El “Millonario” estaba 0-2 en la serie y el local parecía encaminarse hacia la clasificación a la definición. Pero el conjunto de Gallardo no claudicó y, con goles de Borré y Martínez, de penal, se impuso 2-1 y accedió a la definición, como en 2015.
River consiguió lo impensado: a nueve minutos del final, estaba 0-2 en la serie y Gremio manejaba los tiempos del partido. Pero no claudicó. Se puso a tiro de la clasificación gracias al cabezazo de Rafael Santos Borré y, con el penal ejecutado por Gonzalo Martínez (correctamente sancionado por Andrés Cunha a instancias del VAR), ganó 2-1 y logró la hazaña de volver a disputar la final de la Copa Libertadores, como sucedió en 2015 (terminó consagrándose campeón).
El Millonario comenzó el partido como el encuentro lo demandaba. Con la defensa plantada en mitad de campo, Javier Pinola como primera puntada en muchas de las acciones y mezcla de agresividad para recuperar y paciencia para intentar elaborar, se puso la mochila del partido.
El campeón vigente de la Libertadores, sin pruritos por su condición de local, se abroqueló para cerrar los espacios y apostó a salir de contra en velocidad. Sin embargo, por la presión de la visita, terminó quitándose el balón de encima. A River, más allá del criterio, le costó entrar. En consecuencia, buscó abrir la defensa adversaria con remates lejanos. Probaron Ponzio (rechazó Grohe) y Palacios; también tuvo Borré un interesante remate cruzado (por ubicación, no por resolución).
A los 22′, Matías Biscay, ayudante de campo de Gallardo, debió apelar a la primera modificación: Enzo Pérez entró por el lesionado Ponzio. Tuvo mala fortuna el elenco de Marcelo Gallardo: porque en la primera oportunidad clara que tuvo Gremio, se apuntó el 1-0. Leo Gomes remató desde el borde del área, el balón atravesó el cúmulo de cuerpos (rozó en Pratto) y superó a Armani, forzando a River a convertir dos goles para avanzar a la final.
En la segunda etapa, River buscó aceleración. Por eso el cuerpo técnico optó por el ingreso de Gonzalo Martínez por el desdibujado Ignacio Fernández. Gremio intentó bajarle el ritmo al partido, utilizando las mañas que mostró en el Monumental, como las demoras ante cada posibilidad.
A su vez, la distancia en el resultado lo fue desordenando al equipo de Núñez. Armani lo sostuvo con dos oportunas atajadas frente a Everton; una, ante un remate desde afuera del área; la otra, mano a mano.
Y cuando el elenco de Gallardo pasaba por su peor momento, cuando se jugaba a lo que planteaba Gremio, que cortaba y ralentizaba el desrrollo, Rafael Santos Borré marcó de cabeza el 1-1 y le insufló nuevas ilusiones a River, que quedó a una conquista del pasaje a la definición.
Y el empate parcial le dio un nuevo impulso a River. Que sin el concepto del primer tiempo empujó, aprovechó el nerviosismo del local. Contó con la asistencia de un cuerpo arbitral valiente: fue penal de Bressan ante el remate de Scocco, pero hubo decisión de cobrarlo por parte de Andrés Cunha, con la asistencia del VAR. Gonzalo Martínez hizo su parte para abrirle la puerta a la hazaña.
El 2-1 fue un premio a la búsqueda de River en el primer tiempo, más cerca de la imagen que dejó en las victorias frente a Racing e Independiente. Y a la voluntad del segundo, aun sin exhibir su versión más atildada. Sí, el Millonario y Marcelo Gallardo lo hicieron de nuevo.
El ganador de esta llave se medirá en la final ante el vencedor del cruce entre Boca y Palmeiras (los argentinos ganaron 2 a 0 la ida, disputada la semana pasada en La Bombonera). ¿Superclásico en la final de la Libertadores? Corazones futboleros, a prepararse.