Su hija fue dada en adopción y la encontró 17 años después gracias al vóley

 

Paco Baldo tenía 19 años cuando se enteró que había sido padre. Comenzó una búsqueda interminable hasta que el vóley, su pasión, la puso delante de sus ojos. «Vi su foto y supe que era ella», dijo.
Podría ser una historia digna de Netflix o de los mejores directores de cine. También la inspiración de canciones como «Esos locos bajitos», en la que Joan Manuel Serrat dice «a menudo los hijos se nos parecen».

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Esta historia tiene un poco de todo eso: parece de ficción, pero es realidad y su final feliz empieza con una foto 4×4 que Paco Baldo observó un día que estaba haciendo la planilla de jugadoras de vóley que se envían a la Federación de Voléibol Argentino.
«Yo trabajaba en Freire, en el club, y era el formador de la planilla que se mandaba con los datos de cada jugadora. Cuando empiezo a pasar sus datos, veo que todo coincidía: el día y el lugar. En una esquina de la hoja, había una foto 4×4 de la jugadora. Yo creo que ahí fue el primer momento que descubrí que Julia era mi hija», contó Baldo quien en ese momento sólo había visto a Julia como una jugadora más del equipo.

Su búsqueda había empezado 17 años antes, a los pocos días de un viernes de noviembre de 1990 cuando, después de haber pasado varios meses en Córdoba jugando al vóley, Paco vuelve a su pueblo natal, La Paquita, a visitar a los amigos y la familia.

«Yo había perdido por completo el contacto con la mamá de Julia y no sabía que ella estaba embarazada. Cuando volví, me llamó y me dijo que había sido papá. Fue una sorpresa y una alegría, aunque después me contó que la había dado en adopción», contó.

En ese momento, empezó a buscar de forma incansable aunque los años pasaron y no obtuvo ninguna respuesta.

«Yo tenía un amigo que era abogado en una ciudad cercana adonde había sido dada en adopción. La buscamos, pero no conseguimos nada. No sabíamos nada. No teníamos ninguna pista y habíamos perdido la esperanza».

Con la esperanza por el piso y los pies cansados de tanto buscar, apareció esa ficha que le cambió la vida. Sin saber más nada que los datos que había leído, les comentó a sus compañeros de trabajo lo que le pasaba.

«Después de ver la ficha, me reuní con los entrenadores encargados de la Liga y les comenté la situación. La cara que pusieron los dos no me la olvido más. Se miraron y me dijeron que Julia era adoptada. Cerré mi historia sin haber consultado nada. No había palabras para llenar el vacío que tenía en mi corazón».

En ese momento, Paco le pidió ayuda a una amiga que había estudiado psicología para poder entrar en contacto con su hija. En ese momento, la profesional contacta a Julia por Messenger y comienzan a entablar una conversación y le consulta si deseaba saber de sus papás bológicos.

«Ella le dice que sí porque desde los 12 años que sabía que era adoptada. Sus papás adoptivos son una gran familia. Su papá le decía que su mamá no era de la panza, sino del corazón. Entonces esta amiga les pasa los datos a Julia y ella a su mamá adoptiva. Todo coincidía», detalló.

Se reunieron por primera vez en la casa de Julia, en Santa Fe. Según Paco, la reunión fue «muy natural».

«Primero porque antes hubo charlas. Yo soy un entrenador estricto y tengo distancia con mis jugadoras. Con ella habíamos tenido un entendimiento diferente. Fue algo normal y charlábamos como si estuviéramos en el living de casa», explicó. «Fue algo lindo, con muchas preguntas y respuestas. Ella me preguntó cómo había sido todo y se lo fui narrando. Fue algo muy real».

Si bien Julia quiso conocer a su mamá, ella prefirió no acercarse a su hija. Paco tampoco volvió a recuperar el contacto con la mujer.

«El vóley me devolvió una parte de mi vida. Ella quiso conocer a su mamá y tuvimos charlas, pero no se pudo dar. Ella ya había hecho su vida», dijo Baldo.

Julia hoy tiene un hermanito, Genaro, que también fue adoptado por sus papás del corazón.

«Los papás adoptivos y su familia son un ejemplo de vida. Ella está rodeada de amor y de felicidad. Tuvo una infancia muy feliz y se los agradeceré de por vida. Me abrieron la puerta de par en par y me contaron cosas de su infancia. Me emociona que esos padres hicieron lo que ella es hoy», expresó Paco.

Hoy si bien Julia vive con su familia adoptiva, Paco comparte con ella su pasión: ambos son entrenadores de vóley.

«Tengo mucha experiencia de vida y hablamos muy fluido. Creo que su papá natural es el adoptivo y yo soy como un complemento. No le hablo como el rol del padre, sino como su confidente», finalizó en diálogo con Cadena 3.

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