Una de las menores que logró salir a tiempo de la vivienda, contó que vio que el artefacto se prendía fuego. Estaba durmiendo y la despertó el humo, llamó a una de sus hermanas y puideron escapar de las llamas por una ventana.
El olor a quemado invadía el aire. Desde la calle de barro de un humilde barrio de Manuel Alberti, en Pilar, provincia de Buenos Aires, se podía ver el interior destrozado de la casa. Apenas quedaban en pie algunas de las paredes de ladrillos. Lo que eran las habitaciones y la cocina, de dimensiones mínimas, evidenciaban el horror que dejó el incendio que se desató en la madrugada de este domingo. Las vigas de madera de lo que fue el techo sobresalían ennegrecidas por el fuego. Lo que quedó después ya no era un hogar, era otra cosa. Eran ruinas calcinadas, con pedazos de puertas, estufas, sillas, pavas, ropa, camas… todo devorado por las llamas. También los cuerpos de cinco nenes de entre 4 y 15 años que no pudieron escapar a tiempo del fuego.
Ellas dormían en una de las habitaciones cuando se desataron las llamas. La casa, ubicada en las calles Presidente Juan Domingo Perón y Los Ombúes, quedó rápidamente reducida a cenizas. Los cuerpo de los cinco niños estaban «totalmente calcinados» cuando fueron descubierto por los bomberos. Las llamas comenzaron cerca de las 5 de la mañana, cuando los chicos (6 nenas y un varón) estaban solos en la casa. Según fuentes del caso, los peritos determinaron que hubo una falla eléctrica. La principal hipótesis es que se habría quemado una de las estufas que se usaban para calefaccionar la vivienda, en una madrugada gélida.
Las víctimas fueron identificadas como Silvina Suárez (4), Priscila Araujo (6), Raúl Suárez (8), María Belén Suárez (11) y Milagros Araujo (15).
Las víctimas formaban parte de dos grupos de hermanos. Cuatro de ellas eran hijas de Jorge Araujo y Marianela Oliva y otros tres, de Soledad Suárez, quien había ido a vivir con ellos en los últimos meses tras una separación. Dos de las hijas de la pareja pudieron salir a tiempo de la casa. «Lara y Mía lograron escapar a tiempo. La mayor y la más chiquita murieron», contó una tía.
La mujer narró que Lara sintió el humo cuando estaba durmiendo y se despertó. «Vio que estaba en llamas la estufa», dijo la señora. En ese momento, la nena pudo despertar a una de sus hermanas y salieron por una ventana. Las pericias posteriores confirmaron que fue una falla eléctrica la que originó el incendio.
Agustina, la mejor amiga de Milagros (la mayor de las víctimas) contó a este diario que estuvo con ella dentro de la vivienda hasta las 12 de la noche del sábado. «Me acuerdo que tenían todas las estufas prendidas», dice entre llantos. La mamá de Agustina agregó que los vecinos intentaron apagar el fuego tirando agua de una zanja que se encuentra frente a la casa. «Nos despertó la llamaradas y el humo negro. Algunos vecinos intentaron entrar por los techos para rescatar a las hermanas, pero no pudieron», contó.
También aseguró que los bomberos tardaron mucho en llegar al lugar. «Demoraron como dos horas, cuando llegaron ya era tarde», agrega
Fuentes del caso aseguraron que los padres de las cuatro hermanas no estaban presentes en la casa cuando se produjo el incendio. Una amiga de la familia contó que se habían ido a bailar. «No estaban en el lugar cuando ocurrió en el incendio», sostuvo, sin dar muchos detalles. La misma hipótesis sobre la ausencia de los adultos en la casa manejaban fuentes policiales.
Los padres quedaron en shock cuando volvieron a la casa y la vieron prendida fuego. «La madre (que se llama Soledad Suárez) se puso violenta con la policía y los bomberos. Estaba desesperada. Quería entrar a la casa como fuera», contó una vecina. La mujer residía en Malvinas Argentinas y hace dos meses se había mudado con sus hijas a la casa de la pareja.
Jorge Araujo, que trabaja como empleado de seguridad privada, y María Elena Oliva se encontraban este domingo en la casa de la abuela de las nenas, quien estuvo presente en el momento del incendio. Una vecina del barrio contó que estaban «destruidos» por la situación.
En la casa donde se encontraban, había familiares y amigos que se acercaban para darle su apoyo. La abuela de las chicas tuvo que ser asistida por un pariente ya que quebró en llantos cuando vio los restos de la casa, donde vivían sus nietas, completamente destruida por el fuego. (Clarin)