El aislamiento social, preventivo y obligatorio lleva más de un mes y para nadie resulta fácil enfrentar una situación inesperada, desconocida y hasta angustiante. Para aquellos cuyas actividades no están exceptuadas durante la cuarentena y cuyo trabajo es el único ingreso familiar, la historia es mucho más preocupante.
Para conocer cómo sobrellevan el cese de sus actividades por la pandemia de Coronavirus, dialogamos con vecinos de nuestra ciudad cuyos oficios o profesiones están prohibidos por estos días. Una peluquera, una profesora de Educación Física, un fotógrafo, un productor audiovisual y un constructor —exceptuado en las últimas horas— dan testimonio de la difícil realidad de la que son parte y que incluye a muchísimos rubros.
“Estamos lejos de la reactivación”
Ana Larreteguy es profesora de Educación Física y directora de la Escuela de Baile Free Dance, que funciona en el club San Lorenzo, donde las actividades cesaron incluso antes del aislamiento obligatorio.
“Como docente sigo trabajando desde casa, a través de todas las herramientas tecnológicas que podemos utilizar, pero en la Escuela de Baile la actividad está parada. El club cerró sus puertas como lo determinó el Presidente (de la Nación) y hasta ahora no hemos vuelto a trabajar”, señala ante la consulta.
En seguida, agrega: “A través de mis redes sociales, donde tengo muchas de mis alumnas, subo coreografías, ejercicios, rutinas, circuitos, pero esto para mí no es redituable, porque la cuota de este mes no la cobro y seguramente en mayo si seguimos en cuarentena tampoco la voy a cobrar”.
Sin embargo, reconoce que su caso es diferente “al de quien alquila un lugar para tener exclusivamente un gimnasio de puertas abiertas 24-7 y tiene que pagar impuestos municipales, luz, alquiler y demás. Yo soy parte de San Lorenzo y lo que se paga es algo muy simbólico de alquiler, también de luz, reparaciones, SADAIC y todo lo que trae involucrado esto, pero estos gastos en este momento no están”.
“Hay algunos que han sabido resolver la situación, por ahí alquilando algunos de sus elementos, como bicicletas, cintas, pesas, y otros trabajan a través de WhatsApp, de Instagram, mandan actividades particulares a cada uno de sus entrenados, así que sé que siguen cobrando la cuota de alguna manera”, revela.
Para Ana, “la situación es complicada, todo está muy paralizado, más allá de que hay gastos que uno reduce, como la nafta. Es cuestión de estos meses ajustarse y ver después cómo repuntar. Este es un esfuerzo en conjunto y de esto tenemos que salir todos”.
Luego, apunta: “Veo que no hay compromiso por parte de dueños de gimnasios que no son profesores de Educación Física y que en la primera semana de aislamiento social, preventivo y obligatorio mantuvieron sus gimnasios abiertos y la gente iba. Eso me pareció sorprendente, nosotros como profesores somos agentes de salud también y lo primero que tenemos que preservar es la salud de todos”.
-¿Ves cercana la posibilidad de reactivar tu actividad?
-Estamos un poco lejos, los gimnasios no son lugares muy amplios, ni al aire libre, salvo que se tomen por turnos y con todas las medidas de precaución necesarias y una vez que la persona se retiró del entrenamiento se desinfecten todas las cosas. Imagino que va a ser muy paulatino y también lo que siento es que la gente no va a querer ir por miedo, porque esto genera una paranoia social a nivel país.
Finalmente, exhorta a que “todas las actividades que quieran hacer desde casa tienen que ser programadas por un profesor de Educación Física. No tienen que entrenarse de más y la idea es no ir a la parte estética, sino de salud. Poder activar el cuerpo, desactivar la mente y conectarse con uno mismo”.
“Necesitamos volver a trabajar”
Gabriela Rodríguez es peluquera y también debió dejar de trabajar. “El aislamiento social que estamos atravesando me está afectando en todo, no tengo para pagar alquiler, no tengo para pagar luz, ni a los proveedores”, relata y agrega que “gracias al apoyo de mi marido, que tiene una entrada fija y me está respaldando, puedo resolver algunos de los compromisos económicos”.
Asimismo, Gabriela indica que “en abril pagué con los 10 días que trabajé en marzo, que junté un poco y el resto me lo dio mi marido para pagar el alquiler, pero para mayo no sé cómo voy a hacer. Además es todo una cadena, porque obviamente nadie tiene la culpa de lo que está pasando, pero si yo no pago el alquiler el dueño del local no puede pagar otras cosas y así sucesivamente, por lo que estamos en la obligación de cumplir con eso”.
-¿Estás de acuerdo con las medidas dispuestas?
-Estoy súper de acuerdo y agradecida, porque por eso hoy estamos como estamos y la ciudad está tan tranquila, pero también creo que las peluquerías podríamos reactivar nuestras actividades. Si podemos ir al almacén, a la farmacia, a pagar facturas también podríamos ir a una peluquería, necesitamos trabajar para pagar las cuentas, porque tal vez algunos tenían ahorros y se los están consumiendo, pero los que viven de la peluquería no sé cómo están haciendo.
“En lo particular me comprometo a trabajar tomando todas las precauciones necesarias, como dar los turnos por teléfono, que la clienta no vaya acompañada, usar barbijo, guantes, alcohol, lavandina, todos los recursos. También creo que esta situación un poco nos afecta la salud, porque al estar encerrada y con canas, la verdad no es bueno… necesitamos volver, esa es la realidad. No sé cómo vamos a seguir si no nos habilitan el trabajo”, subraya.
“Es muy angustiante”
Para quienes trabajan en eventos sociales la situación es acuciante, sobre todo porque no está en un horizonte cercano la posibilidad de retomar el trabajo. Mauricio Echegaray es productor audiovisual y fotógrafo, por lo que desde el inicio de la cuarentena debió suspender sus actividades.
-¿De qué manera se afronta esta cuarentena?
-Desde lo laboral con mucha incertidumbre, se han suspendido todos los eventos y no sabemos realmente cuándo podremos volver. Con todos los colegas con los que he hablado estamos en la misma situación, es muy angustiante no poder trabajar y si a eso le sumamos la inflación y la situación económica del país se hace muy difícil ser optimista.
“Nuestro rubro —continúa— está entre los más afectados, los videógrafos, fotógrafos, salones, empresas de catering, DJ, todos estamos sin poder trabajar y tenemos impuestos que pagar y gastos que cubrir igual. En mi caso hacer video y fotografía de sociales es el 80 por ciento de mis ingresos, así que se hace muy complicado todo. Creo que si se alarga un tiempo más va a ser totalmente insostenible por todos los gastos que conlleva y claramente la actividad de sociales no va a ser de las primeras en habilitarse”.
-¿Has recibido ayuda del Estado?
-Hasta ahora nada, a lo que se suma la carga tributaria tan alta, por lo que se hace muy cuesta arriba. Igualmente en el aspecto laboral soy positivo, porque creo que cuando todo esto por fin pase, todos vamos a necesitar distendernos y festejar la vida. Por eso creo que más pronto que tarde podremos volver a trabajar.
“Por ahora —expresa— lo que estamos haciendo desde El Bolsón es recibir reservas de fechas y reprogramar junto con los clientes las fechas que ya teníamos asignadas. La idea es que todos los clientes puedan realizar su evento de la mejor forma posible y puedan tener la fiesta que soñaron”.
“Mi deseo es que esta pandemia pase pronto y todos podamos volver a abrazarnos con esas personas que son especiales para nosotros y ahora no podemos ver y que podamos trabajar como siempre lo hemos hecho”, concluye.
“En las crisis se reducen gastos”
Fernando Sturzenegger corre con ventaja, porque a su trabajo de toda la vida lo cambió hace algunos meses por una ocupación online, aunque extraña su verdadera pasión, la fotografía. “Por suerte, antes de esto, dejé por problemas de salud mi oficio de electricista y me dediqué a trabajar con mi hermano Pablo en la productora de radio que tiene en Rosario. Empecé con pequeñas cosas y finalmente terminé haciendo la edición de los programas, lo que me ocupa el mes laboral y tengo un sueldo”.
Sin embargo, Fernando reconoce que “no todo lo que brilla es oro”, ya que “los programas que hacemos tienen como destino las radios y lo primero que hace la gente cuando hay crisis es reducir los gastos y corta las publicidades, por lo tanto esa radio sigue la cadena de reducción, deja de comprar programas y rellena con cualquier cosa con tal de sobrevivir”.
“Así que estoy tratando de hacer lo mejor e incluso sumar cosas en el trabajo, porque mi hermano está viendo la manera de mantener la clientela, incluso dándole el servicio gratis a algunas FM que el mes pasado lo querían cortar. Esa entrega del servicio gratis significa un ingreso menos para lo que es su empresa”, manifiesta.
-Distinta sería la realidad como electricista…
-Estoy seguro que estaría en la lona y desesperado, primero porque la gente tendría muchas dudas en llamar a alguien por toda esa psicosis que hay de la proximidad, que uno la percibe en cualquier lugar que anda, en la calle, en el almacén, en donde sea. Todos están pensando que el otro está con un mal que te va a llevar a la muerte. Además diría que no, porque no estoy saliendo prácticamente.
-¿Qué pasa con la fotografía?
-Estoy extrañando salir a andar, pasear y hacer fotos, es algo que no puedo dejar de extrañar. Sobre todo ahora que sé de la bajante del río y que en el Puerto han aparecido pedazos de barcos, cosas que asoman ahí y que se pueden fotografiar, incluso como testimonio mismo de lo que está pasando. Me gustaría hacerlo, hasta he pensado en gestionar un permiso, pero no es necesario que alguien haga fotos.
“Es insostenible”
Guillermo Romero es constructor y mientras en la entrevista pedía a las autoridades que permitan trabajar a su sector, recibió la mejor noticia: fue una de las actividades que el gobierno entrerriano exceptuó.
“Estábamos esperando el permiso para trabajar, porque nos encontramos en una situación difícil, acorralados, sin otro recurso para poder sobrevivir. En mi caso he tenido que vender herramientas y por ahí me ayuda uno de mis hijos que trabaja en un frigorífico, pero no es lo conveniente vivir de él si yo siempre trabajé por mi cuenta. Se estaba haciendo imposible, insostenible”.
Y se compromete a trabajar “con los recaudos necesarios de barbijos y el personal más distanciado, usar todos los recursos para que este virus no nos ataque, pero necesitamos trabajar”.