Ocurrió en Salta, donde un joven de 28 años cometió un siniestro doble crimen al otorgarle una botella con veneno a su pareja. El caso conmocionó a toda la provincia
En un principio se trató de una mera desgracia, de dos muertes dudosas. Pero con el correr de las horas se terminó por revelar como un terrible doble crimen: un joven de la provincia de Salta quiso envenenar al pequeño hijo de su novia y terminó asesinando a ambos con una dosis letal de cianuro.
El hecho ocurrió el lunes por la mañana en Salta capital, cuando Franco Rodrigo Gaspar Cinco, de 28 años, acudió como todos los días a la casa de su pareja, Alejandra Párraga, de 26, que vivía junto con Amir, de apenas dos años.
El hombre, que ya había expuesto su malestar e incomodidad en compañía del menor, acudió al hogar con una botella de agua. Una vez allí, le ofreció a Alejandra que le diera de beber al pequeño, ya que se trataba de agua bendita, recogida de la Catedral. El niño había estado enfermo los días anteriores y el hombre prometía que ese líquido podía ser útil para su curación.
Dos horas después de ingerir el líquido, tanto el niño como la madre empezaron a reflejar síntomas de malestar físico, que se hicieron cada vez más fuertes. En un momento de distracción, la mujer también ingirió el contenido de la botella.
Así, el joven trasladó a ambos a dos centros de salud. El niño fue derivado a una clínica privada y la mujer fue atendida en el Hospital San Bernardo.
Los dos murieron sin que los médicos pudieran hacer nada para evitarlo: el deceso del menor se produjo cerca de las 16.45; su madre, una hora después.
La tragedia generó conmoción en todos los familiares y amigos de Alejandra. Nadie podía entender lo que ocurrió. Así, miembros de la fiscalía acudieron al hogar de la mujer para recavar todas las pruebas posibles; entre ellas, la botella. «Seguramente se sabrá la causa de las muertes cuando se realice la autopsia de ambos cuerpos«, señalaron fuentes judiciales.
La jornada transcurrió con el dolor habitual de una familia que sufre la pérdida de un ser querido, y con el propio asesino acompañando a los padres de la chica en cada momento. Incluso, el joven se decidió a acudir al velorio para presenciar la última despedida a los cuerpos.
Sin embargo, en paralelo la historia comenzaba a tomar un vuelco y la identificación de la autoría del crimen se asomaba a la luz pública.
Al mismo tiempo en que se corroboró la presencia de restos de cianuro en los cuerpos de los fallecidos y en la botella secuestrada, apareció el testimonio de una amiga del joven, que brindó un dato clave.
La mujer se dirigió a la fiscalía para comentar que el propio Franco Cinco se puso en contacto con ella en la tarde del lunes y mediante un mensaje de texto le confesó: «Me mandé una cagada grande».
La chica no entendía bien a lo que se refería, hasta que supo la noticia de las muertes de Alejandra y Amir. Recién en ese momento terminó de entender lo que sucedía.
El desenlace de la historia tuvo rasgos de una serie o película policial: en pleno velatorio se hicieron presentes efectivos de la policía local, quienes detuvieron a Cinco sin dudarlo. La familia de Alejandra no podía entender lo que sucedía. Nadie imaginaba lo que había sucedido en la casa de la chica durante la mañana del día anterior.
Ya una vez resuelto el siniestro caso, varios familiares reconocieron a los medios salteños que el joven tenía una relación tensa con Alejandra respecto al niño. Incluso, semanas antes Cinco agredió con violencia física al pequeño de dos años y fue necesaria la intervención de la chica para que el asunto no adquiriera una gravedad aún mayor. Fuente Infobae