El terrible crimen de Abril: Nuevos datos tornan aún más macabro el hecho

Pese a que la causa está avanzada, quedan puntos por aclarar: por ejemplo, por qué nadie oyó gritos en la pensión donde vivía el único acusado que tiene el caso. Creen que el detenido ocultó el cuerpo un día hasta tirarlo.o_1516102558

Daniel Ludueña, albañil de 35 años a quien todos conocían como «Cara de Bolón», está preso y acusado de haber sido quien violó y estranguló a la pequeña Abril Sosa, en Córdoba.

Tres puntos clave lo vinculan: perros de la Policía marcan su habitación como el último lugar donde Abril estuvo viva. Segundo, tuvo contradicciones sobre lo que hizo en sus últimas horas. Tercero, fue quien, ya demorado, entre varias cosas que dijo tras largos interrogatorios, indicó a los policías dónde estaba el cadáver. Se espera que las pruebas de ADN puedan cercarlo.

Su madre dijo ayer que es inocente, que sufre trastornos psiquiátricos, y denunció que fue golpeado en la Jefatura.

La imputación inicial es homicidio agravado por la alevosía (indefensión de la víctima). La acusación podría empeorar con el paso de las horas cuando la nueva fiscal Patricia Ramírez tenga los resultados finales de la autopsia, entre otros detalles de la causa.

En un principio, se cree que fue violada, golpeada en la cabeza y estrangulada de forma mecánica con un cinto, según dijeron fuentes oficiales a La Voz.

Según la hipótesis actual, fue un ataque sexual motivado por «una pulsión incontrolable» del acusado y todo derivó en un homicidio para no ser descubierto. Sucedió el pasado sábado cerca de la medianoche. Ahora, el punto es demostrarlo.

Ludueña vivía a media cuadra de la casa de los Sosa. Conocía a todos los chicos. «Es un pervertido. Mandaba mensajes eróticos a otra hija que tengo, vía WhatsApp. A otra chica que vive cerca le enviaba fotos de sus genitales», denunció ayer Mayra, madre de Abril.

La mujer confirmó que, a raíz de ese envío de fotos, le mandó un mensaje amenazante en su muro de Facebook. Sin embargo, los Sosa y el propio Ludueña volverían a amistarse tiempo después.

Cómo habría ocurrido

El sábado a la noche, en medio de la lluvia, los padres y el hoy detenido se juntaron a tomar cerveza. «Nos pusimos a tomar y él se fue», contó Cristian.

Los pesquisas quieren comprobar si, además de alcohol, se consumieron otras sustancias.

A las 23, Ludueña se marchó de la humilde casa de calle República al 1400 y cruzó hacia un quiosco.

Se cree que, en esas circunstancias, la pequeña Abril lo siguió. La criatura lo conocía bien. Lo llamaba «el tío» o «el tío Daniel».

Se sospecha que, con alguna excusa como darle caramelos o regalarle algo, la llevó caminando hacia la pensión donde paraba, a media cuadra. Esa tarde había sido visto comprando una pintura de labios y aros. No hay testigos que lo hayan visto a la noche entrar con la nena en la pensión.

Yo estaba con la puerta cerrada de mi pieza, porque llovía. Pero lo sentí entrar. Eso sí, no escuché a ninguna nena. Nunca oí llantos», recordó ayer Leonardo, su vecino. «Si hubiera oído gritos, quizá la podría haber salvado», se lamentó.

«Para mí, él planeó todo. Atacó con la lluvia, porque sabía que todos estábamos con las puertas cerradas», añadió el hombre, quien remarcó que nunca antes había visto «nada malo» del albañil. «Sin embargo, su mirada me daba desconfianza», añadió.

Ningún vecino de la pensión, por ahora, dijo que oyó gritos.

Los pesquisas creen que, en su pequeño cuarto, Ludueña abusó de ella tapándole la boca. Luego, la estranguló y la introdujo en un bolso deportivo. ¿Para qué la mató? «Para buscar impunidad», responden a coro los investigadores. ¿Y luego? Más espanto.

Para los detectives, el sospechoso guardó el cadáver en un bolso negro, lo dejó en la pensión y regresó esa misma noche a la casa de los Sosa, quienes ya habían denunciado la desaparición. «Vino y nos dijo: ‘Ya va a aparecer la Abril’. ¿Podés creer? Y la había matado», dijo Cristian.

Sospechan que Ludueña tuvo el cadáver por 24 horas. Siempre en el mismo cuarto verde.

Ese domingo, la Policía llegó a la puerta de la pensión. Lo buscaban como «sospechoso». Pero no había orden de allanamiento. «Yo les di el dato para que lo investigaran. Meses antes se había querido propasar con otra hija», insistió Mayra, madre de Abril.

Ludueña fue llevado a la Jefatura hasta tarde. Al caer la noche, volvió a su hogar. Unos vecinos fueron a apretarlo para que dijera dónde estaba la nena. «El tipo salió llorando y les dijo que no hizo nada», recuerda su vecino.

El rompecabezas indica que, ese domingo a la noche, desde su celular llamó un taxi y fue a tirar el cadáver. Luego se marchó. El lunes dieron con él. A las horas, él los guió hasta el bolso. Creen que hubo un solo atacante contra la nena. Los pesquisas no dan con todas las prendas de Abril.

Quienes trabajan en la investigación por el crimen de la pequeña Abril Sosa (4) enfatizan que el caso está más que avanzado y creen que hubo un solo atacante. No hay un elemento que haga sospechar que hubo otra persona. ¿Pudo ser una venganza? «No. Fue un ataque sexual de un pedófilo», insistieron.

El cuerpo de la nena estaba vestido sólo con una remera. Los pesquisas no lograron encontrar el resto de sus prendas. Y eso los inquieta.

Comentarios