El economista jefe de la consultora Economía y Regiones dice que el empleo público no sólo no sirve para contrarrestar “la anemia” que vive el sector privado sino que aminora la productividad del país; el cepo, freno del crecimiento.
Por Florencia Carbone
No se trata de una disputa entre uno y otro (¿o sí?): cuando se habla de empleo público y empleo privado no alcanza con un análisis cuantitativo. La calidad es determinante.
Diego Giacomini, economista jefe de la consultora Economía y Regiones, es contundente: “El mercado laboral argentino tiene un problema estructural que está más allá del numerito del Indec del último trimestre sobre los datos del mercado de trabajo. Entre 2012 y 2014, la tasa de creación de empleo en el sector privado fue de 0.3% promedio anual, pero la población de nuestro país crece a un ritmo de 0.8% anual. Esto significa que hace varios años que el mercado de trabajo local no tiene el dinamismo suficiente para absorber la masa de nuevos trabajadores que se deberían incorporar al mercado. Y eso es el problema de fondo”, dijo en declaraciones a Trade Radio.
-Esos son datos del sector privado, pero las cifras del empleo público muestran otra realidad.
-Sí, pero separo uno de otro porque el empleo privado está orientado a aumentar la capacidad de producción de una economía. Un empresario toma nuevos trabajadores cuando previamente analizó y supo que en el futuro podrá vender y facturar más, y por lo tanto invierte para aumentar su capacidad de producción, y eso lo lleva a tomar nuevos trabajadores. Todo esto es lo que no pasa en la economía argentina desde hace varios años.
El empleo público no sirve como un fenómeno que contrarreste la anemia en el sector privado porque no es sustentable. Si contrato empleados públicos y eso lo financio con emisión monetaria que genera inflación, en realidad estoy aumentando los problemas en el mediano y largo plazo. Además, ese empleo público tiene escasa o nula productividad, por lo tanto la productividad de la economía aminora y en consecuencia los desequilibrios aumentan y se termina agrandando el problema. Vayamos por el absurdo: si el empleo público sirviera como instrumento para solucionar los problemas del mercado laboral, en todos los países del mundo lo único que habría que hacer es crear una máquina de empleo público y se terminaría con el desempleo.
-Mencionaste los criterios del sector privado para contratar a nuevos empleados, ¿cuáles son los criterios en el sector público?
-En muchos casos no hay criterios, ese es el problema. El sector público no tiene mecanismos de incentivos similares a los del privado, donde las cosas están claras: se genera empleo porque hay posibilidades de hacer negocios, ganar plata y aumentar la producción, y por ende es necesario aumentar la cantidad de puestos de trabajo.
-Pero en el caso del sector público, ¿no puede ser que el Estado vea la posibilidad de atemperar una eventual crisis social en momentos de baja en el sector privado y entonces contrate gente o incentive sectores que están deprimidos, cumpliendo con un rol social?
-Sí, pero una cosa es temporalmente, y otra muy diferente es cuando miramos la evolución del empleo público en los últimos años. Así como el empleo privado aumentó 0.3% anual, el empleo público está aumentando 4% anual. Hay un efecto sustitución.
-Parece que la palabra volvió a ponerse de moda: primero fue sustituir importaciones, hace unos días la Presidenta habló de sustituir exportaciones y ahora mencionás la sustitución en el tema del empleo. ¿Qué se sustituye en este caso?
-Usada en este contexto, la palabra sustitución quiere decir que el empleo público mata al empleo privado. O sea, como el empleo público es financiado con emisión monetaria que genera inflación y atenta contra la inversión, ocasiona un déficit fiscal de 7 puntos y un agujero fiscal de 9 puntos del PBI, es insustentable en cualquier país del mundo. Eso ahoga al sector privado que enfrenta un impuesto inflacionario altísimo, que le impide hacer cálculos económicos, atenta contra su inversión y le eleva la tasa de interés de manera exponencial. Si el déficit fiscal aumenta el riesgo país, se incrementa la tasa de interés, y los proyecto de inversión no valen nada. La gente no invierte. Y a su vez está la altísima presión tributaria que hace que no sea negocio invertir acá porque no es negocio producir en la Argentina.
-En los países del norte de Europa –Noruega y Suecia, especialmente- que se ponen como ejemplo de calidad de vida y bienestar, el Estado tiene un papel preponderante en todo. ¿También ocurre en el tema del empleo? ¿Es el Estado el principal empleador y eso tiene un correlato con los servicios que da el Estado? ¿Hay en esos casos mucho empleo público pero de otra calidad? ¿Por dónde pasa la diferencia?
-Ahí también se comete un error muy grande en los mensajes que se brindan a la sociedad argentina. Pareciera que si alguien viaja a Suecia o Noruega se encuentra con que no hay sector privado, y no es así. Lo que dinamiza la economía de esos países es precisamente el sector privado. Ahora bien, la diferencia es que esas economías tienen un sector público con una presión tributaria parecida a la de Argentina pero que del otro lado brinda servicios diferentes. El sueco que tiene una empresa, invierte, produce, paga 45% de impuestos y se queda con el 65% del ingreso. Mientras que el productor argentino paga 45% de impuestos pero se da vuelta y tiene que pagar medicina, seguridad y educación privadas. Por lo tanto, el ingreso que le queda al sector privado en nuestro país es entre 30 y 35%. Entonces no puede producir.
Igual vale la pena decir que son dos universos totalmente diferentes. No hay que comparar contra Suecia o Noruega que son países que tienen una población que no sólo no crece, sino que envejece y se reduce, y por eso son economías que pueden vivir con una tasa de crecimiento baja. Por el contrario, en el mundo emergente tenemos economías donde la población crece. En 1978, cuando se hizo el Mundial de fútbol en la Argentina, éramos 25 millones; ahora somos 42 millones. La población local crece y por lo tanto necesitamos tasas de crecimiento mucho más elevadas.
Para poder absorber la masa laboral creciente, el país necesita crecer entre 3,5 y 4% anual, cosa que no necesitan ni Suecia ni Noruega.
-¿Y comparado con los del barrio, que son emergentes, cómo estamos?
-Desde 2011 para acá, los países de la región siguieron políticas económicas bastante diferentes a la nuestra. Aprendieron la lección que aprendió el mundo desarrollado en los ‘80 y el emergente en los ’90: No hay que tener inflación. Esa es la primera condición necesaria e ineludible para poder crecer. Ellos hacen política económica teniendo eso en claro. Hace 20 años que tienen inflación de entre 3 y 6% anual en forma estable; nosotros hace 12 años que tenemos inflación de 25% promedio. Desde 2007 en adelante, esas economías crecieron mucho más que la Argentina y bajaron su tasa de desempleo en forma genuina.
-Hace unos días publicaste un artículo en Perfil con el título de “Por qué y cómo abrir el cepo” (http://www.perfil.com/columnistas/Por-que-y-como-abrir-el-cepo-20150905-0014.html). ¿Por qué se debe hacer? ¿Es factible?
-Argentina no crece porque el sector privado no tiene competitividad, que es simplemente la posibilidad de hacer negocios aumentando la capacidad de producción y ganando dinero. Acá eso no se da y el primer ingrediente que atenta contra la competitividad es el cepo.
En un contexto internacional con 200 países, si en 195 podés invertir y llevarte dividendos, repartir utilidades y acceder a dólares para comprar bienes intermedios y bienes de capital, y en 5 no, esos cinco no son competitivos porque todos preferirán invertir en esos 195 y no en los que tienen mercados cambiarios desdoblados e importantes trabas como el cepo. Además, el sector privado tampoco es competitivo porque enfrenta una presión tributaria sideral, un impuesto inflacionario como en ningún otro país del mundo prácticamente, y una tasa de interés muy elevada. Esto significa que para que el sector privado pueda hacer negocios, le tienen que abrir el cepo y bajar el impuesto inflacionario, la presión tributaria y el costo del capital.
-¿Es cierto, como prometió un candidato presidencial, que el 11 de diciembre se puede levantar el cepo sin que eso implique un alto costo social y una disparada de la inflación?
-Es un invento que levantar el cepo traerá costo social. Es más, el cepo trae costos sociales. Hace cuatro años que la Argentina no crece por culpa del cepo. No es casualidad que eso coincida con el establecimiento del cepo. Lo que pasa es que para que se pueda abrir, hay que hacerlo bien. Primero hay que eliminar el exceso de pesos que hay en la economía. O sea, todos los argentinos tenemos pesos que no queremos, pero esos pesos hay que retirarlos antes de abrir el cepo porque si no, van a correr contra los pocos dólares que hay y el tipo de cambio va a subir demasiado.
-¿Eso no enfría la economía?
-No. Es muy importante los comunicadores sociales dejen de repetir mentiras como que si se retira dinero del mercado, la economía se enfría. Lo pongo en estos términos: La economía argentina tiene una avalancha de pesos hace cuatro años, ¿está caliente la economía, crece? No, no crece nada. Hay que ir por las economías regionales y preguntar si tienen vigor. Justamente, la economía argentina está muy fría porque hace cuatro años que enfrenta una avalancha de pesos que nadie quiere, que genera inflación y la inflación mata al crecimiento.