El congelamiento de la nafta vence en julio. Mientras, el barril está cerca de U$S 80 y el tipo de cambio, 21% más alto que en marzo. Si estas variables siguen trepando, un informe proyecta la premium a $ 49 en diciembre.
El acuerdo entre el Gobierno y las petroleras para congelar el precio de los combustibles por 60 días es un paliativo que ayudará a contener los porcentajes de inflación de este mes y del que viene. Sin embargo el dólar y el barril de petróleo no paran de aumentar.
Estas dos variables moviéndose hacia arriba, más el aumento de los impuestos internos por la suba del índice de precios al consumidor (IPC), promoverán ajustes en la nafta y en el gasoil, que, a su vez, impactarán en la inflación desde julio en adelante, semestre en el que el Gobierno esperaba empezar a controlarla.
Desde el último aumento de combustibles, el pasado 11 de abril, el precio del barril de crudo (petróleo Brent) pasó de 69,47 a 78,17 dólares. Esto representa un 12,5 por ciento de incremento que, tarde o temprano, se terminará trasladando a los valores del litro de nafta y de gasoil.
El otro «gran problema»: la devaluación. El dólar, que se vendía a 20,61 pesos a fines de marzo, pasó a 25,10 (cotización al cierre del viernes del Banco Nación), un 21,8 por ciento más caro.
Estos dos aumentos fueron determinantes para que el Gobierno diera marcha atrás, en los hechos, con la decisión del Ministerio de Energía de fines del año pasado de liberar los precios de los combustibles. La firma de un acuerdo con las petroleras YPF, Pan American Energy y Shell implicó la congelación transitoria, y la postergación hasta julio venidero del aumento que debía impactar en mayo.
«Amortiguar los efectos de los aumentos» y «contribuir a la estabilización de los precios de la economía» fueron los argumentos que se dieron tras la reunión entre Juan José Aranguren, titular de Energía, y los máximos referentes de las petroleras.
El documento firmado dice que desde julio podrán «compensar las diferencias de las variaciones de costos» que se acumularán en el bimestre mayo-junio durante «un periodo de seis meses a partir del 1º de julio de 2018».
Además, en julio, también impactará el incremento del componente impositivo (combustibles líquidos y dióxido de carbono), que sube cada tres meses a partir del movimiento del IPC. En abril, aumentó por la suba de los precios del primer trimestre y en julio deberá ajustarse por la del segundo.
En la ecuación hay que prever, asimismo, la variación del precio que el Gobierno fija para los biocombustibles que se utilizan para los cortes de nafta y de gasoil.
El informe publicado la semana pasada por la Federación de Expendedores de Combustibles del Centro de la República (Fecac) proyecta un fuerte impacto del aumento del dólar y del crudo en las naftas.
Según el análisis, elaborado por la consultora Economic Trends, «si el petróleo alcanzara el valor que se marca en los contratos a futuro y el tipo de cambio subiera un 10 por ciento sobre la cotización actual, el precio del litro de nafta premium podría superar los 49 pesos».
De acuerdo con la investigación, «implicaría un incremento del 75 por ciento en comparación con el precio promedio de diciembre de 2017».