Dharma es una perrita salchicha de 9 años, que padece un cuadro de salud muy delicado. “Solo lucho por su derecho a ser atendida”, dijo la ingeniera agrónoma que busca que declaren a su mascota como integrante no humana de la familia.
Silvia Colletti es ingeniera agrónoma del INTA y lucha por incorporar a Dharma, su perrita salchicha, como integrante de su familia. Esta “necesidad”, aclara, surge de la delicada situación de salud por la que atraviesa el animalito, quien padece una serie de patologías que demandan una atención especial y constante, tanto de los profesionales veterinarios como de Silvia.
Sobre este punto, puso de relieve que Dharma es “mi única familia en Salta, mi contención emocional, mi hija verdaderamente. Ella me necesita de mi, tanto como yo necesito de ella”, explicó.
En marzo, la perrita de 9 años dejó de comer normalmente y tras una serie de estudios le detectaron un problema renal crónico y también complicaciones en el funcionamiento del páncreas, piedras en la vesícula y un coágulo en el abdomen. En síntesis, un cuadro en extremo complicado.
“A principios de este año tuve que internarla. Tenía que dejarla temprano en la mañana y retirarla por las noches, así día tras días. La pasamos muy mal, ella sufriendo, yo también, y jornadas enteras sin dormir. Hablé con mis jefes y les planteé la situación, pero la desestimaron”, recordó la ingeniera del INTA.
Como empleada pública, Silvia tiene la opción de tomarse seis días al año por cuestiones personales, no más de dos por mes, pero la frágil salud de Dharma le exigía mucho más que eso. Este fue el punto de inflexión para que surgiera en ella la impronta de pedir la incorporación legal de la perrita salchicha como “integrante no humana de su familia multiespecie”.
“No sabía cómo hacer para atenderla, era un momento crítico. En el trabajo desestimaron la cuestión. Eso hizo que me planteara la situación y que comenzara esta lucha para que sea reconocida formalmente como mi familia, con los derechos que asisten a un niño, por ejemplo, para cuidarlo cuando está enfermo”, detalló.
Silvia buscó asesoramiento jurídico especializado en derecho animal en Buenos Aries y luego en Salta, a fin de realizar las presentaciones pertinentes. Y luego de un estudio pormenorizado de este tema en particular y de analizar los precedentes en el país, así lo hicieron. “Primero vimos la forma de inscribirla en el INTA regional como integrante no humana de mi familia multiespecie, pero no lo logramos, quedó archivado. Luego con mis abogadas hicimos la solicitud a nivel nacional, acompañando el pedido con las argumentaciones legales correspondientes y los precedentes que existen en el mundo América Latina y en el país”, relató la mujer.
Sin embargo, a este nuevo intento tampoco le dieron curso. Desde el organismo público le contestaron que el convenio colectivo de trabajo que los alcanza, no contempla este tipo de casos. “Obviamente que no lo va a contemplar, habida cuenta que se trata de situaciones actuales, que van surgiendo con los nuevos modos de vida y las nuevas formas de percibir el mundo y la realidad”, explicó Silvia. Precisamente, apuntó, que lo que se busca es que se comiencen a tener en cuenta estos nuevos tipos de vínculos y de la necesidad de reconocer derechos, basados en nuevas necesidades que han superado lo que se vislumbraba hace decenas de años.
Silvia busca dejar en claro que lo que plantea es para casos de extrema necesidad. “Seguramente habrá quienes piensen que busco obtener días no laborales. Nada más alejado de la realidad, porque la iniciativa apunta cuestiones de salud. Es darle el derecho al animalito a ser atendido, en casos como el mío que no tengo a nadie que lo haga por mí. Cuento con todo el historial veterinario que avala lo que estoy diciendo”, sostuvo.
El planteo está hecho, los expedientes existen y el debate está sobre la mesa. Mientras tanto Dharma, cuyo nombre significa “propósito en la vida”, se mantiene estable, medicada y bajo una estricta dieta. Ella hace reposo mientras Silvia viaja todos los días desde el centro de la ciudad de Salta a su trabajo en la Estación Experimental del INTA – Cerrillos. La perrita salchicha espera pacientemente cada tarde el regreso de su “mamá”, vínculo que en los hechos es real y que solo resta que sea reconocido “oficialmente”.
Fuente: El Tribuno