Cuando me senté a escribir me puse a pensar todo lo que hemos pasado y se me aceleró el corazón sólo de recordar las palabras y el rostro de incertidumbre del presidente de la Nación, Alberto Fernández anunciando el aislamiento obligatorio. Y de ahí en más todo lo que veíamos a diario en las calles, porque nuestra profesión también fue una de las esenciales.
La soledad y el silencio de la ciudad los primeros meses, el trabajo desde casa, el uso del tapabocas, el saludo con el codo y todo lo que recomendábamos a diario.
Visitar a mi madre, pero con todos los cuidados del mundo, llegar todos los días a mi casa y esa obsesión de repasar todo porque mi esposo y yo estábamos trabajando todo el tiempo en la calle, en contacto con mucha gente; no ver a mis amigas durante muchos meses, todo esto lo pasamos muchos de los argentinos, pero seguramente cada uno tuvo sus sensaciones. Las mías fueron de angustia, de responsabilidad, de vez en cuando de miedo, porque no decirlo.
Pienso en todas esas familias que hoy no van a tener a su mamá, a su papá o a su hermano sentado en la mesa porque este maldito virus se los ha llevado y digo, por Dios cuando va a terminar todo esto.
La muerte de Federico, del intendente, eso no me lo olvidaré nunca en mi vida, el seguimiento que hicimos los medios desde que lo internaron hasta que nos llegó la peor noticia, la noticia que no queríamos escuchar. La gente llorando, las sirenas, los aplausos, el desconcierto de pensar y ahora que va a pasar???
Tantas cosas pasaron este año y tantas sensaciones me quedaron, sobre todo incertidumbre, culpa y miedo.
Por último deseo que tomemos conciencia que esto no ha terminado, que nos sigamos cuidando para que cuando esto pase podamos al menos abrazarnos y compartir con las personas que queremos una reunión sin estar pensando en el virus.
Cuando llegaron las 00:00hs brindé por SALUD, SALUD y más SALUD para todos.
Natalia Frías-Periodista