Cristina Lorenzo tenía 62 años y era referente en el Hospital de San Isidro. Pudo pedir licencia por su condición de salud, pero se quedó para ayudar en la pandemia y contrajo COVID-19. Sus colegas la despidieron en silencio y con aplausos.
La muerte de una enfermera conmovió a la comunidad médica del Hospital de San Isidro. Cristina Lorenzo, de 62 años, trabajaba allí hace más de dos décadas. Murió el jueves 6 de agosto por un cuadro de coronavirus, luego de estar internada durante cuatro días. Su muerte por COVID-19, confirmaron autoridades de la cartera sanitaria, es la primera del distrito y causó una profunda tristeza.
En un video que se compartió por redes sociales dos empleados de una casa de sepelios trasladan un cajón con el cuerpo de Cristina. La secuencia dura treinta segundos, pero cala hondo en el corazón de cualquiera que la mire. Por la puerta de ingreso a la guardia del Hospital, mientras movilizan el féretro en una camilla, los compañeros de Cristina, amigos y familiares, la despiden en silencio y con aplausos.
«Ha sido una heroína, una guerrera», dijo Miguel Ángel «Negro» Pereyra, Médico Cirujano y Director de Salud del Municipio.
Desde que se confirmó el primer caso de COVID-19 en Argentina, Pereyra fue nombrado como Coordinador de la Pandemia en San Isidro. Desde ese rol, explica a este medio, trabajó intensamente para capacitar al personal. «Junto a un equipo de Infectólogos y de Salud Mental preparamos no solo a los médicos clínicos, de guardia y terapistas, sino también a enfermeros, oftalmólogos, ginecólogos y traumatólogos. Debido a que es una enfermedad altamente contagiosa les enseñamos, entre otras cosas, a manejar el equipo de protección personal (EPP)», recuerda.
Aunque participó de todas las capacitaciones, por su edad y varias patologías previas (era hipertensa y padecía EPOC), Cristina Lorenzo debió haber pedido una licencia porque era persona de riesgo. Pero no lo hizo. «Ella quería seguir trabajando», sostiene el Director de Salud del Municipio.
Según Pereyra, Cristina contrajo el virus adentro del hospital. «Al comienzo de la pandemia teníamos dividida la Institución en salas COVID-19 y salas no COVID-19. Hace tres semanas, nos enteramos de que había pacientes con coronavirus en salas no COVID-19. Lo que hicimos entonces fue testear al personal que estuvo en contacto, entre ellos, Cristina. Yo mismo le hice el hisopado y dio negativo», cuenta.
Los primeros días de agosto, sin embargo, Miguel Ángel Pereyra vio pasar a Cristina en silla de ruedas por los pasillos del Hospital. «Tenía dificultad para respirar y la estaban llevando a tomografiar», dice. El resultado fue que tenía un compromiso bilateral en ambos pulmones. «Le hicieron un transfusión de plasma, pero no resultó porque estaba con un cuadro muy avanzado. El desenlace fue muy rápido», lamenta Pereyra.
Tras su deceso, los posteos en redes sociales para homenajear a Cristina Lorenzo se multiplicaron. Sus compañeros la adoraban. Todos destacan su vocación y su compromiso. «Eres y serás siempre mi mentora y mi segunda madre. Tu partida me rompe el corazón. Me enseñaste a ser un buen profesional. Me formaste con el mejor criterio que una gran enfermera puede tener. Vuela alto madre. Mi querida madre», le escribió Jonathan Laime. Deysi Villarruel, otra colega de Cristina, sostuvo: «Estamos de luto por una gran pérdida. Guerrera defensora de los derechos de sus compañeros y pacientes. La vamos a extrañar».
Horacio Escobar, secretario general de ATE San Isidro, enfermero y compañero de militancia de Cristina, la retrata como «una gran luchadora». «Tenía todo el conocimiento para llevar adelante las indicaciones médicas. Cristina era de esas enfermeras que pelean por sus pacientes, porque muchas veces las cosas que se necesitan no llegan en tiempo y forma. Ella conseguía todo lo que se proponía, así era Cristina», apuntó el hombre en una carta.
Por su parte, el intendente Gustavo Posse también se manifestó al respecto de la pérdida. «Este es el sentimiento que todos tenemos para con Cristina Lorenzo, por su entrega, su vocación y su sacrificio. Aplausos y oraciones. QEPD», escribió en su cuenta de Twitter.
Acerca de los aplausos en silencio, Pereyra dice que fue la manera que encontraron para homenajear a Cristina. «Estuvimos de pie hasta que se la llevaron del Hospital. Fue una especie de guardia de honor», dice el cirujano que, en el momento, no pudo contener el llanto.
«Lo que se vivió fue tremendo. En lo que va de la pandemia se habían enfermado un montón de colegas: enfermeros, camilleros, personal de limpieza… Pero el 99 % se recuperó. Si bien todos los agentes de salud sabíamos que podíamos enfermar y morir de coronavirus, esta es la primera vez que nos toca de cerca. Quedamos muy golpeados», sostiene.
«A Cristina la vamos a seguir escuchando, como era ella que si había que levantar la voz lo hacía, porque a veces hay que gritar para que el gobierno escuche. Hay muchas Cristinas, y ellas, las enfermas son el pilar de la salud y son las menos reconocidas», concluye la carta firmada por Horacio Escobar, compañero de Cristina.