Nací en Gualeguay en 1992, mis padres adolescentes y trabajadores, me criaron con ayuda de mis abuelos. Cursé mis estudios secundarios en la Escuela Normal. Ésta institución me formó como persona para llegar a la Universidad Nacional del Litoral donde estudié derecho. Mi paso por la Universidad fue una lucha contra la historia de mi familia, en la que nadie había tenido la oportunidad de realizar estudios universitarios. Durante esa etapa inolvidable en la universidad pública, tuve la oportunidad de poder estudiar todo un semestre en la ciudad de Lima (Perú) a través de una beca.
Como estudiante quería tener la experiencia de vivir la cultura y educación de un país latinoamericano diferente al nuestro. Sentía que como estudiante necesitaba formarme no sólo en lo académico, sino también también socialmente, ya que estos países jurídicamente se asemejan mucho al nuestro por el hilo histórico que nos une.
En la actualidad me encuentro especializándome en Derecho Laboral y Derecho Penal, dos ramas del derecho que me apasionan, y que aunque tengan pocos puntos en común, me brindan un trasfondo ideológico desde donde puedo pararme como abogado, ya que desde mi adolescencia más prematura he sido un militante de la justicia social.
Elegí ejercer la profesión a lo largo y ancho de la provincia, aunque a la mayor parte del tiempo la paso en la ciudad de Paraná donde encontré un grupo humano que rápidamente me hizo parte de su estudio (Cullen Vartorelli & Asoc.) y donde a diario desarrollo mi actividad profesional.
Sin embargo, sentía que necesitaba profundizar mis destrezas en Litigación Penal, es por eso que consideré realizar una diplomatura que se dicta todos los años en la American University College of Law. Ésta casa de estudios ubicada en la ciudad de Washington, es de excelencia en materia de litigación penal en los Estados Unidos.
Me postulé en marzo para el ingreso, y así fue como a mediados de mayo recibí la noticia que había sido admitido. Un detalle que no quiero pasar por alto es el origen de esta casa de estudios, la cual fue forjada y puesta en pie por mujeres que lucharon por su derecho a la educación. De este modo, su lucha social dio a luz a la primera Universidad de mujeres de los Estados Unidos, consagrando a la primera mujer decana y a la primera mujer graduada en Derecho.
Volviendo a la cronología, en el mes de junio de este año, emprendí viaje a la ciudad de Washington donde estuve residiendo durante un mes para cursar el diplomado.
El mismo constaba de un cursado intensivo que tenía una gran carga horaria. La primera mitad del día se desarrollaban los contenidos teóricos y la segunda mitad del día realizamos simulaciones prácticas de las audiencias que conforman al sistema acusatorio del proceso penal. Este es el sistema que tenemos en casi todas las provincias de nuestro país, y que en Entre Ríos se aplica ya hace 10 años. Los puntos fuertes del mismo son la oralidad y el debate en audiencias. En estas audiencias participan tanto la fiscalía (que se encarga acusar, por ejemplo) como la defensa (abogado/a defensor/a del acusado/a) y un juez/a (que brega por las garantías constitucionales del proceso). El sistema acusatorio del proceso penal fue el objetivo de trabajo de los treinta participantes de casi toda Latinoamérica. Al final del curso, simulamos un juicio ante doce jurados populares donde participé como abogado defensor, ya que es el rol que tengo en el ejercicio de la profesión. Los docentes del curso desarrollan sus funciones en CEJA (Centro de Estudios de Justicia de las Américas) el cual está integrado por todos los países que conforman la OEA (Organización de Estados Americanos). También tuvimos docentes norteamericanos, que actualmente se desempeñan como fiscales y jueces del estado de Maryland. Asimismo, en este estado, tuvimos acceso a participar de diferentes audiencias y juicios en la corte.
Particularmente elegí formarme en los Estados Unidos respecto de esta materia porque estoy convencido que es uno de los países que más desarrollando tienen el sistema de juicio por jurados, ya que hace varias décadas que lo viene implementando.
Debo admitir que durante mi estadía en Washington, con orgullo sentía que debía contar de dónde era y hablar sobre mi ciudad, su historia y su idiosincrasia; su apego a la literatura de Juan L Ortiz y tantos otros poetas.
Uno de mis grandes sueños es poder volver a mi ciudad definitivamente e intentar devolverle algo de todo lo que me dió, porque siento que en cada logro personal y en cada paso siempre hay algo de Gualeguay.