Hace viajes en auto, vive en una casita de muñecas, le toman fotos con vestidos y accesorios y tiene seguidores por todo el mundo.
Cuando a las manos de Agustina Lusky llegó una tarántula y ella se vio ante la obligación y responsabilidad de tener que alimentarla, su miedo y aversión por las cucarachas tuvo que transformarse.
«Si bien siempre fui muy bichera, las cucarachas no me gustaban para nada. Las respetaba y me daban lástima pero no podía dejar de sentir cierta aversión hacia ellas», recuerda. Consciente de su miedo irracional, se propuso superarlo: «Empecé a observarlas de cerca y a tocarlas y, a los pocos días, ya me las estaba poniendo en la cabeza o sacándome fotos con algunos ejemplares en la cara», explica Agustina que tiene una peluquería canina, según una entrevista realizada por el
Diario La Nación.
Con dedicación y paciencia comenzó a estudiar e investigar el mundo de las cucarachas: aprendió que son sociables, curiosas, que tienen distintas personalidades, distintos hábitos alimenticios y que existen miles de especies de diferentes tamaños y anatomías.
«La gente suele relacionar a las cucarachas con la suciedad y eso es porque generalmente las únicas que conocen son las que aparecen en sus cocinas como la Blatella germánica o Periplaneta americana. Pero existen más de 4500 especies y menos del 1% son especies que se adaptaron al habitat humano y se convirtieron en plaga y vectores de enfermedades. La mejor manera de combatirlas es dejando vivir en paz a los animales que se alimentan de ellas como los escorpiones, las arañas y los pequeños reptiles», asegura.
Cuanto más leía, más atrapada quedaba Agustina en su maravilloso comportamiento y pronto la cucaracha Gigante de Madagascar (Gromphadorhina portentosa) concentró toda su atención. Se trata de una clase de cucarachas que llegan a medir hasta 7 cm de largo y que, al exhalar aire a través de los poros respiratorios que están en su abdomen, emiten un sonido parecido a un chillido, lo que las convierte en seres más atractivos aún para los amantes de estos animalitos. Son muy delicadas, no toleran las bajas temperaturas y, fuera de su hábitat natural, no sobreviven fuera de su terrario.
«Un amigo me regaló cinco bebés de cucaracha de Madagascar, los crié con mucho cariño. A su vez, esa primera camada tuvo más bebés y fue creciendo el número de ejemplares que tenía en casa», dice Agustina. Así fue que empezó a subir fotos de sus adoradas cucarachitas en sus redes sociales y tuvo una reacción que no esperaba de parte de sus contactos: muchos sintieron ternura y simpatía, especialmente por un macho que recién había mudado su piel y que llevaba un moño en su cabeza. Como todos los artrópodos, las cucarachas necesitan mudar para crecer, así cambian de piel y cuando lo hacen el nuevo exoesqueleto es color blanco por unas horas hasta que se endurece y toma la coloración normal. Durante este proceso, también pueden regenerar partes del cuerpo que perdieron como patas y antenas. «Todos se enternecieron con la foto, llegó a tener mas de mil comentarios y apodaron a la cucaracha Ravioli porque decían que parecía un raviol. Me pareció entonces una buena oportunidad para intentar cambiar el asco y repulsión que la gente tiene a las cucarachas, informando sobre ellas. Y me di cuenta que la mejor manera de hacerlo era con ese tipo de fotos. Así creé mi página de fans Roach Trip donde subo fotos y videos de mis cucarachas en pequeños vestiditos y acompañándome en viajes», relata Agustina.
A medida que los «me gusta» y los comentarios en las fotos de Ravioli se multiplicaban, Agustina empezó a recibir mensajes de diferentes partes del mundo con agradecimientos por mostrar otro aspecto de las cucarachas. Además fue contactada por agencias que se dedican a comprar los derechos de distribución de videos que tienen chances de convertirse en virales y firmó contrato con Storyful y Newsflare que, a su vez, vendieron sus filmaciones a las ediciones digitales de dos importantes diarios: Huffington Post y Daily Mail. Pero eso no es todo, Ravioli también apareció en RightThisMinute, un programa americano que muestra los mejores videos virales del momento, y donde se lo ve comiendo zapallo, uno de sus alimentos preferidos.
Uno en un millón
Ravioli tiene dos años, vive junto con sus compañeros, en un terrario. Se alimenta de balanceado para gatos, comida de peces y tiene fascinación por la zanahoria y el zapallo. ¿Y cómo distinguirlo entre el montón?
«Ravioli es muy activo y curioso, es fácil saber cuál es porque siempre que abro la tapa de su terrario es el único que trepa y quiere salir. Mientras que las otras cucarachas son ariscas y chillan cuando intento agarrarlas, Ravioli es muy mansito y se siente cómodo caminando por mi mano. No quiere decir que me reconozca o sienta algún cariño hacia mí, simplemente se acostumbró a ser manipulado con más frecuencia que el resto ya que es el protagonista de los videos y fotos que subo», cuenta Agustina.
Pequeña en tamaño pero grande en su misión, Agustina cree que Ravioli puede ayudar a derribar algunos mitos que circulan sobre las cucarachas. «Uno de los más comunes es que las cucarachas son sucias y esto no es así: se viven limpiando y acicalando sus antenas y patas. De hecho, después de que las toco, pasan varios minutos limpiándose. Tampoco son plaga ni transmiten enfermedades. Sólo lo hace el 0,5% de las casi 5 mil especies conocidas hasta ahora. La mayoría vive en bosques, desiertos o cuevas. Es ridículo condenar y dar una mala reputación a todo un orden de insectos porque dentro de él haya unas pocas especies que pueden llegar a ser nocivas para el humano», concluye. Mientras, Ravioli disfruta de su fama, viaja virtualmente por el mundo y en auto por el país, vive en su casita de muñecas, interactúa con un Unicornio de peluche y un gato. Toda una vida de película.
Fuente: La Nación.
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