Año 2021; ¿Educación en dictadura?

Durante toda esta semana que paso, escuche con asombro las declaraciones vertidas por el ex Presidente de la Nación Eduardo Duhalde, expresando su convicción sobre un nuevo golpe cívico- militar en nuestro país.

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Me quede helado, de solo pensar, que luego de 37 años ininterrumpidos de democracia desde el año 1983 a la fecha, se pueda producir un nuevo intento de derrocar un gobierno democrático.
Eduardo Duhalde fue muy categórico al afirmar dicha convicción, teniendo según sus expresiones, las herramientas intelectuales necesarias para sustentar sus dichos.
Todas aquellas personas que pintamos canas, y nacimos con anterioridad al año 1980 sabemos de qué se trata una dictadura militar.
Desde aquel 24 de marzo de 1976, siguen vivos los latidos temblorosos de miles de compatriotas que buscaban un país mejor. No voy a desarrollar históricamente dicha fecha, pero si quiero describir, como Argentina, desde el derecho y desde la educación consiguió revertir esa época nefasta a partir de la llegada de la democracia.
El señor Duhalde, por sus dichos, ¿tendrá intereses creados? ¿Será para despertar a esta clase política que sigue enquistada en peleas insignificantes, sin poner de relevancia los temas que interesan realmente a la sociedad? Son algunas de las preguntas que me hago y busco en el imaginario personal desentramar las pensamientos de las personas.
A lo largo de nuestra historia y como bien describió, con sorpresa para mí, por su conocimiento y exactitud el señor Duhalde, tuvimos 14 golpes militares, que no fueron organizados solo por las fuerzas de seguridad, sino con un apoyo explícito de civiles importantes (desde políticos hasta religiosos, pasando por aportes económicos de empresarios poderosos radicados en nuestro país y otros por radicarse).
Pero me detengo al golpe más cercano en la historia, y a su vez el más sangriento, produciéndose un genocidio minuciosamente planificado; planteando además en la sociedad “la teoría de los dos demonios” para justificar semejante masacre.
En esos 7 años los argentinos pasamos por el “no te metas”, hasta “algo habrán hecho”, además de muchas sensaciones encontradas; tristeza, desazón y euforia.
Si señor, por euforia, ¿o nos olvidamos del mundial de futbol 1978? ¿Nos olvidamos que festejamos en el obelisco y en cada plaza de cada pueblo? Mientras a pocos metros de cada festejo asesinaban a un compatriota, daba a luz una mama que nunca más sabría de su hijo, y todo se daba mientras festejábamos los goles de kempes y cia.
Mas acá en el tiempo, en el año 1982, gurises que estaban terminando la secundaria se alistaban para ir a una guerra absurda, donde nuestros hijos fueron llevados sin una preparación previa.
Me acuerdo de estar caminando con mi madre del brazo en dirección a la Escuela Primaria N° 2 “Feliciano Chiclana”, y ver pasar señores en un Ford falcón, y mirar a mi madre sin que ella me devuelva la mirada, esos mismos autos que se multiplicaban y se intensificaban cuando el sol desaparecía.
En la escuela, la seño nos decía que esas personas nos protegían de los subversivos. Que difícil fue para nuestra “seño” educarnos y explicarnos de una manera pedagógica, lo que nos pasaba como sociedad.
La escuela, en esa época, era realmente una isla. Se enseñaba bajo la enciclopedia impuesta por esa dictadura, y se formaba a ciudadanos bajo esa mirada.
Muchos derechos fueron vulnerados durante esa época, y las organizaciones de derechos humanos estaban en la clandestinidad algunas y otras ayudaban a consumir el genocidio.
Cuando la sociedad sale a plantear un derecho, es porque ello no está garantizado. Miles de argentinos, hoy desaparecidos, lucharon, mas allá de sus ideales, por la dignidad humana.
Gracias a dios, la oscuridad no es eterna, y hoy sábado 29 de agosto de 2020, seguimos agradeciendo libertades, perdimos hace mucho tiempo el miedo, recuperamos la esperanza, la dignidad y las ganas de pensar que como sociedad nos falta mucho por aprender.
Debemos aprender que el camino hacia el derecho está en la educación, en la salud, en la justicia, en fin… en la democracia, ese es el único puente genuino que nos debe depositar en mejores condiciones de vida, esa vida que NUNCA MÁS debe ser corregida, maniatada o censurada.
Seguramente el señor Duhalde conoce lo que describí anteriormente, lo vivió, lo sufrió o no. Seguramente nuestro ex Presidente tiene sobrados motivos para que se lleve adelante un nuevo golpe cívico militar, seguramente el señor Duhalde está convencido que es lo mejor para nuestro país.
Seguramente el señor Duhalde no está convencido sobre la educación que se está desarrollando en la democracia, seguramente que piensa que son necesarios cambios. Pero esos cambios no tienen que venir de la mano de la fuerza, de la obligación y de la imposición.
Los cambios, que son necesarios, deben venir de la mano de los acuerdos, de los consensos, de la construcción colectiva, de la pluralidad de miradas y de la voluntad colectiva.
Estamos transitando definitivamente una educación en democracia, y una democracia joven todavía. Es mi deseo que al llegar a su madurez, nos encuentre unidos, fortalecidos y alejados de convicciones personalistas, que tuvieron en sus manos, la posibilidad de una Argentina mejor.

Prof. PEDRO DEMARCHI

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