Récord en Misiones: Hicieron la mateada más grande del mundo

Se concretó en la localidad de Candelaria la mateada más grande del mundo. Los organizadores dijeron que fueron más de 9.000 las personas que respondieron a la convocatoria

Misiones y el mate se aseguraron un lugar en el libro Guinness de los Récords. Bajo la consigna «el mate nos une, el mate nos iguala» se concretó ayer en la localidad de Candelaria la mateada más grande del mundo. Los organizadores dijeron que fueron más de 9.000 las personas que respondieron a la convocatoria pese al intenso calor y los negros nubarrones que se mantuvieron amenazantes durante toda la tarde. El número exacto se conocerá hoy, con el recuento de las planillas.

Enrique Ortiz, uno de los impulsores del encuentro, contó que la idea surgió durante el verano. «Nos dimos cuenta de que el mate no figuraba en el libro de los récords -que es el segundo más vendido después de la Biblia- y decidimos armar algo para que todo el mundo lo conozca».

Además explicó que el encuentro se hizo en un lugar público, la Costanera de Candelaria, «para poder compartir entre todos porque el mate nos iguala a todos, a ricos con pobres, a patrones con empleados».

Desde la Municipalidad de Candelaria se contactaron con los responsables del Guinness en Latinoamérica y crearon la categoría que los obligaba a reunir a más de 1.000 personas con su mate. Catorce molinos se encargaron de proveer yerba y abundante agua caliente durante la mega ronda matera.

Luis Romero y su esposa Leónida llegaron temprano al encuentro de mateadores. Luis jura que el mate estilo brasileño que tiene lo acompaña desde hace 27 años. «Lo traje de un viaje de trabajo que hice para inspeccionar un puente sobre el arroyo Acaraguá. Lo tenían unos muchachos del Ejército y les pedí que me vendan pero no quisieron. Después me regalaron, pero no fue gratis, porque se quedaron con un cuchillo que usaba en los asados», recuerda.

De cara al río Paraná y mirando de reojo los negros nubarrones, Luis dice que la mejor forma de preparar el mate es empezar a cebar con el agua tibia y descartar los tres primeros sorbos. «Nunca lo hago con azúcar, pero por ahí le pongo algún yuyito», confiesa.

Miriam Franco es una artesana de Puerto Rico y llegó hasta Candelaria para mostrar y vender los mates que salen de los porongos que cosecha en su patio. «Los saco medio verdes todavía y los dejo secar al sol unos tres meses. Después los corto, les doy la forma adentro y empiezo a decorarlos y barnizarlos», resume mientras muestra uno de casi un metro de alto y decorado con una imagen del temible yaguareté.

Sonriente, Jorge Domingo Nacimento llegó a la costanera con una pava y un mate que también debería estar en el libro de los records. «Lo hice yo mismo hace dos o tres años, pero no me salió muy económico porque lleva medio kilo de yerba…ahora ya voy por la tercer pava de agua caliente y todavía tengo la mitad de la yerba sin mojar», dice orgulloso.

Este albañil asegura que no puede arrancar el día sin tomar mate. Y la espumante infusión también está al cierre de la jornada, aunque aclara que los días que no trabaja esas mateadas se multiplican por dos.

Mónica Resek tampoco quiso perderse la fiesta que armaron los mateadores y llegó con un porongo gigante que contiene en la parte superior un mate más pequeño. «Este porongo lo traje de El Soberbio hace 35 años y la bombilla, que también es gigante, la compré en Brasil». El mate, junto a una enorme pava de reluciente aluminio, tienen reservado un lugar sobre la cocina a leña de su casa, en Posadas.

Bajo la atenta mirada de Gabriel Russo, un grupo de gauchos de dos agrupaciones tradicionalistas armaron un fogón para calentar agua al estilo tradicional. Y para acompañar el ritual que va camino a tener su lugar en el Guinness, le sumaron una renegrida olla de donde no paraban de salir tortas fritas.

Fuente: Clarín

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