Cuando El Principito llegó a las costas de Turquía

La imagen de Aylan Kurdi, el chiquito de 3 años que murió cuando paradójicamente intentaba sobrevivir a la guerra, desató un gran debate “ético” sobre la conveniencia de difundir semejante foto, ¿y la cuestión de fondo? Qué pasa con los miles de refugiados que parecen no importarle a nadie

Por Florencia Carbone

¡Es tan misterioso el país de lágrimas! La frase de El Principito revive con fuerza en la pantalla grande casi al mismo tiempo que, en cuestión de segundos, se desparrama por el mundo la foto de Aylan Kurdi, un chiquito sirio de tres años que encontró la muerte cuando intentaba escapar de ella.

Primero, la mirada dolorosa, impotente y desconcertada sobre la cruel imagen de ese nene en la orilla del mar, en la turística playa turca de Ali Hoca Burnu. Enseguida, los interminables debates sobre si difundir la foto “está bien”, es “morboso”, aporta algo… Muy poco sobre la cuestión de fondo: ¿Por qué? ¿Hasta cuándo? ¿Qué, cómo y quiénes pueden (podemos) hacer algo para que esto cambie?

Miles de kilómetros (y no es para nada exagerado) de reflexiones, análisis y datos sobre una realidad tan espantosa e injusta como deformada. Si hasta se habla de estas víctimas que sólo buscan escapar para sobrevivir como “inmigrantes”, cuando nadie duda de que son “refugiados”, familias enteras que no eligen salir de su tierra natal, sino que son expulsados por la barbarie y la guerra.

En una de las tantas publicaciones que se vieron esta semana se decía que Aylan logró sobrevivir a las bombas y a la guerra, pero no al mar ni a las barreras geográficas y legales que separan Oriente Próximo de Europa.

El bote inflable en el que viajaba la familia de Aylan y otros refugiados sirios –un total de seis personas- partió en la noche del martes al miércoles de la península de Bodrum (suroeste de Turquía) con destino a la isla griega de Kos. Nunca llegó a destino, y junto con Aylan murieron su hermano, Galib (5 años), su madre, Rihan Kurdi (35 años) y un chico de 18 años. Sólo dos -uno de ellos el padre de la familia Kurdi, Abdulá-, lograron ser rescatadas por los guardacostas turcos.

«Las manos de mis dos niños se escaparon de las mías, intentamos quedarnos en el bote, pero el aire disminuía. Todo el mundo gritaba en la oscuridad. Yo no lograba que mi esposa y mis hijos oyeran mi voz», relató desesperado el hombre que dijo taxativamente: «Quiero que todo el mundo vea lo que nos pasó en el país al que vinimos a refugiarnos de la guerra, que el mundo nos preste atención para que puedan impedir que esto les ocurra a otros. Que ellos -sus hijos y su esposa- sean los últimos”.

Según publicaron medios locales, los Kurdi escaparon de Kobane, la ciudad kurdo-siria fronteriza con Turquía que, durante casi medio año, fue duramente asediada por el Estado Islámico.

Según trascendió, los Kurdi habían intentado obtener un visado para ir a Canadá, donde vive desde hace más de 20 años la tía de Aylan, Teema Kurdi. Sin embargo, la Oficina de Ciudadanía e Inmigración de Canadá rechazó la petición de asilo.

“En 2015, el número de refugiados sirios en Turquía alcanzó los 2 millones; en Líbano, con una población de 4,5 millones, hay 1,1 millones –escribió Celal Özcan en el diario turco Hürriyet-. Los 28 países de la Unión Europea, que se encuentran entre los más ricos del mundo, han recibido 338.000 refugiados en los primeros siete meses de este año. La UE, que ha celebrado cumbre tras cumbre para tratar de rescatar a Grecia de la bancarrota, es en cambio incapaz de ponerse de acuerdo sobre los refugiados”.

Y de golpe, en el medio de esa catarata de dolor, volvió a irrumpir El Principito: «A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con estos detalles creen conocerle.»

Y otra: «Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.»

¿Es que estamos en un mundo “tan adulto”, como se describe en su película, que sólo podemos reaccionar con mensajes tan extremos y dolorosos como el de estos chiquitos?

Dice el sabio Principito que «se debe pedir a cada cual, lo que está a su alcance realizar». Agregaría con mucha bronca y gran congoja que tenemos la obligación de exigir que cada cual haga lo que tiene que hacer, y que parte de esa exigencia nos involucre directamente, y en primera persona, porque si bien es cierto aquello de que sólo con el corazón se puede ver bien porque “lo esencial es invisible a los ojos», hay imágenes que son muy útiles porque golpean duro, pero al mismo tiempo funcionan como motor.

Que tanto dolor no sea en vano. Que estos chiquitos y tantos otros no se transformen en una fría cifra. Que el mundo sea menos adulto, ¡por favor!

Enseñanzas de vida

Cada frase de la obra de Antoine Saint Exupery es una máxima de vida. El Principito es de esos libros que se leen y releen en diferentes etapas y permite descubrir mensajes y valores para la niñez, la adolescencia y la adultez… o será que como el mismo autor lo dice en la dedicatoria inicial, “todas las personas mayores han sido primero niños. Pero pocos lo recuerdan». Para que no lo olvidemos, van algunas de las citas de El Principito, obra que se publicó por primera vez en 1943 y fue traducida a 250 idiomas y dialectos:

* «Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos»

* “-Te juzgarás a ti mismo -le respondió el rey-. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio”

* “-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”

* “Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”

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