Tiene 22 años y se convirtió en ejemplo de sacrificio, responsabilidad y solidaridad. «Voy a visitar a esta gente, porque necesitan estar controlados», dice la joven que lleva como bandera su vocación de servicio y amor al prójimo.
Marisol Ghio es enfermera. Tiene 22 años y se convirtió en ejemplo de sacrificio, responsabilidad y solidaridad.
La joven es encargada de la posta sanitaria del paraje La Providencia, distante unos 47 kilómetros de Malbrán, en el departamento Aguirre, en la provincia de Santiago del Estero.
Las lluvias y el desborde del río Dulce y de canales de la zona ocurridos en los últimos meses, inundaron los caminos y circular por ellos en vehículo se hizo imposible. Esta grave circunstancia no impidió que Marisol visite a las familias que la esperan dos veces por mes, y llegó a sus domicilios a lomo de caballo, un fiel animal que le prestó su vecino Darío Pérez, también colaborador de la posta sanitaria.
«Hago las visitas dos veces al mes a las familias que viven en la jurisdicción de la posta. Cuando están lindos los caminos voy en moto, pero ahora con las lluvias y el desborde del río Dulce y de canales que están sin terminar, se complicó todo. Voy a visitar a esta gente, porque necesitan estar controlados, hay una anciana a la que la debo ver porque no quiere salir del lugar, y tiene varios problemas de salud», comentó Marisol al diario El Liberal.
Cuenta que viene de una familia humilde. «Como me crié en el campo no tengo problemas en montar, estoy acostumbrada a andar a caballo. Por lo general estas familias viven a unos 7 u 8 kilómetros de la posta, pero el otro día tuve que atender una urgencia y me quedaba un poco más lejos, pero por suerte me alcanzaron a ver que iba a caballo y un hombre me acercó en su camioneta», comentó.
Es tal el mal estado de los caminos, que a Marisol se le hace dificultoso incluso ir a caballo «porque es muy pantanoso, el agua está hace muchos días y el suelo no es tan firme, y además la cantidad de mosquitos es impresionante».
«A los vecinos de los parajes cuando los voy a ver les llevo medicamentos según la enfermedad que tiene cada uno de ellos; les hago control de presión y esas cosas, gracias a Dios la gente se encuentra bastante bien, la mayoría tiene problemas de hipertensión, diabetes, hay una anciana que tiene problemas cardíacos por Chagas», contó la joven enfermera.
La gente es muy agradecida frente a estos gestos. «Ellos me quieren y me reciben bien cada vez que voy, me invitan mate o lo que estén comiendo cuando llego, son muy buenos conmigo», reconoce Marisol.