El agresor la ató, la rapó, la quemó, la cortó y le pegó un tiro en cada rodilla. «Pensé que no salía viva», dijo la víctima, mientras se recupera de las lesiones. «Estaba totalmente loco de celos», contó
La Corte Suprema divulgó esta semana el primer informe de la Oficina de la Mujer, en el que reflejó que se registraron 225 femicidios, más de la mitad perpetrados por ex maridos o parejas. El caso de Lorena Serrano, una mujer de 36 años de Rosario y madre de seis hijos, pudo perfectamente engrosar este listado. Sin embargo, de milagro se salvó pese a ser torturada y baleada por su marido.
La mujer no sólo sufrió vejámenes y humillaciones sino que luego de ser herida tuvo que presenciar el suicidio de su agresor. La última frase que escuchó Lorena de su pareja, Julio Alberto Marconi, fue «no te mato por los chicos». El hombre la mantuvo atada durante cinco horas y ella escuchó sus reproches y soportó una brutal paliza. Luego, se mató. «Estaba totalmente loco de celos», relató la víctima quien se recupera de las heridas.
Es que Marconi le quemó las piernas con una plancha, le rapó la cabeza con una máquina afeitadora, le disparó un balazo calibre 32 largo en cada rodilla y le realizó un torniquete en cada pierna para que no se desangre. La enfermiza relación comenzó hace ocho años, cuando la mujer tenía 28 años. Él era 17 años mayor que ella. Como suele pasar, cortaban y después volvían a estar juntos. En el medio, golpes, maltrato y más violencia. Siempre recomponían la relación «por los chicos» o «por necesidad económica», relató Lorena al diario Clarín.
«Era una pareja rara. Tenían una relación muy violenta. Ella lo enfrentaba todo el tiempo y él le daba siempre una paliza. No era la primera vez que se la podía ver con un ojo negro o con los labios hinchados. La última vez le quebró el tabique y por eso estuvo dos días preso. Yo siempre le decía a mi mujer: estos dos van a terminar mal», explicó un vecino luego del ataque.
«Estaba pendiente de todos mis movimientos. Ese era su mayor problema. Era un tipo muy agresivo. No sabía hablar. Sólo gritaba», relató la mujer. La relación tóxica llevó a la mujer a realizar tres denuncias por violencia. Una de las causas quedó caratulada como «tentativa de homicidio». Sin embargo, entraba y salía de la cárcel. «Nadie hacía nada y cada vez se ponía más violento. Más loco», agregó.
El miércoles 18 pasado Marconi la invitó al casino. «Se mostró cariñoso», dijo ella, sin imaginarse el horror al que iba a ser sometida. La convenció de ir a un pequeño departamento que tenía frente al taller donde trabajaba. Allí la sometió durante cinco horas y luego se quitó la vida. «Pensé que no iba a salir viva de allí», expresó Lorena.
«Fueron cinco horas terribles. Me decía que yo no iba a salir con vida, que tenía pensado matarme. Tenía todo planeado: el revólver debajo de la cama, la máquina para pelarme, toallones para amordazarme. Primero me tiró a la cama y empezó a golpearme. Después me ató a una silla y me cortó el pelo delante de un espejo. Me tiró a la cama nuevamente y me quemó con la plancha una y otra vez. Se reía y gritaba una y otra vez», relató la víctima.
«En un momento agarró mi celular y me dijo que ya eran las cinco de la mañana. Mandó algunos mensajes. Me acomodó una pierna y me disparó en una rodilla. Después se acostó al lado mío y empezó a hablar solo. Decía que era un cagón, que era un cobarde y que me amaba. Yo estaba semiconsciente. Me desvanecía del dolor. Se levantó y me disparó en la otra pierna. Luego estiró mi brazo sobre la almohada, se acostó a mi lado y se mató», finalizó Lorena en su estremecedor relato.
La mujer se decidió a dar su testimonio el Día internacional contra la Violencia de Género porque «no quiere que ninguna mujer pase por lo mismo». «Tenía muchas ganas de ir a la marcha» (de ayer por la tarde), manifestó aunque no pudo. Lorena se salvó y por fortuna pudo dar cuenta del flagelo al que muchas están sometidas.
Fuente: Infobae
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