El padre la violó a los 9 años y no dejó de someterla hasta que lo denunció en enero de este año. Sucedió en la localidad santafesina de Arequito. Producto del escalofriante sometimiento, tuvo cuatro hijos.
El 8 de enero de este año, Hugo Víctor Aguirre se sentó en la sala de los tribunales de Casilda, provincia de Santa Fe, para la audiencia imputativa en su contra. Allí, Aguirre, albañil, vecino de Arequito, escuchó sobre la primera vez.
El fiscal Juan Pablo Baños leyó lo que dos días antes una de sus tres hijas había declarado en la Comisaría de la Mujer local. Baños repitió el testimonio de cómo ella, hace 23 años, cuando tenía apenas nueve, se subió al asiento del ciclomotor de su padre, que la llevó a un pajonal en el cruce de una ruta no muy lejos de su casa en Arequito. Allí, la arrojó al suelo y la violó.
A los 13, Natalí, la hija de Aguirre, hoy de 32 años, despertó una mañana con mareos y vómitos. Su madre la llevó a un hospital de la zona: descubrieron que estaba embarazada. No tenía sentido, al menos para la madre, su hija no salía, no tenía un noviecito, nada. Aguirre la obligó a mentir, a culpar a un albañil de la zona. Nació una nena, hoy mayor de edad, de 19 años, sin padre reconocido.
Dos años después nació un varón. Aguirre obligó a su hija a mentir de nuevo. Así fueron cuatro hijos en total, en menos de diez años, el último un varón. Todos ellos tuvieron el apellido de su madre, que es el de Aguirre. Ninguno tuvo un padre reconocido. El padre de todos, dijo la hija del albañil, era Aguirre mismo.
Su padre nunca dejó de someterla a lo largo de los años, incluso días antes de su denuncia, en la ducha. Llegó a decirle, según el relato de su víctima: «Si te llenás de hijos, ningún pibe te va a querer». Aguirre mentía, decía que los chicos eran de novios fugaces que su hija tenía.
Aguirre tenía otras hijas. Fueron a apoyarlo esa mañana en su audiencia, a tratar a su hermana de mentirosa. Una de ellas hasta ofreció su casa para que su padre pase allí su prisión preventiva. Decían que Natalí había accedido a que su propio padre la viole de «común acuerdo». «Cuando se hagan los ADN vamos a ver», desafiaban a las puertas de los tribunales de Casilda.
Casi once meses después, estudios de ADN realizados en el Instituto Médico Legal de Rosario y ordenados por el fiscal Baños confirmaron «en un 99,9 por ciento» que los cuatro hijos son del albañil: Aguirre es el padre de sus propios nietos.
Así lo confirmaron fuentes del Ministerio Público de la Acusación santafesino a Infobae, con resultados recibidos por el fiscal Baños a mediados de septiembre. Queda, por otra parte, otro estudio genético: un hisopado que se le practicó a Natalí que podrá comprobar la última violación supuestamente cometida por su padre.
Los delitos que se le imputan a Aguirre son los de abuso con acceso carnal agravado por ascendencia, promoción de la corrupción de menores, amenazas y tenencia ilegal de arma de uso civil. Si es efectivamente condenado tras un juicio, podrá enfrentar una pena de 35 años de cárcel.
Los chicos y quién era su padre.
«Mil veces me lo recalcó mi hija. Los chicos no querían saber quién era su padre. Yo les decía que los había abandonado, pero Fátima me preguntaba llorando, ella sospechaba que era hija de su abuelo, hasta que me pude liberar. Quiero que mis hijos vivan la libertad. No podían ni ir con sus amiguitos. Lo mismo que viví yo. Recién ahora empieza mi vida», había dicho Natalí.