El nene de siete años murió hace una semana, en su primer día de colonia. La familia decidió inmediatamente donar sus órganos: desde el Incucai les confirmaron que el gesto salvó ocho vidas.
Nahuel González tenía siete años. Murió el viernes 12 de enero en el Hospital del Niño Jesús, donde se encontraba internado en sala de terapia intensiva. El jueves había asistido por primera vez a una colonia. Había llegado caminando al Prensa Club, ubicado en las calles Juan Luis Nougués y Don Bosco, en San Miguel de Tucumán. Tenía temores e incertidumbre de permanecer solo, una experiencia común a cada nene de su edad. «Él tenía miedo de quedarse solo porque era el primer día en la colonia. Pero si yo me quedaba, no se iba a poder integrar con los demás chicos. En eso me dicen: ‘Vaya tranquila, mamá. Los padres no se pueden quedar'», recordó Carolina, su madre. Recordó también que después de dejarlo, volvió a su casa porque se había olvidado un vaso y un par de zapatillas que había reservado para su hijo. De vuelta al club, pidió permiso para verlo de nuevo: «En ese momento mi hijo me dio el último beso. Antes de las doce del mediodía, me llamaron del club».
Le preguntaron si su hijo se llamaba Mateo y dijo que no. Si tenía una cicatriz y una malla azul, dijo que sí. Le dijeron que fuera al Hospital porque su hijo se había descompuesto. Murió 24 horas después. Peleó contra un paro cardiorespiratorio y las lesiones sufridas por un episodio de ahogamiento. «Mi hijo ha sido un héroe, nació prematuro, de 30 semanas. Estuvo 45 días peleándola, seis meses en cama para que pueda nacer, y ahora estamos vacíos, vacíos sin nada», expresó su madre.
El desgarrador relato de Carolina conmocionó a la provincia. En declaraciones a medios locales intentó transcribir en palabras su dolor: «Si a uno se le muere el padre, tiene nombre; si a uno se le muere el marido, tiene nombre; no es natural que un padre deba enterrar a un hijo de 7 años, con toda la vida por delante. No voy a poder ser mamá nunca más. Estamos destrozados, nos han destruido la vida». Líneas después, la voz más solemne y menos compungida habló de la vida en la muerte de Nahuel: «Vamos a donar los órganos para que mi hijo siga dando vida, para que estos infelices no la trunquen, para que siga vivo en otro lado».
Una semana después del suceso trágico, los padres publicaron «una grandiosa noticia», tal como está titulado el texto. En él anunciaron que los órganos de su hijo salvaron ocho vidas en todo el país. En el blog Justicia Por Nahuel Gonzalez, el medio de contacto que eligió la familia para esclarecer la muerte de su hijo, manifestaron su alegría: «A pesar del dolor que tenemos por la perdida de nuestro amado hijo, queríamos compartir con ustedes la hermosa noticia que recibimos hoy. El director del Incucai nos transmitió que gracias a la donación de órganos de Nahuel hoy ocho vidas fueron salvadas. Son ocho familias que encontraron la paz».
La publicación lleva la firma de Carolina y Carlos. Se permite hablar de una especie de regreso, de una reencarnación espiritual. «Dios se llevó a nuestro Nahuelito al cielo, pero volvió como una bendición para nosotros y para todas esas familias que hoy calmaron su sufrimiento», celebraron. El post incluye agradecimientos a familiares, amigos, personal del hospital y autoridades del Incucai por «el amor, respeto y compromiso con la vida», y un video emotivo.
Los padres reclaman justicia. Elevaron la solicitud a la Casa de Gobierno de Tucumán, donde fueron recibidos por Regino Amado, el ministro de Gobierno de la Provincia. Exigieron el esclarecimiento de la tragedia y el avance del caso en el tramo judicial. La causa la lleva la fiscalía de turno, a cargo de María del Carmen Reuter, quien ordenó la intervención de la Policía Científica y de la división de Homicidios Complejos de la Policía de Tucumán. La fiscal ya ordenó el peritaje del club de la Obra Social del Personal de Prensa de Tucumán, donde ocurrió el accidente.
La madre divulgó contradicciones entre las declaraciones oficiales y las versiones informales. Tanto la madre como el abogado de la familia, Marcelo Jiménez Santillán, declararon que el niño no fue rescatado con urgencia de la pileta, sino que estuvo sumergido cerca de tres minutos. Un testigo que vive enfrente del club manifestó que fue un policía que custodiaba la cuadra quien realizó maniobras de rehabilitación y asistencia en el cuerpo del nene. El testimonio fue requerido y puesto a disposición por el abogado.
La familia solicitó la aparición de testigos del hecho y criticó el accionar de las autoridades de la colonia. «Los profesores nunca se han acercado. Han sacado comunicados de prensa pero nunca han venido a dar la cara, no sé qué le pasó a mi hijo», denunció Carolina. En efecto, la Asociación de Prensa de Tucumán emitió un comunicado al respecto: «Lo que le pasó a la familia de Nahuel es tremendo y la verdad no hay palabras que puedan llevar alivio en estos momentos. Sentimos que una parte de nuestra familia se fue junto con él. Desde sus inicios la colonia estuvo abierta no tan sólo para los hijos de afiliados gremiales, sino para los niños del barrio y para aquellas familias que buscaban un espacio de armonía y contención».
Según el ingeniero Walter Castellanos, titular de la Dirección de Salud Ambiental del Sistema Provincial de Salud (SiProSa), la pileta de la colonia donde se ahogó Nahuel no estaba habilitada. Lo confirmó en diálogo con el Canal 8 de la provincia: contó que el club había iniciado los trámites de habilitación pero adeudaba documentación obligatoria. Explicó que habían inspeccionado las instalaciones antes del comienzo de la temporada, pero como la pileta no estaba en uso no fue clausurada. «En este momento no está habilitado, no cumplieron ningún requisito; está clausurado», ratificó Castellanos. Mientras que en el plano judicial, la tragedia de Nahuel acumulará más capítulos, sus órganos ya viven en otras ocho personas. La historia de un ángel.