Había estado dos años preso y la convivencia permanente obligada por el coronavirus no ayudó al reencuentro con sus hijos y su esposa y que la casa era demasiado chica para tanta gente.
Era uno de los organizadores de una banda de narcos en Entre Ríos. Lo detuvieron en mayo de 2018 y estuvo preso hasta el juicio. Con la llegada de la pandemia, en marzo del año pasado, le otorgaron la prisión domiciliaria. El acusado tiene un hijo de 10 y una hija discapacitada de 12. Su mujer había sostenido la casa en su ausencia atendiendo un kiosco. La convivencia obligada por el coronavirus no ayudó al reencuentro después de casi dos años. El proceso judicial avanzó y cuando llegó el momento de la sentencia, convencido de que lo iban a condenar, el narco pidió que lo devolvieran a la cárcel. Alegó que las tensiones familiares eran fuertes, que solo podía salir a un pequeño patio y solicitó volver a su pabellón de la Unidad Penal Nº1 de Paraná.
A Mariano Emmanuel Giménez (33) lo condenaron, junto a otros cuatro miembros de la banda, a seis años de cárcel. Lo acusaron de ser la mano derecha del jefe de la organización y de cometer el delito de “comercialización de estupefacientes agravado por la intervención organizada de tres o más personas”. Le dicen “Piraña” y vive en el Barrio Nuevo “24 Viviendas”, en Villa Ghiano, al oeste de Nogoyá. Según la acusación de la Fiscalía, Giménez coorganizaba y repartía la cocaína y la marihuana que llegaba a una chacra en esa ciudad. Cuando lo fueron a detener, le encontraron una escopeta y en un auto que estaba en la puerta, municiones y 40 gramos de cocaína. Como detalle, tenía el dinero repartido en sobres de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
En paralelo, en varios operativos, fueron apresados nueve integrantes de la organización. Giménez fue llevado al penal de Paraná, una cárcel grande del interior, que tiene 17 pabellones con casi 1.000 presos. Estuvo ahí con varios de los integrantes de la banda. Según los registros, durante los dos años preso participó de varios talleres como el de carpintería. En los pabellones convivía con otros presos y participaba de los partidos de fútbol del fin de semana.
En su sentencia, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Paraná le dio una pena de seis años de cárcel a Giménez y también condenó a otros tres integrantes y absolvió a cinco. Unas semanas antes, ante un pedido de su abogado, le dieron la prisión domiciliaria. Giménez volvió a su domicilio, una casa en un barrio humilde donde, según luego explicó “no había espacio para todos”.
“No le fue simple el regreso, después de todo ese tiempo sin convivencia familiar. La combinación entre la domiciliaria y la pandemia hizo que debieran estar todo el tiempo todos juntos. Eso provocó que comenzaran a tener discusiones, que la relación con su mujer también se tensara. El único lugar que tenía para estar un rato sin otros era en un patio chico que tiene al fondo de la casa. El se había acostumbrado al penal, tenía allá sus actividades y contacto social con otras personas. Fue entonces que me planteó volver al penal”, le explicó a elDiarioAR el abogado de Giménez, Augusto Lafferriere. El tribunal rechazó ese último pedido y dispuso que siga así hasta que el fallo quede firme. Lafferriere planteó que le permitieran salir de su casa una hora para que pudiera “despejarse”, pero tampoco fue contemplada esa posibilidad.
El fallo fue apelado por la Fiscalía porque entendió que las absoluciones a los otros procesados no correspondían y la defensa de los condenados hizo lo mismo. A principios de julio de este año, en Comodoro Py, la Sala III de la Cámara de Casación Penal anuló las absoluciones de tres de los miembros, pidió un nuevo juicio para ellos y rechazó las apelaciones de los condenados, entre los que estaba Giménez. Esto permite ahora dos posibilidades más de apelación para Giménez, que sigue con intención de volver a la cárcel, a pesar de la recomendación de su abogado. Pero por el fallo del primer tribunal, hasta que no haya sentencia firme, la domiciliaria no se revocará.
“No le recomendaría nunca a un defendido que volviera a la cárcel. El no tiene amigos o familiares con los cuales contar para fijar ahí el domicilio, con lo cual lo mejor sería que tenga paciencia. En nueve meses podría pedir la condicional porque se cumplirían los dos tercios de la condena”, detalló Lafferriere. (El Diario)