«Cada día esto se acerca más a un final triste», lamentó el hermano del único entrerriano de la tripulación del submarino desaparecido. Mendoza aseguró que desconocían que el buque había sufrido una avería, tal como se conoció hoy.
Recién llegados a la base naval de Mar del Plata, Carlos Mendoza, hermano del Teniente de navío Fernando Ariel Mendoza (el único entrerriano de la tripulación del submarino desaparecido) y su mujer, Marcela Tagliapietra, contaron cómo transcurren las horas de espera ante el desconcierto de no saber qué pasó con el ARA San Juan.
Oriundos de Concordia, la vida de los hermanos Mendoza estuvo de formas diferentes ligada al mar. Fernando Ariel se mudó a Mar del Plata apenas terminó de cursar en la Escuela Técnica Nº1 de su ciudad natal e ingresó a la Armada. Su hermano Carlos se dedicó a los pesqueros y se estableció en la localidad de Santa Clara.
Desde el miércoles pasado, Fernando Ariel es uno de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan que se encuentran desaparecidos. El buque partió desde Ushuaia con destino a Mar del Plata y su último contacto con la base naval se registró el miércoles 15, a las 7:30 de la mañana. Después de eso sólo hubo silencio.
Fernando Ariel Mendoza, Teniente de navío del ARA San Juan
«Llaman todos los días para decir cosas, pero nadie da una confirmación de qué pasó, pueden inventarse mil películas», expresó Carlos desde la puerta de la base naval de Mar del Plata, al ser consultado por Infobae acerca de las distintas hipótesis que en estas horas llegan hasta los familiares.
Carlos está nervioso y se le nota. Durante estos días no contó con la ayuda del equipo de contención que la Armada Argentina dispuso en la base. «Nos quedamos en la casa de la mujer de mi hermano, Carolina, ella prefirió quedarse ahí porque venir acá le hacía peor», explicó el hombre de 46 años, sobre las razones que hicieron que esta sea la primera vez que se acerca al predio donde están la mayoría de los familiares.
«Cada día esto se acerca más a un final triste lamentablemente», dice y la voz se le entrecorta. Una afirmación contundente y la primera de este tipo de parte de un familiar de alguno de los tripulantes. «Es triste pero hay que ser realistas», dijo desbordado.