CANDIDATOS. Federico Bogdan: entre camiones y trabajo solidario

Desde El Día seguimos con la premisa de conocer un poco más a nuestros candidatos a presidente municipal. En esta segunda entrega es el turno de Federico Mario Antonio Bogdan, del Frente Cambiemos.

Por María Constanza Fernández Larraburu

Reconocido por la trayectoria de la empresa familiar dedicada al transporte y su labor en las instituciones intermedias, Federico relata cómo fue su infancia, qué soñaba ser cuando era niño y hasta su gusto por el cine y el automovilismo.

De camiones y colimba

La casa que habitaban “pegadito al Sindicato de la Carne, en calle Alarcón Muñiz”, fue testigo de su nacimiento el 17 de junio de 1954, bajo el signo de Géminis.

“Éramos seis hermanos —narra ante la consulta sobre su niñez—, cuatro varones y dos mujeres. Dos de ellos fallecieron, Horacio y Humberto y mi papá, José, también. Quedamos Osvaldo que está conmigo en la empresa, Dorita, que es directora del Registro de la Propiedad, y Anita, que está en el Juzgado de Familia. Mi mamá, Celia Beatriz Demarchi, vive, pero después de la muerte de Horacio, hace casi ocho años, tuvo un ACV (accidente cerebrovascular) y quedó postrada en la cama”.

-¿Cómo fue su infancia?

-Entre la ciudad y las chacras, porque mis abuelos maternos vivían cruzando las vías sobre Ruta 11 y en el verano prácticamente vivíamos allá, entre las vacas y los caballos. Cuando nos traían en el carro era tal el escándalo que hacíamos que mi mamá nos daba unos besos, nos pegaba unos chirlos, nos volvía a subir y nos íbamos de nuevo.

“La familia de mi papá —continúa— vino de un pueblito de Rumania, estuvo en Carlos Casares y después en Tres Palos, camino a Puerto Ruiz. Como mi papá tenía un hermano con problemas de asma les recomendaron irse a vivir a Córdoba y toda la familia se instaló allá, primero en Cosquín y después en Alta Gracia, donde se asentaron e instalaron una hostería. Inclusive en el tiempo de Casa Bisso, muchos empleados iban ahí, también otras familias de Gualeguay. Una familia muy linda y grande”.

Entre los recuerdos de Federico está lo que él mismo denomina como odisea. “En esos camiones viejos, en los años 70, íbamos a Alta Gracia de vacaciones. Tardábamos unas 15 horas para llegar, íbamos mi papá, mi mamá, mis tías, mis hermanos y mis primos en la carrocería del camión, siempre estábamos esperando el fin de año para tener esa aventura”.

-La recuerda como una niñez feliz…

-Sí. Me acuerdo que una vez papá le regaló a Osvaldo, que es el segundo, una bicicleta que no tenía frenos ni guardabarros. Nosotros estábamos felices, era un logro porque a Horacio, el mayor, no le pudo comprar un acordeón. Él iba a estudiar a lo Eduardo Madera, enfrente a la Escuela Técnica 2, y se la pudo comprar recién cuando fue grande.

– ¿Qué soñaba ser de chico?

-Siempre quise ser camionero, porque vivíamos prendidos de los pantalones de papá y queríamos hacer lo que él hacía. Osvaldo estudió hasta tercer año de Ciencias Económicas, pero se volvió a trabajar en esto, igual que Humberto, Horacio y yo.

-¿A qué escuela fue?

-Empecé en el Colegio “San José” y fui hasta segundo grado, en tercero me pasé a la vieja escuela Chiclana, que era donde estaba Anses (esquina de Belgrano y Mitre). Ahí tuve una maestra que la conoce mucho Gualeguay y que fue Etelvina Sciutto. Yo era bastante travieso y como ella no quería que mascáramos chicle, lo hacía a propósito para que me sentara en su escritorio. Ese fue el último año que se cursó ahí, al siguiente nos cruzamos a la escuela nueva. En cuarto grado mi maestra fue Olga Cantero, que todavía vive y tiene 91 años, y en séptimo Amalia Fernández.

“La secundaria —agrega— la empecé en la vieja Escuela de Comercio. Me acuerdo que fui de pantalones cortos y Hernán Quattrochi me hizo volver a ponerme los largos. Como repetí me fui a la Escuela Normal, donde coseché un montón de amigos. Puedo nombrar a Olguita All, María Elisa Petre y María Elena Pérez Petre, la verdad que me sentaba entre todas las mujeres. Ellas se sacaban nueve y diez y yo dos, tres y cuatro, a veces un uno… hay gente que nació para estudiar y otros para otra cosa. En tercer año repetí y ya no quise ir más, así que hablé con papá y mamá”.

-¿Qué pasó después?

-Ese año vinieron unos tíos de Córdoba para festejar las bodas de plata de mis padres y uno de ellos era presidente de una empresa de colectivos, así que me invitó porque sabía que yo manejaba camiones. Me pidió que fuera chofer por un tiempo, yo ya tenía 18 años y me quedé en Alta Gracia y recorrí parte de la Argentina en las excursiones, me junté un millón y medio de pesos de aquel entonces hasta que me tocó la colimba en Villaguay.

En seguida, rememora: “Pasé ocho meses en una conscripción bastante holgada con mi plata e hice muchos amigos con los que aún hoy nos llamamos. Recuerdo que con Marito García, un compañero, hacíamos dedo el viernes a la tarde, que te daban franco, y hacía tanto frío que nos abrazábamos, nos tapábamos con los pilotines y nos acostábamos en el asfalto que estaba más calentito”.

-¿La siente como una buena experiencia?

-La colimba a muchos chicos les tronchó la carrera, porque tuvieron un impasse en sus estudios profesionales y otros se quedaron porque tenían oportunidad de trabajo en el Ejército. Había de todo, mucho analfabetismo, falta de educación, de valores; yo estuve con unos chicos tucumanos que no tenían contención social, no sabían leer y escribir ni mirar la hora del reloj.

A los 35 años, llegó para Federico la hora de formar su propia familia. Se casó con Susana Yaniz, con quien tuvieron tres hijos. “Mauricio, que tiene 24, y los mellizos Gonzalo y María Emilia, que tienen 22. Gonzalo está terminando Ciencias Económicas, María Emilia estudia Psicología y Mauricio está en el transporte con nosotros, está en la parte contable y de tecnología”.

Un poco de todo

-Un líder político: Raúl Alfonsín.

-Un líder social: Mahatma Ghandi.

-Un país: Argentina.

-Un prócer: Bruno Alarcón. “Además de San Martín y Belgrano, claro. Pero Alarcón está olvidado por nosotros, aun cuando tenemos un lugar físico en el que vivió en Gualeguay y está enterrado en nuestro cementerio. Igual que el ingeniero Cassaffousth, que construyó el Dique San Roque en Carlos Paz y está enterrado acá. Se destacaron en la Argentina y en cierta forma les estamos dando la espalda”.

-Un ciudadano de Gualeguay: Sengo Kablan y Tita Monti.

-Una causa: el medio ambiente y la falta de trabajo. “Aunque hay un montón”.

-Un lema: ayudar a la gente.

-Una frase: “Pucha che, digo”.

-Un sueño: “Que Gualeguay cambie, que no tengamos más techos plásticos, que la gente tenga trabajo, educación, que dejemos los enfrentamientos de lado. Hay mucho por cambiar y todo viene de la mano de la familia, de la escuela y de los clubes y las ONG que nos ayudan muchísimo, porque contribuyen con los valores”.

-Esperanza de: “Que cambiemos a Gualeguay. Podemos estar mejor y la gente de Gualeguay no se merece estar viviendo de esta manera. En Galarza y en Tala las bicicletas duermen afuera ¿por qué acá no? ¿Por qué los abuelos no se pueden sentar a tomar mate en la calle por la inseguridad? ¿Por qué tantas rejas?”.

-Una meta: “Siempre miro lo social”.

-Un acierto: “Seguir los pasos de papá”.

-Un error: un montón.

-Una virtud: ninguna. “Uno es como es”.

-Un defecto: “Saber que puedo dar más y a veces me faltan horas”.

-El momento más feliz de su vida: un montón.

-El más triste: la muerte de mi papá y de mis hermanos.

-Un objeto del que no pueda prescindir: ninguno.

-Una comida: asado. “También las pastas, porque cuando éramos chicos íbamos a misa los domingos a las diez de la mañana y pasábamos por el cine Mayo a averiguar si las películas eran aptas para chicos. Después volvíamos a casa a ayudarla a mamá a hacer los tallarines, los ravioles o los ñoquis. Comíamos, lavábamos los platos y nos íbamos al cine”.

-Un pasatiempo: trabajar en las instituciones intermedias. “Estoy en cuatro, Corporación, Jockey Club, Ferroviario y Pro Copa. Pedí licencia en todas por la candidatura, para que no se malinterprete ni se preste a confusión. De todas maneras sigo colaborando”.

-Un lugar para vivir: Gualeguay.

-Un destino turístico: Gualeguay y Alta Gracia.

-¿A qué hora se levanta? ¿A qué hora se acuesta?: “Me levanto seis y media y me acuesto cuando termino, a veces a las once, otros días a las doce o a la una de la madrugada”.

-¿Cómo se lleva con la tecnología?: “Estamos desencontrados”.

-¿Usa Facebook? ¿Twitter? ¿Cuántos amigos y seguidores tiene?: “Facebook sí, Twitter no. Tengo cerca de dos mil amigos, en la página de perfil político no sé porque la abro poco, no tengo tiempo”.

-¿Qué hace un domingo?: “Si hay carreras en el Hipódromo voy a ayudar, a cobrar la entrada u organizar los remates. Sino, por lo general, miro las carreras de auto en televisión, después almorzamos y vamos a pasear, a tomar mate a la Costanera”.

-¿Fútbol o automovilismo? “Fútbol sólo miro algún partido importante, soy de Boca. El automovilismo sí me gusta mucho, soy de Ford, del Gurí Martínez”.

-¿Mira televisión?: sí. “Miro mucho, soy casi un adicto, siempre películas, incluso hago zapping y miro dos a la vez. También algún reportaje político. Aunque venga a las tres de la mañana la prendo igual, por lo menos cinco minutos”.

-¿Escucha radio?: sí. “Radio Gualeguay, a la mañana y de a ratitos mientras trabajo, porque voy y vengo todo el tiempo, también en el auto”.

-¿Lee diarios? ¿Revistas?: “Diarios sí. Mi mamá es una de las suscriptoras más antiguas de El Debate Pregón, lo recibe todos los días y lo mismo acá en mi casa desde que me casé. Los domingos también El Día, aunque para siempre quedó el nombre de Gualeguay al día (risas). Me levanto y los leo. Revistas no”.

-Un libro: La vida de Karen Kinlan.

-Un escritor: ninguno.

-Una película: Antes de partir, Detrás del pizarrón y Danza con lobos.

-Un género musical: melódico. “Escucho poco música, sólo cuando viajo, pero me gustan Marco Antonio Solís y Dyango”.

-Un momento del día: los domingos a la tardecita. “Es cuando vamos todos a la casa de mi mamá. Nos reunimos con mis hermanos, tíos, primos y sobrinos. Es un punto de encuentro a través de mi mamá, que tiene ese poder de convocatoria”.

-¿Disfruta de su trabajo?: sí. “Es lo que elegí”.

Federico Bogdan 2

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