de las redes.