La preocupación sanitaria en Gualeguay hace dos décadas era la aparición de muchísimos casos de Hepatitis B. Sin dudarlo, varios profesionales de la salud se pusieron al hombro la situación y buscaron solucionarla. Con la adquisición de la vacuna cubana lograron aplicar 50 mil dosis. En aquel entonces también hubo resistencias.
El recuerdo es del médico pediatra Hugo Pérez Tambini, que frente la realidad actual busca “diluir la incertidumbre que tienen todos y dar una certeza, porque este pueblo tiene una experiencia muy importante sobre ese tema”.
Ante el preocupante diagnóstico de muchísimos niños y niñas que padecían Hepatitis B en la década del 80, un grupo de médicos, bioquímicos y enfermeras decidieron actuar y buscar la manera de evitar el avance de la enfermedad. Primero con derivaciones al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, luego con un trabajo incesante en la población y finalmente con la aplicación de la vacuna, de origen cubano, a 17 mil personas.
“A principios de los 80 empezamos a encontrar chicos con Hepatitis B, que era una enfermedad que padecían 300 millones de habitantes y había países de Oriente en los que más del 50 por ciento de la población tenía”, explica Pérez Tambini y agrega: “La Hepatitis B tenía como diferencia a lo actual que, aparte de curarse en alguna proporción espontáneamente, podía dar cirrosis, que es insuficiencia hepática, y es un virus que también provocaba cáncer. El hepatocarcinoma primario estaba provocado por el virus de la Hepatitis B”.
En igual orden, el profesional de la salud relata que “cuando empezamos en el ochenta y pico, los únicos que hacían hepatología pediátrica estaban en el (hospital) Gutiérrez, entonces empezamos a enviar para allá a los chicos, porque era una patología poco conocida. Llegó un momento que allá se sorprendieron porque más de la mitad de los chicos que atendían con Hepatitis B eran de Gualeguay y decidieron empezar a visitarnos”.
“Nosotros —continúa— no teníamos dónde recibirlos y nos juntamos, un grupo absolutamente ad honorem y por voluntad propia, en la salita del barrio Pompeya. Empezamos a juntar a los chicos que tenían Hepatitis B y las hepatólogas del Hospital de Niños venían de vez en cuando, otras veces mandábamos un material que sacaba Fabiana Henrich y en otras oportunidades juntábamos dinero para un micro y Cristina Poletti nos llevaba y ese día Hepatología del Gutiérrez se encargaba solamente de Gualeguay”.
Pérez Tambini, que recuerda esas jornadas de labor incansable durante 20 años, “fuera de cualquier directiva, jefe, designación y dinero”, destaca dos hechos muy importantes. “En el año 1998 y en el 2000 hicimos dos vacunaciones masivas. En el 98 fue de cero a 14 años y entonces ahí hicimos más de 11 mil chicos, que eran más del 90 por ciento de los chicos de esa edad en Gualeguay. Repetimos otra en el 2000, que fueron más de seis mil personas entre 15 y 25 años, o sea que hicimos 17 mil personas”.
“La vacuna era de tres dosis. Nosotros les dábamos la primera y se sacaba sangre para su estudio, si tenía Hepatitis B pasaba al grupo de estudio. Luego se completaban las tres dosis de vacunas, por lo que Gualeguay hizo más de 50 mil dosis de vacunas en total. Eso es lo que decía Axel Kicillof que se hizo en todo este tiempo en la Provincia de Buenos Aires, esto para dar una idea en un pueblo de 50 mil habitantes lo que se hizo”, dimensiona, mientras reseña que “coincidentemente con esto, en el 2000 salió una ley que era obligatorio vacunar a todos los recién nacidos, entonces esto completó el círculo”.
Tras precisar que la Hepatitis B tiene tres formas de contagio, “vertical, es decir, de madre a hijo, por sangre, que fue fácil de erradicar porque se controlaron las transfusiones, y sexual”, el médico pediatra da cuenta que “fue la enfermedad venérea más importante que hubo en la Tierra y eso nos trajo algunos inconvenientes”.
En tal sentido, subraya que “primero, muchos no querían controlarse ni identificarse como pacientes de Hepatitis B porque era una enfermedad venérea. Además tuvimos otro inconveniente ridículo como el que está pasando ahora, después de mucho luchar y de participar de reuniones con hepatólogos de todo el país, conseguimos a través del Ministerio una partida de tres millones de dólares y se compró la vacuna más económica, que era la cubana.
“Esas fueron las que se pusieron y no hubo ningún nuevo caso de Hepatitis B en Gualeguay, pero eso de que eran cubanas trajo su resistencia, aunque a ninguno le creció la barba, funcionaron excelentemente bien y hasta la actualidad no hemos tenido otro caso vernáculo de Hepatitis B”, resalta.
Pérez Tambini compara aquellos tiempos con la situación actual en torno a las vacunas adquiridas por el Estado nacional. “Tuvimos varios inconvenientes, tantos como los que hay ahora, de cuál es el origen y muchos iban a la farmacia y compraban y se aplicaban la de otro origen. Además de esto, la resistencia al ser venérea, por lo que se iban a otro pueblo para que no supieran que tenían Hepatitis B, era bastante complicado, pero el pueblo tuvo éxito”.
-Muchas son las voces en contra de la vacuna rusa ¿Qué opina?
-Pediatría está adherida a la vacunación, nosotros tenemos un programa excepcional de vacunación de 19 vacunas a los 11 años, hay enfermedades que no las reconozco, no vi un sarampión en los últimos 20 años, no vi difteria, tos convulsa que se nos morían los chiquitos, los trasplantes hepáticos por Hepatitis A tampoco los vi más, la polio, todo eso desapareció con las vacunas, entonces ¿cómo ir contra las vacunas de cualquier origen?
“Mi hijo trabaja en el Gutiérrez y él dice que hay un porcentaje bastante elevado de pediatras que no se quieren vacunar, pero si ha habido personas como Hitler que han convencido y llevado personas a la guerra y a la muerte, te pueden convencer de montones de cosas. Hacia eso apuntamos, a que haya más certidumbre, cuidarse hasta que venga la vacuna y después podemos evitar esto y vencer a este bichito, pero tenemos que tener fe y certidumbre”, afirma, al tiempo que sostiene que “hay gente embarcada en cruzadas antivacunas, pero están de alguna manera financiadas, tienen su fundamento económico. Surgen todos los días medicinas alternativas, cada vez hay más, nunca probadas como eficaces, pero montón de gente se llena de plata con eso”.
Para el profesional, “la salud necesita protocolos, directivas y normas bastante rígidas en algunos temas. Tenemos 24 ministros de salud, cientos de obras sociales, decenas y decenas de prepagas, es difícil manejar todo eso. En Inglaterra hay un sistema de salud estatal que maneja todo, sin embargo la están pasando mal, mal, mal, nosotros que tenemos 124 directores de salud en todo el país y cada uno tiene su librito es difícil manejar este tema, creo que la salud tiene que tener un manejo nacional”.
-¿Cree que la situación del personal de salud debe ser reconocida más allá de los aplausos?
-Por supuesto. Por empezar, por los salarios, porque los salarios por los que trabajan los médicos y el riesgo que corren… Un ejemplo, la residencia de Neonatología, la que ha hecho Jorge García, es una cosa muy deseada, muy compleja, muy interesante, con mucho futuro y no la quiere hacer más nadie, porque es un trabajo de terapia intensiva en el recién nacido. Eso está empezando a ocurrir con la Terapia, que necesita descansos anuales, para actualizarse y hacer una vida medianamente normal”.
Al respecto, reseña: “Cuando nosotros estábamos con lo de la Hepatitis B teníamos dos enfermeras en el barrio Pompeya, Estela Coronel y Silvia Mallarino, que lo hacían todo gratis. Los sábados y domingos iban a buscar los chicos que no venían a controlarse, fuera de sus horarios de trabajo, las corrían los perros, era difícil. Lo mismo pasó con Cristina Poletti que nos llevó los chicos a Buenos Aires, con Fabiana Henrich que sacaba material para llevar, Mario Moreno, todo ese grupo nunca recibió un peso y trabajó 20 años detrás de esto”.
“De esa misma manera —finaliza—, hay montones de ejemplos en este momento que por muy poco dinero están dejando la vida y que hasta reciben insultos, porque a veces la medicina no alcanza para mantener la vida y entonces ¿a quién le vas a echar la culpa?”.