Este número surge de los datos oficiales del Ministerio de Educación de la Nación, donde da cuenta de los estudiantes que no están participando en el proceso educativo virtual, más los niños, adolescentes y jóvenes que se encuentran estructuralmente fuera del sistema educativo.
Es una tragedia educativa que estamos atravesando los entrerrianos y los argentinos en general en el marco de la vigencia de la actual emergencia sanitaria, que ha conllevado la interrupción de las clases presenciales y el cierre del conjunto de los establecimientos educativos.
La situación que atraviesa la Educación en Argentina, calza con precisión a la definición de “CATASTROFE GENERACIONAL” que días atrás ensayó el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, al manifestarse sobre el cierre prolongado de las escuelas en todo el mundo por la pandemia. Argentina es el país que ha mantenido una de las cuarentenas más largas del planeta, incluyendo en ello la suspensión del dictado presencial de clases desde el 19 de marzo pasado, hoy sábado 19 de setiembre se cumplen exactamente medio año con las escuelas cerradas.
Esta suspensión se sigue manteniendo aun en zonas con baja o nula tasa de contagios de COVID-19. La Organización de las Naciones Unidas, llamó a todos los países a dar prioridad a la reapertura de sus escuelas en cuanto tengan controlada la transmisión local del coronavirus, advirtiendo que la situación actual de cierre, plantea el riesgo de la referida catástrofe generacional. Argentina debe escuchar ese llamado y poner en la agenda de modo urgente la situación crítica de la Educación en el país.
La desigualdad que el sistema educativo tiene en la presencialidad, se ha visto potenciada con una magnitud sin precedentes, esto sumado al deterioro socioeconómico que se advierte cada vez con más fuerza y el impacto de ello en niños, adolescentes y jóvenes, amerita con urgencia, poner en discusión, políticas públicas educativas que atiendan dicha situación.
A contramano de muchos países del planeta que han instrumentado, mecanismos, estrategias y programas para el reinicio de las actividades escolares en forma progresiva y cumpliendo estrictamente los protocolos acordados, en nuestro país dicho debate no figura en la agenda de corto y mediano plazo, ni la actividad ha sido definida como esencial en el marco de la legislación de emergencia sancionada durante la pandemia, evidenciando, desde mi punto de vista, la escasa prioridad que las autoridades provinciales y nacionales le brindan a la Educación.
El cierre de las escuelas también acrecentó una serie de problemáticas asociadas a las desigualdades y dificultades estructurales del sistema con respecto al acceso a internet y a los recursos tecnológicos.
Un informe publicado en abril del corriente año por el Observatorio Argentino por la Educación, da cuenta que el 19,5% de los estudiantes que finalizan la primaria y un 15,9% de los estudiantes que terminan la secundaria, no tienen acceso a internet en su hogar a nivel nacional. Pero Entre Ríos tiene un porcentaje elevado que se desprende de dicho informe y ronda el 35% de los hogares sin internet.
Si nos vamos al plano de la deserción escolar, dicho flagelo es potenciado en las escuelas con mayor vulnerabilidad, donde todas las escuelas que cuentan con estudiantes en situación de vulnerabilidad, van a sufrir dicha problemática.
De seguir confirmándose la tendencia actual del cierre de escuelas desde la presencialidad, dicho porcentajes seguirán creciendo en forma vertiginosa.
Si a la problemática de la deserción escolar desde la virtualidad, sumamos la deserción estructural, el número, que da título a este artículo, va a quedar “chico” si las escuelas se siguen manteniendo cerradas desde la presencialidad.
El estado debe comenzar a trabajar inmediatamente en establecer un conjunto de dispositivos de urgencia para garantizar el acompañamiento a estudiantes, docentes, instituciones y a la familia en particular.
Se deben diseñar políticas educativas focalizadas en los sectores que más fueron impactados por el contexto de pandemia y que además estén en riesgo de deserción escolar.
En síntesis es urgente ponernos a trabajar “ya”, para evitar que esta tragedia educativa siga creciendo, es urgente que el estado provincial y nacional actúe para afrontar la desigualdad educativa y la deserción escolar que está ocurriendo.
Nuestro deber como docentes será seguir trabajando, con lo poco que contamos, para seguir garantizando un derecho tan básico como es la Educación para todos los niños, adolescentes y jóvenes que habitan el suelo argentino, hasta pronto.