El impredecible dictador de Corea del Norte ha logrado desarrollar su programa nuclear a toda velocidad y demostró que el rango de sus proyectiles puede alcanzar a más de dos tercios de la población mundial.
Corea del Norte lleva entre 25 y 30 años desarrollando su programa de misiles. Sin embargo, el acelerado esquema de pruebas y lanzamientos exitosos en menos de dos años, que incluyó el lanzamiento de cohetes intercontinentales y el estallido de poderosas bombas, inquieta a gran parte del mundo. Es que todos los continentes han quedado al alcance de Kim Jong-un.
A inicios de los años 90, todavía bajo el mandato de Kim Il-sung -abuelo de Jong-un-, la dictadura comunista desarrolló las versiones del Scud-C, el Rodong-1, el Taepondg-1, el Musudan-1 y el Taepodong-2. De ellos, los de mayor rango de alcance son los dos últimos, con 3.000 y 6.700 kilómetros, respectivamente. Durante esa década y parte de 2000, Estados Unidos intentó establecer un diálogo con el régimen norcoreano, lo que ralentizó las pruebas misilísticas de los Kim. Así, no se pudo comprobar la verdadera capacidad de estos cohetes.
Todo cambió a partir de la llegada del actual líder al poder, tras la muerte de su padre Jong-il en 2011. El nuevo dictador norcoreano anunció en marzo de 2016 algo que estremeció a gran parte de la comunidad internacional: aseguró que Pyongyang había conseguido miniaturizar una ojiva termonuclear, lo que haría posible cargar a casi cualquier misil con poder atómico. Si bien su mensaje fue tomado con incredulidad por varios analistas, ya que no abundaron las pruebas otorgadas por el régimen, pocos se atreverían a correr el riesgo de saber si es o no una falsa amenaza. Con esa carta en su poder, Corea del Norte siguió realizando sus ensayos para mostrar su poderío bélico.
En mayo de 2017, el régimen lanzó un misil que voló 700 kilómetros antes de impactar en el Mar de Japón. Esta vez, no solo Tokio y Seúl estaban al alcance de Kim y su artillería. La trayectoria del lanzamiento, con una pendiente mucho más elevada, impide mostrar su real capacidad, pero analistas estimaron que el proyectil podía ser enviado a 4.500 kilómetros. Esto dejó a la isla de Guam (donde EEUU tiene una base militar) y varios países del sudeste asiático en el rango de acción.
Dos meses después, el 4 de julio (Día de la Independencia estadounidense), Pyongyang disparó un misil balístico que voló 930 kilómetros, al que los expertos atribuyeron un rango de acción de hasta 6.700 kms. Según detalló el régimen norcoreano, se trató de un ensayo de un misil balístico intercontinental Hwasong-14.
Las autoridades comunistas indicaron que el misil es capaz de “apuntar a cualquier parte del mundo”, pero la afirmación fue tomada con escepticismo. Expertos estadounidenses estimaron que el proyectil podría alcanzar Hawaii, Alaska o incluso penetrar más adentro en el territorio norteamericano, si se corrigen algunas funcionalidades del vector. También quedó a tiro Medio Oriente, Australia y muy cerca de Europa. Una expansión que generó condenas y preocupación incluso de Rusia y China.
Menos de un mes después, el 28 de julio, Pyongyang lanzó un misil de un alcance teórico de 10.000 kilómetros. “El líder dijo orgulloso que la prueba confirmó además que todo el territorio continental de Estados Unidos está ahora a nuestro alcance”, celebró entonces la agencia oficial KCNA.
El misil voló 998 kilómetros durante 47 minutos, a una altitud de 3.724 kilómetros, según KCNA. “Basados en la información de que disponemos, el misil probado por Corea del Norte podría fácilmente alcanzar la costa oeste de Estados Unidos y varias grandes ciudades norteamericanas”, dijo el experto en armamentos David Wright de la ONG Union of Concerned Scientists.
Los Ángeles, Denver o Chicago podrían hallarse dentro del rango de impacto del misil, que podría incluso llegar hasta Boston o Nueva York, agregó Wright.
Con ese alcance, también queda bajo el radar de Kim: toda Europa, una considerable parte de África e incluso una parte de México. Por el momento, solo otra sección de África, Centroamérica y todo Sudamérica puede considerarse fuera de la capacidad misilística de Pyongyang.
El último ensayo del domingo no fue una demostración de alcance, pero sí de fuerza: Corea del Norte anunció haber probado “con éxito” una bomba de hidrógeno capaz de ser montada en sus misiles de largo alcance, multiplicando el posible daño de los cohetes intercontinentales. Así, a los últimos mapas sobre el rango de la artillería de Kim, se le debe sumar un poder de destrucción mucho más alto que el estimado previamente.